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Las cúpulas patronales se resistieron desde su inicio al tiempo parcial

En los últimos tres años, el empleo neto no ha crecido apenas por la vía del contrato a tiempo parcial, sino a través de otros tipos de contratos temporales, como el de obras y servicios (30,14% del total), y el vinculado a las circunstancias de la producción (29,44%).

Pero, por encima de las cifras, la mejor evidencia del fracaso del contrato a tiempo parcial es que ha incrementado la temporalidad y la precariedad en vez de reducirlas. Así lo demuestra el hecho de que casi todos los 326.000 contratos a tiempo parcial formalizados en Cataluña hasta la fechan son eventuales.

El reglamento de 1998 que dio origen al contrato a tiempo parcial prevé dos tipos de contratos -indefinidos y eventuales-, pero favorece la aplicación de los primeros a base de incentivos relacionados con la cuota que la empresa paga a la Seguridad Social. Sin embargo, las empresas han preferido no acogerse a estos incentivos, con los que básicamente se trataba de fomentar la conversión de otros contratos temporales en contratos a tiempo parcial. Aunque en la actualidad una tercera parte de las empresas españolas (31%) recurre a los contratos a tiempo parcial -en 1992 sólo lo hacían el 15%-, en general son eventuales. Es decir, el mercado laboral sigue apostando por la precariedad.

El balance demuestra que las preferencias de los operadores económicos no han ido en la dirección pactada entre el Gobierno y los sindicatos -CC OO y UGT- en 1998, cuando, bajo la sombra de la reforma laboral del PP, se estableció el contrato a tiempo parcial. El Gobierno se alineó en aquel momento con el resto de los países miembros de la UE. Legisló a favor de este tipo de relación laboral -Europa tenía 19 millones de desempleados- aplicando los principios teóricos del conocido Manifiesto contra el paro, promovido por un grupo de expertos entre los que se encontraban los premios Nobel Franco Modigliani, Robert Solow e Isaac Tobin, y el economista francés Jean Paul Fitoussi, todos ellos integrantes de la convención internacional Acabar con el Paro en Europa, celebrada en Brescia (Italia) en 1998.

Las opiniones hegemónicas en la UE y el peso de algunos datos, como el éxito del tiempo parcial en Holanda o el clima europeo favorable a la reducción de la jornada de trabajo -Francia legisló las 35 horas- llevaron al Gobierno a modificar el Estatuto de los Trabajadores de común acuerdo con los sindicatos. Sin embargo, aquel histórico pacto de 1998, destinado a disminuir sensiblemente la rigidez del mercado laboral, se realizó finalmente con la oposición de la patronal CEOE. En el caso español, por tanto, puede concluirse que la inviabilidad del trabajo a tiempo parcial no ha dependido de la letra estricta de la ley, sino de la voluntad de las cúpulas de las organizaciones empresariales.

Ahora, los sindicatos y la patronal reconocen el lamentable balance del tiempo parcial. Los primeros culpan a la cúpula empresarial de haber boicoteado la medida desde el comienzo, mientras que Fomento del Trabajo Nacional -la CEOE en Cataluña- asegura, por su parte, que el 'contrato a tiempo parcial nació muerto desde el momento en que los pequeños empresarios, que son la inmensa mayoría, lo consideraban ineficaz'. Abundando en este argumento, diferentes medios de las pymes señalan que el contrato de 1998 es 'una amenaza de caos burocrático para sus departamentos de recursos humanos'. Las empresas pequeñas razonan, en general, que se trata de un reglamento muy alambicado, complejo y poco sugerente.

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'No estuvimos en contra; simplemente, dijimos que no funcionaría porque sabíamos que las empresas no lo querían', sentencia Fomento del Trabajo. La principal razón de esta negativa, que las firmas han llevado a la práctica, se centra en el uso indebido de las horas complementarias, es decir, las horas de trabajo que se añaden a las pactadas inicialmente en el contrato a tiempo parcial, que no pueden superar el 77% de la jornada completa. Estas horas complementarias, según el contrato, se consolidan progresivamente y por trimestres, lo cual ha comportado en muchos casos que la jornada acordada en principio se incremente año tras año hasta acercarse a la jornada de tiempo completo.

Las horas extras

Además, en el contrato a tiempo parcial figura la distribución de las horas y la concreción mensual, semanal y diaria, lo cual 'supone dar la espalda a las necesidades coyunturales de las empresas y a la realidad económica', señala una circular distribuida en 1998 por Fomento a sus empresas asociadas, cuyo contenido sigue siendo válido ahora en opinión de la patronal. En la misma circular, la cúpula empresarial afirmaba entonces -y reitera ahora verbalmente- que el contrato a tiempo parcial 'suprime las horas extraordinarias, que permiten la adecuación a las demandas del mercado'.

Precisamente, la supresión de las horas extras, el talón de Aquiles de los argumentos empresariales, constituye la clave del discurso sindical. La inmensa mayoría de los contratos a tiempo parcial realizados son eventuales, lo cual significa una traslación del cómputo de las horas extras hacia esta nueva forma de temporalidad', señala el dirigente de CC OO Simón Rosado.

Las políticas de empleo desarrolladas en estos últimos años por las grandes empresas van en la dirección apuntada por este sindicalista. Así, el 45% de las grandes corporaciones españolas han aumentado el número de contratos temporales durante el último lustro, según refleja un estudio elaborado por Granfield y la escuela de negocios ESADE. El mismo documento señala que la subcontratación ha aumentado el 39% en las empresas con más de 200 empleados; los contratos de duración determinada se han incrementado el 34%, mientras que los contratos a tiempo parcial lo han hecho en un 31%. La última Encuesta de Población Activa (EPA), correspondiente al tercer trimestre de 2000, sitúa la temporalidad en el 32,2%, mientras que la oficina estadística de la UE, Eurostat, confirma que España, junto a Dinamarca e Irlanda, está en el furgón de cola de la Unión en cuanto a inestabilidad en el empleo.

Otro dato que refuerza la idea de fracaso en la aplicación de la contratación a tiempo parcial es la incorporación de las mujeres al mercado laboral por medio de esta modalidad. En Cataluña, sobre el total del empleo a tiempo parcial, las mujeres representan el 76%, una cifra inferior a la media de la UE (79%) y, desde luego, mucho menor que la de Alemania (84,1%), Austria (86,9), Bélgica (82,4%) y Luxemburgo (87,3%).

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