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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

Señas de identidad

El deterioro del patrimonio cultural altera el valor paisajístico de la Sierra de Aracena

Durante dos años, Antonio Fajardo y Amalia Tarín han recorrido las cerca de 200.000 hectáreas que ocupa el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche (Huelva), recopilando información para la que se ha convertido en la mejor guía de este espacio protegido. El periplo de estos dos geógrafos les ha servido, además, para documentar el grave proceso de deterioro que sufre el patrimonio histórico y cultural de esta comarca, fenómeno que se manifiesta, con idéntica virulencia, en otras áreas serranas de Andalucía.

Las formas de vida tradicionales, que se habían mantenido a salvo del desarrollismo de los años 60, se encuentran ahora amenazadas por su falta de rentabilidad económica. Es una cultura en peligro de extinción pero, como explica Fajardo, 'su relación con el paisaje, y con los ecosistemas, es tan intensa que su desaparición comprometería los valores de este espacio natural'.

El abandono de dehesas y castañares, donde han dejado de aplicarse las técnicas y manejos tradicionales del bosque mediterráneo, provoca el envejecimiento de estos espacios forestales, que terminan siendo ocupados por un denso matorral, aumentando así el riesgo de incendio. Y algo parecido ocurre con los viejos caminos rurales, los cultivos en terraza o las acequias, cuyo deterioro multiplica la erosión y reduce la diversidad ecológica y paisajística.

En lo que se refiere al patrimonio histórico-artístico, por ejemplo, la atención se ha centrado en los bienes de carácter monumental, descuidando elementos más humildes pero característicos de la idiosincrasia serrana. Así, carecen de protección las ermitas, la mayoría de origen medieval, y el estado de conservación de algunos castillos e iglesias parroquiales deja mucho que desear. 'Resulta inexplicable', lamenta Fajardo, 'que la Consejería de Cultura haya demostrado mucho más interés por proteger el Toro de Osborne que algunas de estas joyas'.

La Sierra de Aracena es la comarca andaluza con mayor densidad de conjuntos históricos, ya que reúne 13 de los 108 que se encuentran declarados, o en trámite de declaración, en toda la comunidad. Estos núcleos son valiosos no por su carácter monumental sino por el afortunado desarrollo de una arquitectura vernácula bien conservada. Sin embargo, también este patrimonio, aunque protegido, se encuentra amenazado. El parque de viviendas rurales se encuentra envejecido, y sus ocupantes rechazan el uso de tipologías y materiales tradicionales poco confortables. Al mismo tiempo, algunos de estas localidades sufren una intensa presión turística, que está ocasionando crecimientos desordenados.

El fenómeno de la segunda residencia, y sus operaciones urbanísticas desafortunadas, ya se ha hecho notar en enclaves como Galaroza, Fuenteheridos o Los Marines. En estos casos, son los propios municipios los que se muestran insensibles al valor que posee su tejido urbano.

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A pesar de todo, Fajardo y Tarín consideran que es el patrimonio cultural el que se encuentra en más grave peligro, ya que ni siquiera se ha realizado un inventario fiable de todos aquellos elementos que merecerían ser protegidos. Cortijos serranos de importancia, como el de San Miguel, en Aracena, o el del Conde de Bagaes, en Aroche, se encuentran en muy mal estado. En el extremo opuesto, las viviendas más humildes, como casas-monte, bujardas y chozos, diseminadas por toda la sierra, han terminado por desaparecer o se han transformado en refugios ocasionales o almacén de aperos.

De la mayoría de los doscientos molinos hidráulicos que se levantaban en la Sierra de Aracena a finales del siglo XIX sólo quedan las ruinas, y en parecida situación se encuentran los hornos de cal y los panaderos, las fábricas de harina, luz y corcho, y las antiguas almazaras. Incluso se ha despreciado el aprovechamiento turístico que podrían tener algunos de estos inmuebles.

Aunque es mucho lo que ya se ha perdido, todavía es posible salvar buena parte de este patrimonio. Habría que empezar, sugiere Fajardo, 'por realizar un inventario de los recursos existentes y, a partir de ahí, potenciar su divulgación, de manera que los vecinos aprecien el valor de estos bienes'. Cualquier iniciativa de conservación debería coordinarse con los programas de desarrollo rural y las políticas de protección de la naturaleza, porque en la sierra, concluye, 'no se puede entender cada elemento del patrimonio de forma aislada'.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

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