La 'legionella' como síntoma
En todo el Reino Unido hubo en el año 2000 cuatro brotes de legionelosis. Exactamente el mismo número que, asombrados, hemos visto ocurrir, uno detrás de otro y de la misma fuente, en Alcoy y Cocentaina en el último año. Solo que aquí con una población 500 veces más pequeña que la del Reino Unido. La actuación de la autoridad sanitaria no ha podido ser más decepcionante: clamorosa incapacidad para solucionar el problema y bochornosa cadena de ocultamientos y mentiras. Más preocupado por su crédito político que por la salud de la población, el presidente Zaplana nos ha sorprendido demostrando sus pobres conocimientos de Medicina Forense negando, contra toda razón, que haya habido muertes atribuibles a los brotes.La evolución de los acontecimientos no puede ser más preocupante; las preguntas clave en esta cuestión, es decir ¿qué está pasando en Alcoy y Cocentaina? ¿por qué? y ¿qué podemos hacer para solucionarlo? siguen tan sin respuesta como lo estaban hace un año. La demolida credibilidad de la Salud Pública en la Comunidad Valenciana se deteriora cada día, de manera que cada comunicación del Consell con los medios no hace sino alarmar más y más a la población. Seguimos todavía ignorando el número real de casos (no está descrito que un brote de fiebre Pontiac, la variante de la legionelosis más benigna, produzca tantos muertos), seguimos también ignorando la fuente y por ello seguimos ignorando realmente qué hacer.
El Gobierno, enrocado en el somos estupendos, ha desarrollado una estrategia mediática y política muy agresiva, incluyendo publicidad autolaudatoria de dudosa legalidad en periodo no electoral, y la entronización de la figura de Josep Sanus como chivo expiatorio complaciente. La insoportable dilución de responsabilidades de la Dirección General de Salud Pública y el perfil de los expertos cooptados por el Consell muestran a las claras un gravísimo error: el Consell no considera lo que tenemos delante como un problema de Salud Pública, ni quiere aplicar inteligencia epidemiológica a su solución. Y esta es la razón, y no otra (como la aducida del ...¡¡cambio climático!!), por la que tenemos 500 veces más brotes de legionelosis que en el Reino Unido.
Para el observador informado, lo que está ocurriendo no es una sorpresa. La crisis de las legionellas no es más que el síntoma emergente y la consecuencia lógica de una política de demolición sistemática de la Salud Pública en la Comunidad Valenciana.. El abandono de la utilización de la epidemiología en la planificación sanitaria, la ausencia de informes sobre la situación de salud de la población, el olvido de los sistemas de información sanitaria de ámbito valenciano, el cierre del Instituto Valenciano de Estudios en Salud Pública, el cierre del Centro Colaborador de la OMS para el desarrollo de la Salud Pública, el ahogamiento presupuestario de la red de laboratorios de Salud Pública, el abandono de programas de Promoción de la Salud como Ciudades Sanas, o la abusiva politización en la nominación de cargos son sólo algunos ejemplos de este verdadero quinquenio negro. Bueno no ha resultado para la Salud Pública.
Así las cosas, las perspectivas desgraciadamente no son halagüeñas, las posibilidades de que las cosas a partir de ahora se hagan bien son poco probables.Se debería reconocer el error, formando una comisión de trabajo de expertos de verdad en Salud Pública y Epidemiología que intente reconstruir el verdadero perfil de los brotes y asumir las responsabilidades por parte de la Dirección de Salud Pública. Pero esto serían cosas que en la Consejería de Sanidad parecerían de marciano.
Si no ocurre esto, el desarrollo de mecanismos de excepción debería de empezar a actuar: la iniciativa de PSPV, EU y otros grupos de constituir un foro civico debería ampliarse y hacerse estable como foro cívico de Salud Pública -la población necesita respuesta y los profesionales información. Todos necesitamos un foro de debate. Sin embargo, además de esto, que no tiene poder ejecutivo, otras instituciones del Estado deberían asumir sus competencias en esta situación de crisis que causa alarma social. Por ejemplo, la ministra de Sanidad podría -y debería- asumiendo sus funciones de coordinacion y alta inspección, y ante la incapacidad del Consell, hacer actuar al Centro Nacional de Epidemiología (CNE). El CNE es la más alta institución del Estado en materia de brotes epidémicos. Su nivel en epidemiología es excelente, y si fuera verdad esto que nos dicen que lo de Alcoy y Cocentaina es de extremada complejidad, tienen excelentes lazos de trabajo con la OMS y el Centro para el Control de Enfermedades de Atlanta (EE UU), que seguro que pueden ayudarnos. ¿Por qué no empezamos a hacer las cosas bien? Los de Alcoy se lo merecen.
Carlos Álvarez-Dardet es profesor de Salud Pública de la Universidad de Alicante.
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