¿Quién aprobó que todas las cumbres sean en Bruselas?
Sevilla o Barcelona
La presidencia ha mantenido, en lo que ya considera el "texto definitivo" del Tratado de Niza, que, a partir de 2002, una de cada dos cumbres europeas se celebrará en Bruselas. En la capital comunitaria se llevarán a cabo además todas las cumbres cuando la UE tenga 18 miembros o más. Así reza el Anexo III del Tratado redactado dos días después de concluida la cumbre de Niza.Pero durante las reuniones de ayer y anteayer de los embajadores europeos ante la Unión han sido varios los países que siguen preguntándose quién aprobó eso en Niza. Concretamente, Irlanda, Finlandia y Austria han dejado claro que esa fue una propuesta del presidente francés, Jacques Chirac, cuando en la madrugada del 10 al 11 no había manera de vencer las resistencias de Bélgica para que diera su apoyo al Tratado. Los líderes europeos entendieron entonces que era una simple propuesta de Chirac, pero no fue sometida a una ronda de opiniones. "Tampoco nadie se opuso", argumenta Francia.
Ahora, las cumbres (habitualmente dos al año) se celebran en el país al que le corresponde la presidencia semestral. La medida introducida perjudica a España, país al que le corresponde presidir la UE en el primer semestre de 2002. El Gobierno quería organizar una cumbre en Sevilla y otra en Barcelona, pero con ese texto colado en el Tratado tendrá que optar. "Aún confiamos en que haya una cierta flexibilidad en ese año", comentó anoche una fuente oficial española.Pero por parte belga no existe la más mínima flexibilidad. Ayer, su embajador amenazó incluso con reabrir toda la negociación de Niza si se suprimía esa prebenda. De hecho, el Gobierno belga ya se ha puesto en marcha para negociar de dónde sacará los fondos para organizar las cumbres. Se trata de saber si los costes deben ser aportados por todos o por los que les corresponde la presidencia.
La propia posición del Gobierno belga, en las horas posteriores a la cumbre de Niza, demostró que, en efecto, la propuesta de Chirac no llegó a ser aprobada por los líderes europeos en la Costa Azul. El mismo lunes día 11, el ministro belga de Exteriores, Louis Michel, declaró a varios medios de comunicación que la propuesta de Chirac aún no había sido aceptada por el Gobierno belga. Sólo 48 horas después, el presidente de la Comisión, Romano Prodi, aseguró en el Parlamento Europeo, ante la sorpresa general, que en Niza se había aprobado esa propuesta. El Gobierno español fue ese día uno de los más desagradablemente sorprendidos, aunque ayer no hizo hincapié en este asunto y ni siquiera expresó reserva alguna en la reunión mantenida en Bruselas.
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