Viva 'the Virgin of Macarena' EMPAR MOLINER
Hola absurdos. Se quedarán de piedra cuando se lo diga. Anteayer, mis 50 mejores amigas me acompañaron a la Filmoteca. Bueno, perdón; quise decir la filmo. Sí, sí, me refiero a mis amigas, las mismas que ven una vaca y se deprimen porque es "en blanco y negro".Confieso que al principio me oponía. La última vez que pisaron ese templo del cine fue un desastre. "¿Qué película echan?", me preguntaban. "¡Dios mío, no digáis 'echan', que esto no es una multisala. ¡Estamos en la Filmoteca!", aullaba yo. Todo fue en vano. Vimos Los siete samuráis y las muy palurdas, al cuarto, ya dormían.
Pero estos días, en la Filmoteca se está proyectando un ciclo sobre Pedro Almodóvar, y si una cosa les gusta a ellas es el melodrama underground. Total, que el miércoles, después de la proyección de Entre tinieblas, había una charla con el director. La moderaba el crítico de cine Esteve Riambau, y hablaban Maruja Torres y Román Gubern, además de la escritora italiana Daniella Aronica.
No hay ni que decir que mis amigas y yo llegamos peleadas. La que les habla era partidaria de usar el disfraz de cinéfila. O sea; gafas de concha, jersey de cuello alto y carnet de paro a juego (con el carnet de paro tienes descuento, como ya sabrán). Ellas decían que ni hablar. Que para ir a ver a Pedro Almodóvar se tenía que ir disfrazada de chica Almodóvar.
"Pero si todas las demás van ir vestidas así", protesté yo. "¿No veis que no impactaremos lo más mínimo?".
Pero eso no las hizo cambiar de opinión: "Puede que todas las demás vayan vestidas de chicas Almodóvar, pero ninguna de ellas gasta nuestra talla".
Llena de remordimientos, me quité las gafas de existencialista y me envasé al vacío en una minifalda. Hicimos cola, entramos, nos sentamos y esperamos.
"Llegamos tarde por culpa de Maruja", se disculpó Pedro cuando por fin apareció. "Llegamos tarde por culpa de las autoridades", le corrigió ella.
Después, el cineasta nos contó cosas; por ejemplo, que cuando rueda una escena dramática hace dos versiones. La "normal" y luego "la mexicana", o sea, "la pasada de rosca". Chismeó sobre Meg Ryan y Russell Crow y aprovechó para explicar que su próxima película se llamará La mala educación (una historia sobre los colegios de curas).
Después vino el turno de preguntas, sobre las que no nos cuesta nada ofrecerles una selección elegante: "Pedro, ¿por qué no tratas el tema del sida entre heterosexuales?". Pedro preguntó si había algún heterosexual en la sala, y Maruja, ya puestos, le rogó que se identificara. "Pedro ¿cómo se llega a los castings para ser chica Almodóvar?", y él explicó que Loles León lo había conseguido a base de convertirse en una pesadilla. "Pedro, soy de Brasil y he vivido una dictadura llena de intolerancia. Quiero saber si la resistencia moral del artista puede hacerle crear poesía". Pedro dijo que sí. "Pedro, estoy supernervioso, me parece increíble que escuchéis mi voz, o sea, que hablaré durante mucho rato para que me escuchéis mucho rato". "Pedro, ¿no te excitó la forma fálica de la estatuilla?". "Pedro, ¿no te sientes más conservador?". "Pedro, me hice una sesión de fotos porque quería trabajar contigo; además, me firmaste un póster y te quería preguntar sobre la muerte".
Es decir, que le preguntaron por todo, excepto por el discurso que pronunció el día que le dieron el Oscar.
Déjennos confesar, aun a riesgo de caer en el desprestigio, que a nosotras ese discurso nos gustó. Hasta nos pareció ingenioso que le diera las gracias a the virgin of Macarena y a sus 50 mejores amigas, digamos.
¿Por qué a nadie le gustó el discurso de Pedro (pronúnciese ¡Pedro!, a lo Penélope) y en cambio a todo el mundo le pareció tan divertido Roberto Benigni (pronúnciese ¡Roberto!, a lo Loren) el año anterior? ¿Hacía tanta gracia un señor dando saltos por los asientos, y con ese pelo largo, tan poco apto para interpretar al prisionero de un campo de concentración?
Maruja, a todo esto, fue la reina del lugar, la más aplaudida. Así que cuando ya nos íbamos, un espontáneo le gritó: "¡Dedícate a la política, por favor!".
Pues no estaría mal, una Maruja de primera dama. Al menos, el discurso de fin año en la tele tendría otra gracia: "¡Catalanes, cada día estáis más buenos!", diría a lo mejor. Sí, sí. Desde luego, otra gracia, la tendría.
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