El olor a rosas del abuelo
Pronto se cumplirán años del fusilamiento del abuelo, por rojo. Simplemente era un joven idealista que creía en la justicia y en la libertad que durante años le habían negado; por eso defendió al constitucional Gobierno republicano.Cuentan los relatos que mientras se lo llevaban se mantenía firme en sus ideas y que suspiraba oliendo a rosas, pues el invierno había estado benévolo, permitiendo alargar el ciclo de la flor del rosal.
Circunstancialmente, este invierno está siendo plácido. Los rosales han brotado casi hasta las navidades.
Hace escasos días, en una entidad bancaria, un joven muy amable, con un look exquisito, atendía las visitas rodeado de ordenadores y teléfonos. No parecía ningún idealista... y, sin embargo, a pesar de que los rosales hacía días que habían dejado de florecer, se respiraba a rosas. Evidentemente, el olor era ficticio, provocado por la mezcla de sustancias químicas. Eso no impidió seguir creyendo que existen muchos jóvenes idealistas; es decir, que la especie no se extinguirá.
Uno se pregunta: ¿qué pensaría el abuelo si viera que en la Europa del 2000 sigue habiendo muertos? No cabe la menor duda de que a él le mataron los opresores fascistas.
Pero hoy, ¿quiénes son?, ¿cuál es su modelo social?, ¿por qué?..., se pregunta la gente, cuando hay un amplio margen en las instituciones para defender proyectos e ideas. Delante de la barbarie seguimos preguntándonos: ¿qué hacen los hombres y mujeres con responsabilidad de gobierno? ¿Se esfuerzan lo suficiente para conseguir la paz?
Ayer, en casa, también olía a rosas. Salí corriendo a ver el rosal y me desalenté al ver que ya estaba seco, sin hojas, sin rosas; el invierno, finalmente, no había perdonado. Al entrar de nuevo desapareció mi pesar, pues el rosal, cada año, vuelve a florecer y con ello uno recupera la esperanza, la misma del abuelo en 1939, la esperanza que hoy tienen muchas personas de poder vivir en paz y en libertad definitivamente a partir de este año nuevo que empieza.-
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