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Bush nombra a un partidario del escudo antimisiles para Defensa

George W. Bush completó ayer el trío de la política exterior estadounidense con el inesperado nombramiento de Donald Rumsfeld como secretario de Defensa. Rumsfeld, de 68 años, ya estuvo al frente del Pentágono hace un cuarto de siglo, con Gerald Ford en la Casa Blanca, inmediatamente después de la retirada norteamericana de Vietnam. Veterano en buen número de administraciones republicanas, Rumsfeld había sonado muy débilmente y se decía que prefería seguir en la vida privada.

Rumsfeld presidía una empresa de biotecnología e integraba varios consejos de Administración, incluido el del Chicago Tribune; ahora los tendrá que cambiar por el despacho del Pentágono si le confirma, como es preceptivo, el Senado.Rumsfeld es un decidido partidario del reforzamiento del arsenal de EE UU y de desarrollar el sistema nacional de misiles, una idea apoyada por Bush. Hace un par de años, presidió una comisión que llegó a la conclusión de que la amenaza de misiles balísticos, incluidos los que pudieran llegar a tener Irán y Corea del Norte, era mucho mayor de lo que se venía suponiendo. En la parte final de la pasada campaña, suscribió, junto a otros antiguos responsables de Defensa, una carta crítica contra el vicepresidente Al Gore por permitir en 1995 que Rusia vendiera armas a Irán.

"No me cabe la menor duda de que su hoja de servicios al país es extraordinaria", declaró Bush al anunciar el nombramiento. "Es un hombre de gran juicio; tiene una gran visión".

El nombramiento se produjo horas después de que Bill Clinton anunciara que no viajará a Corea del Norte antes de dar el relevo a Bush, el 20 de enero, por falta de tiempo para ultimar un buen acuerdo de control armamentista. La renuncia al viaje es un contratiempo para el presidente, ansioso por dejar la Casa Blanca con algún éxito diplomático, que se le resiste también en Oriente Próximo.

Clinton se reunió hace 10 días durante dos horas con Bush para hablar, esencialmente, de política exterior. Los recelos de la Administración entrante con respecto a los norcoreanos van a verse reforzados con Rumsfeld. En conferencia de prensa se le preguntó ayer a Clinton si su renuncia a viajar a Pyongyang era consecuencia de su entrevista con Bush. Lo descartó. "Ya había decidido que sólo iría si todo estaba encarrilado", respondió. "Hemos avanzado mucho en las negociaciones, pero he llegado a la conclusión de que no queda tiempo suficiente para hacerlo bien". Clinton también expresó su deseo de que la Administración republicana acabe la tarea en marcha. "Estoy muy satisfecho con lo conseguido".

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