"Los temores de Mortier no se han cumplido"
La turbulenta y efervescente era de Gérard Mortier en el Festival de Salzburgo está llegando a su fin. A partir del otoño de 2001 será reemplazado en la dirección artística por el actual director de la Biennale de Múnich, Peter Rucicka. El compositor y director de orquesta graduado en Derecho y Empresariales es un personaje polifacético. Con su expresión tímida, pero firme, Ruzicka comenta sus planes para el futuro en Salzburgo. Uno de sus principales objetivos es recuperar estrellas como Nikolaus Harnoncourt, Claudio Abbado y Giuseppe Sinopoli, que habían desaparecido de Salzburgo debido al rechazo de Mortier. Harnoncourt dirigirá el Don Giovanni de Mozart (cantará Thomas Hampson) en la apertura del festival el 27 de julio de 2002. Habrá un ciclo de Mozart, otro de Richard Strauss y un tercero de música del siglo XX, dedicado a compositores austriacos que tuvieron que vivir en el exilio tras huir de la persecución nazi.
Ruzicka recibe con gusto la herencia de Mortier, gracias al cual, afirma, "la ópera ha vivido nuevos impulsos que contribuyeron a cambiar las costumbres auditivas y la percepción de la estética escénica. Este desarrollo continuará". Se dispone a consolidar el repertorio tradicional, pero también quiere potenciar el festival como trampolín para nuevos experimentos. Anuncia que "en Salzburgo habrá un estreno cada año". Ya ha encargado obras a Hans Werner Henze, Wolfgang Rihm y Olga Neuwirth.
Por otro lado, nada indica que el recién llegado, de origen austriaco, vaya a alinearse al estilo rebelde del belga Mortier, quien intentó, sin éxito, abrir una brecha de inconformismo en la conservadora ciudad alpina. Cuando el pasado febrero el partido del ultraderechista Jörg Haider entró en el Gobierno de Austria, Mortier quiso dimitir, luego prefirió permanecer para "luchar en el frente" y, finalmente, se mostró algo resignado por no poder impedir que la derecha "se aproveche del festival para sus fines".
Ruzicka es de otra opinión: "Comprendo la posición de Mortier, pero sus temores no se han cumplido. He conversado con el canciller austriaco, Wolfgang Schüssel, y me ha asegurado que podré programar el festival sin que nada interceda en mi libre campo de acción. Si alguna vez la libertad artística y social estuvieran en peligro, entonces el festival sí reaccionaría y se haría escuchar. Pero estamos muy lejos de esto".
Después de haber dirigido la Ópera de Hamburgo, que le exigió "dedicación total durante más de 300 días al año", Ruzicka espera que Salzburgo, por ser "un festival anual que dicta otro ritmo, marcado por tensión y distensión", le permita dedicarse más a la composición, que es para él "lo más importante". "Si no compusiera le faltaría algo a mi identidad", afirma.
Para el año 2003 la Orquesta Nacional de España le ha encargado a Ruzicka la composición de una nueva obra. Se lo comunicó en octubre el compositor Cristóbal Halffter, que fue quien dio la oportunidad a Ruzicka de estrenar sus primeras obras en los años setenta en Hamburgo y en Berlín. Si el compositor español obtendrá en respuesta un lugar privilegiado en Salzburgo es algo que todavía nadie está dispuesto a revelar. Ruzicka lleva años observando también con atención la creatividad de algunos músicos españoles como Luis de Pablo, Tomás Marco y Mauricio Sotelo. "La música contemporánea tiene hoy mejores oportunidades que nunca de ser comprendida por un amplio auditorio", dijo Ruzicka. "El público ha ampliado su capacidad sensorial". Para el nuevo director de Salzburgo, "la música de hoy es más palpable y comprensible y permite relatar historias. Se está hablando un lenguaje comprensible que alimenta un diálogo fructífero con el auditorio".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.