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El voto cubano de Bush

El exilio de Miami vive como un triunfo propio la llegada a la Casa Blanca del candidato republicano

El exilio cubano en Miami ha vivido como un triunfo propio la llegada a la Casa Blanca de George W. Bush. La victoria del candidato republicano en Florida, con el apoyo en bloque de los cientos de miles de cubano-estadounidenses que viven en ese Estado, ha dado nuevas energías a los líderes de los principales grupos anticastristas, cuya imagen en EE UU se había deteriorado tras el caso Elián. Ahora -piensan en Miami-, la comunidad cubana recuperará el poder de influencia perdido en Washington con la Administración de Clinton.La costosa victoria de Bush ha provocado alegría y hasta euforia entre los congresistas cubano-estadounidenses y entre las radios anticastristas, que durante la campaña llegaron a calificar a Al Gore de "filocomunista al servicio de Castro".

La representante republicana de origen cubano Ileana Ross Lehtinen resumió así la semana pasada lo que espera el exilio duro del nuevo presidente: "Bush ha dicho públicamente que no está a favor de levantar las sanciones económicas hasta que se cumplan tres condiciones: elecciones libres e independientes; libertad para los presos políticos y la libre expresión de ideas... Esperamos tener al fin un presidente que va a hablar de los derechos humanos en Cuba y va a apoyar las sanciones".

Este asunto de la "aplicación insuficiente de las sanciones", y específicamente las establecidas en el título III de la Ley Helms-Burton (que permite a los ciudadanos estadounidenses y a los exiliados cubanos nacionalizados demandar en los tribunales de Estados Unidos a las compañías extranjeras que "operan en Cuba en propiedades" que les fueron expropiadas por el Gobierno de Fidel Castro en los sesenta) fue uno de los motivos de enfrentamiento entre la Administración demócrata del presidente Bill Clinton y las organizaciones más poderosas del exilio, principalmente la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), creada en 1981 por el fallecido Jorge Mas Canosa.

Desde que se aprobó en 1996 la Ley Helms-Burton, Clinton se acogió a una prerrogativa que permite dejar en suspenso el título III por periodos de seis meses. La razón fue evitar represalias de la Unión Europea y enfrentamientos en la Organización Mundial de Comercio (OMC), dado que la medida afecta sobre todo a las inversiones europeas en la isla, la mayoría españolas, y no aceptan la jurisdicción estadounidense como ley universal.

Los líderes del exilio ultraconservador piensan que George W. Bush -cuyo hermano, Jeb, es gobernador de Florida y está muy ligado a la comunidad cubana- no adolecerá de las debilidades de Clinton y endurecerá la política exterior estadounidense contra Cuba.

En una entrevista realizada a mediados de noviembre, cuando Gore y Bush se disputaban aún los 25 electores de Florida, el nuevo director general de la FNCA, Joe García, de 36 años, declaraba a EL PAIS: "La Administración demócrata no sólo le ha serruchado los dientes a la Ley Helms-Burton, sino que ha hecho todo lo posible por suavizar las sanciones a Cuba e incrementar los intercambios culturales y comerciales. Si no lo consiguió fue gracias a la presión del lobby cubano".

García, en cuyo nombramiento reciente algunos han querido ver un intento de norteamericanizar la FNCA y hacerla más digerible -más después del rebufo dejado por el caso Elián-, explicaba claramente en noviembre cuál sería el plan de acción de la fundación en el futuro: "La meta es que el mundo se dé cuenta de lo que está ocurriendo en Cuba; hay que aislar a Cuba, deslegitimar a Cuba y sólo queremos que una superpotencia como EE UU y otros países europeos tengan una actitud sensata".

Joe García declara: No se trata "de que mañana EE UU invada Cuba. Ése nunca ha sido el interés. Lo que sí vamos a tratar de conseguir es influir al nivel apropiado para que Estados Unidos mantenga una posición digna y moral, de igual modo que hizo en Suráfrica o, después de muchos errores, en Haití. Esto", afirma García, "implica que se apliquen las leyes que existen, la Ley Helms-Burton, la Ley Torricelli... Queremos también asegurar que Radio Martí se mantenga como voz de un pueblo que no puede hablar".

Las líneas maestras de acción de la FNCA, como la de la mayoría de los grupos del exilio duro, se resumen en tres: incrementar la presión sobre Cuba; reducir al mínimo los viajes y los intercambios culturales entre ambos países; lograr que EE UU no dialogue ni haga concesión alguna al Gobierno de La Habana mientras primero no haya cambios de envergadura. Esta tesis no es compartida por exiliados moderados como Eloy Gutiérrez Menoyo, presidente de Cambio Cubano, Alfredo Durán o Max Lesnic, que abogan en Miami por el diálogo y la reconciliación como la mejor vía para lograr una transición en Cuba.

Probablemente, la primera prueba para calibrar si los grupos intransigentes del exilio recobrarán poder e influencias en Washington en los próximos cuatro años tendrá lugar en abril, cuando el nuevo presidente deberá decidir si Estados Unidos sigue suspendiendo o no la tercera cláusula de la Ley Helms-Burton. Políticos y académicos en EE UU piensan que Bush deberá sopesar mucho si le compensa pagar con una medida como ésta el apoyo decisivo de la comunidad cubana en las elecciones de Florida, ya que podría abrir un incómodo frente de disputa con la Unión Europea. Fidel Castro, por su parte, ya ha dicho que lo que ocurra en los próximos cuatro años en EE UU no le importa lo más mínimo, pues él se está preparando para la era pos-Bush.

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