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Tribuna:LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO
Tribuna
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Torpedo Mayor

Josep Ramoneda

Decía algún dirigente socialista en privado que las mayores resistencias al pacto antiterrorista las habían encontrado en Jaime Mayor Oreja. Desde que se firmó el acuerdo, el protagonismo político en la materia lo han tenido el presidente Aznar y Javier Arenas. Pero Mayor no ha aguantado mucho tiempo en segundo plano. En unas declaraciones a La Razón, el ministro explica su interpretación del pacto: "Uno de los objetivos principales del pacto es neutralizar la ofensiva política del nacionalismo, preludio de la ofensiva terrorista que padecemos". Mayor afirma, por tanto, que el acuerdo no es sólo antiterrorista sino antinacionalista. Y atribuye al nacionalismo la función de preludio de la ofensiva terrorista. Se supone que la ofensiva nacionalista a la que el ministro se está refiriendo es el pacto de Estella. Pero éste, antes de que llegara la ofensiva terrorista fue preludio de un año y medio de mal llamada tregua, para decirlo como el ministro. ¿Hay que valorar este atenuante? ¿Es legítimo vincular la apuesta del PNV por Estella con la ruptura de la tregua?Mayor no es un dirigente cualquiera del PP. Es el ministro del Interior y potencial candidato a lehendakari. Su lectura pública del pacto puede ser considerada como una interpretación oficial del Gobierno. Y puede abrir el camino a todo tipo de especulaciones: ¿es la zancadilla de Aznar a Zapatero por haberse entrevistado con Pujol? En cualquier caso, lo importante es que obliga al PSOE a pronunciarse. Las razones y los tiempos que llevaron al PSOE a proponer el pacto y al PP a aceptarlo dejaban claro que aún con un objetivo común las motivaciones y las intenciones eran diferentes. El PSOE se verá forzado a concretar las diferencias. Sorprende que en una entrevista tan llena de prudencias y restricciones de juicio -sobre Pujol, sobre los jueces y fiscales de la Audiencia Nacional, sobre el propio Zapatero- el ministro lance un torpedo de esta envergadura.

Con su interpretación, Mayor da la razón a Pujol y a los demás nacionalistas catalanes que ven tras el pacto un proyecto político de rearticulación nacional. Y aprieta a Rodríguez Zapatero en el punto más sensible: la posición de los socialistas catalanes, que han aceptado el acuerdo haciendo de la necesidad virtud. El PP no deja un momento de respiro ni siquiera a sus aliados.

No vamos a perder el tiempo en estos discursos angelicales que piden que los partidos sean capaces de separar la lucha antiterrorista de sus intereses estratégicos y electorales. El PNV entró en Estella con la esperanza de conseguir dos objetivos a la vez: acabar con la violencia y avanzar en la llamada construcción nacional. Y ahora, intenta salvar los muebles de su fracaso manteniendo un discurso radical para hacer el pleno de los votos nacionalistas. Es perfectamente lógico que el PP incorpore a su estrategia antiterrorista el debilitamiento del nacionalismo y una cierta idea de reconstrucción nacional española que desde las movilizaciones contra el asesinato de Miguel Angel Blanco ha estado siempre presente en el discurso del ministro Mayor Oreja. Pero al convertir este argumento en clave interpretativa del acuerdo antiterrorista, Mayor lo que está haciendo es incorporar al PSOE a la estrategia global del PP. Y esto es lo que resulta difícil de digerir en términos de lealtad entre firmantes de un pacto. Todo pacto es un reconocimiento de la otra parte contratante.

"Es evidente", dice el ministro, "que el efecto del pacto es que los dos grandes partidos nacionales reaccionan ante una ofensiva política del nacionalismo en su conjunto". Mayor se acerca peligrosamente a la doctrina del choque de trenes nacionalistas. La grave responsabilidad del PNV en la crisis moral y política del País Vasco no autoriza a mezclar el nacionalismo del PNV con el de ETA, sin distinción alguna. El PSOE difícilmente podrá asumir como propia la interpretación de Mayor. Y si lo hace debilita su posición -reducido al papel de segundón-, pierde capacidad de interlocución en otras direcciones y abre una brecha con los socialistas catalanes. Que las lecturas del acuerdo no serían idénticas quedó de manifiesto desde el primer momento, cuando el PSOE insistía en las vías de diálogo, esta palabra que absurdamente el PP ha convertido en un tabú. Lo que ha hecho Mayor Oreja es provocar que emerjan ahora las diferencias que probablemente habrían surgido en campaña electoral. ¿Las aguantará el pacto? ¿O Mayor Oreja quiere simplemente demostrar que el pacto era innecesario, que bastaba con la lealtad incondicional de los socialistas a su política antiterrorista?

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