2001: una fiesta en la estación órbital
Los tres astronautas de la ISS rompen su rutina para celebrar una fecha mítica en la historia espacial
Hoy, el estadounidense Bill Shepherd y los rusos Serguéi Krikaliov y Yuri Guidzenko, quienes cumplen 61 días en el espacio y 59 en la Estación Espacial Internacional (ISS, según sus siglas inglesas), tienen una jornada ligera: los tres astronautas se están preparando para celebrar el comienzo de siglo y de milenio. Debido a las peculiaridades del vuelo espacial, antes de que en todo el mundo ya reine el 2001, los cosmonautas entrarán 15 veces en el año nuevo y regresarán 14 veces al viejo.La línea de división de fechas pasa por el meridiano 180, que atraviesa el océano Pacífico y las islas de Fidji y Togo. Es Fidji la que primero entrará en el nuevo milenio, pero Guideznko, Krikaliov y Shepherd no festejarán este primer año nuevo, sino que esperarán a que falte un minuto para las doce de la noche según el meridiano de Greenwich -la una de la madrugada en España- para levantar sus copas y abrir los regalos y felicitaciones que les han preparado a cada uno.
En esto se sigue la tradición que se estableció en la Mir cuando era la única casa espacial habitada, donde a su vez se continuaba con la costumbre de Rusia, país donde los niños no reciben regalos en Navidad ni en Reyes, sino en la Nochevieja. Entre las cosas que Shepherd, Krikaliov y Guidzenko recibirán esta noche figuran un disco compacto con un espectáculo de fin de año y dulces.
Normalmente, las copas que levantan los cosmonautas no son de champaña, porque los vinos espumosos se convierten en la ingravidez en una masa casi imbebible. De ahí que los cosmonautas reemplazarán el champaña por el coñac, que probablemente será lo que beban esta noche.
Oficialmente no está permitido tomar bebidas alcohólicas en órbita, pero la tradición impuesta por los cosmonautas soviéticos consiste precisamente en burlar esta regla. Siempre se las ingenian para pasar "de contrabando" el alcohol a la estación orbital. Y esta costumbre también la ha heredado la ISS. Los que revisan las cosas de la tripulación en tierra hacen la vista gorda al contrabando; más aún, a veces son los mismos compañeros de Baikonur los que envían el coñac entre el cargamento de la Progress que tradicionalmente se acopla a la estación a finales de año.
La verdad es que esta última semana ha sido de fiestas en la ISS. Aunque para los rusos el 25 de diciembre no significa nada, Guidzenko y Krikaliov se unieron a Shepherd en los festejos de Navidad. Los tres astronautas enviaron un mensaje navideño a la Tierra. Lo hicieron en inglés, ya que incluso los rusos creyentes no festejaron nada el lunes pasado: la Iglesia Ortodoxa se guía por el calendario juliano y la Navidad para ellos cae en nuestro 7 de enero.
Tanto Krikaliov como Guidzenko hablan inglés, y Shepherd, a su vez, sabe ruso, pero el idioma que normalmente utilizan en la ISS es el rusglish, una mezcla de ambos. La comida que ingieren en el espacio es también rusglish: la mitad de los platos son rusos, la otra mitad estadounidenses. La cena de Navidad fue, por supuesto, pavo, algo hasta hace poco prácticamente desconocido en Rusia.
En Navidad, Bill pudo hablar con su esposa, Beth, y hoy y mañana los astronautas podrán también conversar con familiares. En general, la agenda orbital contempla una sesión semanal de conversaciones con su familia, además de festivos y cumpleaños.
Normalmente, los regalos para los astronautas se ponían al pie del árbol de Navidad artificial que en los últimos años había en la Mir. En la ISS, sin embargo, en lugar del clásico abeto, los astronautas tienen esta noche un cuadro, con marco de malaquita, de un árbol de Navidad hecho con trocitos de piedras semipreciosas de los Urales.
La agenda de los astronautas es rígida, salvo en días de fiesta como éste, que hacen lo que quieren. Pero los días normales, la jornada comienza a las siete de la mañana, hora española, y termina a las diez de la noche. Tienen nueve horas para dormir.
Una de las cosas a las que se deben acostumbrar los astronautas es a pasarse sin ducha. En la Mir, en un tiempo hubo ducha, pero los cosmonautas desistieron de usarla: el agua, debido a la ingravidez, no escurría por sus cuerpos. Al final la convirtieron en una especie de vapor, donde sudaban a gusto y, a la usanza siberiana, se azotaban con ramitas de abedul, para después limpiarse con servilletas. En la ISS, en lugar de ducharse se refriegan con toallas húmedas. El sistema de retrete es el mismo que el que existía en la Mir: la orina es regenerada y el agua así obtenida se destina a usos técnicos; los restos sólidos se deshidratan y se almacenan en contenedores de basura, que después, una vez llenos, son colocados en la nave de carga Progress, la que finalmente se quema en las capas densas de la atmósfera y sus restos caen en el océano. Como promedio, cada dos meses se junta cerca de media tonelada de diverso tipo de basura.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.