Arafat busca respaldo árabe en El Cairo tras la suspensión de la cumbre de Sharm el Sheij
ENVIADA ESPECIALEhud Barak ha vuelto a dar plantón a Hosni Mubarak. Como ya hiciera a principios de octubre tras haber aceptado una invitación personal, el primer ministro israelí decidió no acudir a la cumbre convocada para ayer en Sharm el Sheij, a orillas del mar Rojo. Detrás de su cambio de parecer estaban las objeciones palestinas a las propuestas estadounidenses para un acuerdo de paz. El presidente egipcio se vio obligado a desconvocar la cita de madrugada. No obstante, el líder palestino, Yasir Arafat, viajó a El Cairo para buscar apoyo y consejo.
Amplia oposición
"Israelíes y estadounidenses nos han pedido que aceptemos el acuerdo para luego discutir las propuestas, lo que no me parece el camino adecuado para conseguir una paz global", manifestó Saeb Erekat, el principal negociador palestino con los israelíes, a la salida de la entrevista que Arafat mantuvo con Mubarak. Erekat insistió en que necesitan más "detalles y mapas precisos" antes de responder a la propuesta de acuerdo de paz definitivo planteada por el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. "No aceptaremos que las prisas sean una espada sobre nuestro cuello", añadió."Seguimos estudiando el plan estadounidense", declaró lacónicamente Arafat, quien no quiso comentar el atentado contra un autobús israelí que se había producido en una céntrica calle de Tel Aviv mientras conversaba con el presidente egipcio. La acción, obra de extremistas palestinos contrarios al proceso de paz, le recordaba la gran oposición que las propuestas de Clinton encuentran entre sus conciudadanos. De ahí el interés del veterano dirigente en recabar el apoyo del mundo árabe, encabezado por Egipto, antes de tomar decisión alguna. "Estamos hablando sobre todos los asuntos con nuestros hermanos árabes", explicó Arafat a su llegada a Gaza. Para ello, ha convocado el lunes al comité de seguimiento del conflicto israelo-palestino, creado en la cumbre árabe del pasado octubre y compuesto por los ministros de Exteriores de Arabia Saudí, Egipto, Siria, Marruecos, Jordania, Túnez, Líbano, Bahrein y la Autoridad Palestina.
Por su parte, el ministro egipcio de Exteriores, Amro Musa, atribuyó la suspensión de la cumbre a las divergencias de ambas partes sobre las ideas de Clinton para desbloquear las negociaciones de paz. "Los palestinos han presentado muchas objeciones a las propuestas norteamericanas", reconoció Musa. EE UU, sin embargo, restó importancia a lo sucedido. Un portavoz de la Casa Blanca dijo que el presidente aún espera la respuesta de israelíes y palestinos "antes de ver cómo procede".
Aun así, ha sido un revés para la diplomacia egipcia. "Se han quedado con la mesa puesta y sin invitados", explicaba de forma gráfica un observador occidental en El Cairo. Fuentes oficiales, mientras tanto, evitaban la palabra cancelación y se referían a la cumbre como "pospuesta, de momento", dando a entender que proseguían los esfuerzos para que Mubarak pudiera reunir en una misma mesa a Arafat y a Barak. Difícil. Ni israelíes ni palestinos se habían mostrado entusiasmados con el plan Clinton. Barak, que había condicionado su apoyo al respaldo previo de los palestinos, aprovechó las objeciones de éstos para evitar ser presionado en Sharm el Sheij.
De acuerdo con las propuestas estadounidenses, cuyo contenido no ha sido puesto por escrito, Israel cedería a los palestinos los barrios árabes de Jerusalén oriental y el control de la Explanada de las Mezquitas y éstos a cambio pondrían fin a sus reclamaciones y renunciarían al derecho al retorno de los refugiados. Tanto Barak como Arafat afrontan una amplia oposición a tales concesiones. De hecho, la carta de objeciones que los palestinos entregaron el miércoles por la noche al cónsul estadounidense en Jerusalén pone de relieve un cambio de actitud por parte de Arafat. Ya no está dispuesto a aceptar declaraciones retóricas. Tampoco puede permitírselo."Nos hemos cansado de ideas que no se traducen en hechos", manifestaba una fuente palestina en referencia a la falta de concreción del plan Clinton. Siete años después de los acuerdos de Oslo, y con tres centenares de muertos en la última Intifada, Arafat necesita atar bien todos los cabos antes de endosar un proyecto que su gente ve orientado a favorecer a Barak en las elecciones del próximo febrero y a mayor gloria del presidente norteamericano saliente en enero. Muchos, en su entorno, se muestran además convencidos de que el nuevo inquilino de la Casa Blanca será un interlocutor más equitativo, dadas las conexiones de su equipo con el mundo del petróleo.
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