Una vibrante mirada
Esteban Vicente, el pintor cuya desaparición lamentamos hoy, era un artista de fuerte personalidad. Su obra es brillante y compleja como fue compleja y brillante su trayectoria profesional.
Su constante inquietud creativa le hizo desarrollar su trabajo en distintas ciudades y su larga residencia en Estados Unidos le permitió vivir momentos tan importantes como participar en la Escuela de Nueva York y poder intervenir en la apasionante experiencia pedagógica de la Black Mountain.
Su obra, que quedará como testimonio de su vibrante mirada, se caracteriza sobre todo por la libertad y la intensidad tanto en el tratamiento del color como en las variadas estructuras que constituyen el fuerte entramado, ágil y tenso, de sus composiciones.
Quizá su sello personal resida en el tratamiento del color, buscando sorprendentes contrastes y luminosas y casi transparentes armonías. La diversidad de medios con que trabajó da mayor riqueza a su obra. Tanto en las telas como en los collages, en cuya técnica consiguió extraordinarios resultados, tanto en el dibujo como en las esculturas, siempre logró obras de fuerte intensidad.
Hemos hablado del color, pero son igualmente interesantes sus trabajos en blanco y negro y grises donde consigue iluminar el espacio mediante sus vigorosos trazos.
Desaparece Esteban Vicente, pero queda su obra, en gran parte reunida en el magnífico museo de Segovia. Allí queda su fuerza, la intensidad de su dibujo, el juego de sus colores como una invitación a la mirada activa, la mirada que ve a través de las cosas el pálpito de la vida.
Albert Ràfols Casamada es pintor.
Babelia
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