La primera piedra ANTONI DE MORAGAS
Ha caído ya la primera piedra. Sabíamos que algún día sería el primero, pero no suponíamos que tan pronto. La furia divina, un golpe de aire cruel, la ira de la razón, la vergüenza pretérita de su inicial autor. Quizá ha sido menester la intervención de algún cómplice. Se ha iniciado el derribo de las construcciones anexas al edificio que empezó Gaudí en la Sagrada Familia.Pero, pasados ya los tiempos de la crítica juvenil, aparece la ternura y una irrefrenable intención de pasarme a los partidarios de la continuación. Con la edad, el gusto por lo prohibido, por lo negado en la juventud, se vuelve muy sutil. Ya no soy crítico, ya no descalifico a nadie. ¡Qué dulces se ofrecen ahora los argumentos de los continuadores y críticos adyacentes ante el inminente derribo de lo continuado! ¡Qué sugerente encerrarse bajo la bóveda de cartón piedra! ¡Qué aborrecibles los impíos, resentidos y trasnochados defensores del pobre (parece que no tanto) Antoni Gaudí!
Me ha producido tristeza la noticia de que se esté procediendo a desmontar las construcciones. Uno, con el tiempo, se ha vuelto sentimental. O bien ha sido necesario avanzar tanto en el despropósito para darse cuenta de tan horrible aventura.
Cuando se complete el derribo iniciado el pasado miércoles nos quedará la nostalgia del esperpento. La peor de todas las nostalgias. Éste, por lo tanto, es el último artículo que escribo sobre la Sagrada Familia. Ya no volveré a intercambiar opiniones. A veces, al hacerlo, uno sale perdiendo.
Antoni de Moragas es arquitecto
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