Los entresijos de una cumbre que no fue
Israelíes y palestinos se resisten a firmar un acuerdo de paz 'contrarreloj' por el inminente fin de la 'era Clinton'
La presión era enorme. Hasta medio centenar de primeros ministros y de Asuntos Exteriores de todo el mundo telefonearon al presidente palestino, Yasir Arafat, para que aceptara la propuesta norteamericana de paz con los israelíes. Arafat consultó con los líderes árabes y convocó el miércoles al comité ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). el primer ministro isarelí, Ehud Barak, reunía también ese día a su gabinete de seguridad. Convencido de que ambos sólo podían responder que sí y en coordinación con el presidente de EE UU, Bill Clinton, Hosni Mubarak, presidente de Egipto, les invitó a viajar el día siguiente a Sharm el Sheij para limar diferencias. Pero aún faltaba la respuesta. El resultado, ya en la madrugada del jueves, fue un sí condicional de Israel y un pero de los palestinos que los israelíes interpretaron como un no, gracias.Pese a todas las esperanzas despertadas, el año 2000 no ha podido ser el año de la paz en Oriente Próximo. Arafat se ha visto de nuevo obligado a posponer la proclamación de su ansiado Estado palestino. El intento de Bill Clinton por emular el éxito de Camp David (el acuerdo de paz egipcio-israelí de 1978) fracasó el pasado julio y los palestinos han vuelto a sublevarse contra la ocupación israelí en una Intifada que ya ha costado más de 350 vidas. Éste es el relato de cómo se ha frustrado la hasta ahora última oportunidad para la paz.
Trece semanas después de que la visita del líder conservador Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén desatara una nueva Intifada, la diplomacia estadounidense logró que israelíes y palestinos enviaran sendas delegaciones a Washington. Desde el martes 19 al sábado 23 de diciembre, los negociadores se reunieron con funcionarios del Departamento de Estado y entre ellos para tratar de aclarar una situación que se vuelve más complicada a medida que aumenta el número de muertos.
La víspera de Nochebuena, el presidente Clinton convocó a los dos equipos. Los ministros Shlomo Ben Ami (israelí) y Yasir Abed Rabbo (palestino) se sentaron frente al mandatario norteamericano y escucharon. No hubo borrador. Cada uno tomó notas a mano de lo que Clinton calificó de "ideas puente", una serie de propuestas que tratan de acercar las posturas de ambas partes. Era la primera vez que Estados Unidos ofrecía su propio plan. Clinton les dio hasta el miércoles siguiente para responderle.
En esencia, el plan Clinton propone que los palestinos renuncien al derecho al retorno de los refugiados (3,7 millones según la ONU, hasta 5 según otras fuentes) a cambio de la soberanía sobre la Explanada de las Mezquitas y los barrios árabes de Jerusalén. El mero hecho de plantearse ceder parte de la soberanía de lo que los judíos llaman el Monte del Templo ha convertido a Barak en un "traidor" a ojos de la derecha, los ultraortodoxos y los colonos extremistas. De igual modo, Arafat ha recibido advertencias contra cualquier concesión sobre el derecho al retorno: refugiados, islamistas e incluso miembros de su propia organización se oponen frontalmente.
Antes de que se anulara la cumbre de Sharm el Sheij, Israel estaba dispuesto a considerar las ideas de Clinton "como base de discusión, siempre y cuando, tal como están, también resulten aceptables para los palestinos". Poco antes, mientras Barak estaba reunido con sus ministros, una delegación palestina había presentado al cónsul norteamericano en Jerusalén una lista de medio centenar de puntos sobre los que se pedía una aclaración antes de contestar.
Barak aprovechó la falta de respuesta concreta del líder palestino para disculparse con Mubarak y anunciar que no acudiría al balneario del mar Rojo. Ben Ami llamó a su homólogo egipcio, Amer Musa, a las dos y media de la madrugada para decirle que el primer ministro no acudiría a Sharm el Sheij hasta que Arafat no diera una contestación definitiva a Clinton. Egipto se veía obligado a desconvocar la cumbre. Para los israelíes, la carta de objeciones palestina no es más que una treta. "Arafat no acepta el plan", confiesa un diplomático israelí, que se mostraba bastante pesimista sobre la situación.
Sin embargo, fuentes europeas que han participado en el proceso aseguraron a esta informadora que la carta no es una respuesta. "[Los palestinos] están pidiendo aclaraciones y tomándose su tiempo porque tienen menos prisa que Barak y Clinton", indicaban en referencia a la cita electoral del primero, el próximo 6 de febrero, y a la salida de la presidencia del segundo, el 20 de enero.
De hecho, Arafat no canceló su cita con Mubarak del jueves, a pesar de que todo apuntaba a que su anfitrión le pediría que aceptara el plan de Clinton. Antes de su llegada a mediodía al palacio de Salam, residencia oficial de Mubarak, el presidente egipcio recibió dos llamadas de Bill Clinton. También atendió al primer ministro israelí, quien, según los responsables de su oficina, esperaba al resultado de la reunión de los dos dirigentes árabes para decidir si aún viajaba a Egipto.
Tanto Clinton como Barak confiaban en que el presidente egipcio aprobara las propuestas norteamericanas para que Arafat sintiera que tenía el visto bueno árabe y se decidiera a dar el sí. Sin embargo, la entrevista no se desarrolló en esos términos. "La reunión con Mubarak tuvo el efecto contrario del esperado", aseguran fuentes europeas. "Arafat le dijo que estaba dispuesto a negociar sobre esas bases, pero que si Estados Unidos le pedía el sí sin cambiar una coma, no podría hacerlo".
Así se lo comunicó el presidente egipcio tanto a Barak, que volvió a llamarle después de la entrevista, como al propio Clinton, con el que había hablado media docena de veces durante esta semana. La cumbre quedaba ahora pospuesta sine die. "No creo que se produzca ya", confiesa un diplomático egipcio. Aún es posible, sin embargo, que Arafat dé una respuesta positiva el próximo jueves tras la reunión del comité de seguimiento de la Liga Árabe. Pero incluso en ese caso "ya no hay tiempo para cubrir todas las etapas antes de la fecha tope del 10 de enero fijada por Clinton; no se puede resolver en 10 días lo que no se ha resuelto en 50 años", asegura la fuente. "No es un problema de tiempo, sino de falta de voluntad política [de los palestinos]", afirma, por su parte, una fuente del Ministerio israelí de Exteriores.
Mientras tanto, funcionarios norteamericanos comunicaron ayer a los palestinos que no van a hacerles más aclaraciones en tanto no acepten el marco propuesto por Clinton, lo que sitúa a los palestinos ante un callejón sin salida. Las declaraciones de uno y otro lado se han endurecido, pero los teléfonos aún siguen sonando.
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