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Reportaje:

Granada, ¿mora o cristiana?

Grupos tradicionalistas intentan boicotear la renovada celebración de la toma de la ciudad por los Reyes Católicos

Banderas ultraderechistas, abucheos al himno de Andalucía, pasquines reclamando la unidad de España... El intento del gobierno municipal de Granada -integrado por el PSOE, IU y el Partido Andalucista- de renovar los actos tradicionales que ayer, 2 de enero, Día de la Toma, conmemoraban la rendición de la ciudad ante los Reyes Católicos, hace 509 años, se encontró con el rechazo de los sectores más conservadores, que acudieron al centro de la ciudad para proferir gritos contra el alcalde, el socialista José Moratalla, y reivindicar Granada como 'cuna' de España.

La polémica no es nueva. Desde hace años, dos facciones se enfrentan a causa de la festividad. De un lado, quienes creen que lo que se celebra es la expulsión de los musulmanes de la Península, la aniquilación de su cultura y el final del esplendor de Al Ándalus. Del otro, los que creen que ese día significó el comienzo de España como nación moderna y sus actuales fronteras.

Los primeros reclaman que la fecha se recuerde con actos que integren a las culturas judía y musulmana. Los segundos, que no se toque ni un ápice el protocolo del ceremonial, que contemplan los vivas a Granada, España y los Reyes Católicos, una misa en la catedral, la tremolación del pendón de Castilla y la presencia del Ejército.

Fue esto último, la decisión del gobierno local de suprimir la presencia del Ejército -que ya el pasado año motivó la ausencia en los actos de los concejales del PP y que este año tampoco han estado por el mismo motivo-, lo que despertó la caja de los truenos. '¿Dónde está el Ejército?', gritaba un grupúsculo organizado de ultras de Democracia Nacional, que había desplegado pancartas con lemas como España no se negocia, Granada, cuna de la Hispanidad o 1492-2000, Granada, ayer, hoy y siempre, por España. Luego, más insultos contra el alcalde.

Salvo ese detalle, y la inclusión de un bando de Moratalla 'por la concordia de todos los ciudadanos', que no pudo oírse a causa del abucheo de una parte de las 3.000 personas que se congregaron en la plaza del Carmen -centro de los actos-, la corporación apenas había tocado el protocolo. Se tremoló el pendón de Castilla ante las tumbas de los Reyes Católicos, un representante del Ejército portó la espada de Fernando de Aragón y el arzobispo de Granada, Antonio Cañizares, pronunció una homilía en la que defendió la tradicional conmemoración de la toma. 'Aunque algunos quieran eliminar la fecha del calendario', dijo, 'Granada celebra en el 2 de enero el feliz aniversario del restablecimiento de la fe cristiana en esta tierra'.

El año pasado, el gobierno local ya cambió los actos de la toma, introduciendo la lectura desde el balcón del Ayuntamiento de un Manifiesto por la tolerancia que también fue abucheado por buena parte de los asistentes; entre ellos, grupos ultraderechistas que habían organizado su presencia a través de Internet. Este año introdujo otros cambios, como el nuevo nombre de Fiesta de Granada, y una visita oficial de la corporación local a la Alhambra, como 'gesto de homenaje al símbolo más universal de la ciudad', explicó el alcalde.

Desde la llegada de la democracia, la toma de Granada no ha dejado de causar controversia ni de implicar a artistas e intelectuales. El fallecido Carlos Cano era uno de los principales impulsores del cambio del protocolo y una mayor apertura a otras culturas. Militaba en el colectivo conocido como Manifiesto Dos de Enero, en el que también están presentes creadores como José Saramago, Amín Maalouf, Antonio Gala, Ian Gibson, Andrés Sopeña, Miguel Ríos o Juan Goytisolo, y que reclama que la celebración sea 'una fiesta de las culturas y de la reconciliación de los pueblos del Mediterráneo'.

'Lo que pasó en 1492', decía ayer Gibson, 'fue que los españoles cristianos de entonces echaron a los españoles musulmanes de entonces. Es la celebración de la victoria de un monoteísmo sobre otro, y yo creo que los monoteísmos son muy peligrosos. Creo, sobre todo, en el mestizaje'. Otros, como el poeta José Carlos Rosales, se muestran más escépticos. 'Estoy rotundamente en contra de los dos bandos. Polemizar sobre algo que pasó hace 500 años como si hubiéramos estado allí es absurdo. No me siento ni invadido ni invasor'. Granada continúa indecisa entre ser mora o cristiana.

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