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Entrevista:Abderramán Yussufi Primer ministro marroquí

"Los semanarios prohibidos osaron atacar al Ejército"

La violenta disolución de protestas de defensores de derechos humanos y de islamistas, que serán juzgados en enero por desórdenes públicos, y, sobre todo, la prohibición definitiva este mes de tres de los principales semanarios de Marruecos dan la impresión de que el rey Mohamed VI y el Gobierno aprietan las tuercas tras una etapa de apertura. El primer ministro, el socialista Abderramán Yussufi, disiente de esta interpretación en la primera entrevista que concede tras el triple cierre.

Los semanarios Le Journal, Demain y Assahifa fueron aparentemente prohibidos por hacerse eco de una carta escrita en 1974 por Mohamed Basri, un dirigente histórico del socialismo marroquí, en la que aseguraba que algunos de sus correligionarios, incluido el actual jefe de Gobierno, estaban al corriente de la intentona que el general Ufkir protagonizó en 1972 contra el rey Hassan II y que fracasó.Pregunta. ¿No ha quedado dañada, con la triple prohibición, la imagen de un Marruecos en el que las libertades iban poco a poco ganando terreno?

Respuesta. Es una decisión que no me fue fácil tomar. Soy consciente de que ha podido perjudicar a la imagen de Marruecos. Me vi obligado a hacerlo. No podíamos seguir soportando ataques demoledores cada semana. Eso sí que dañaba la credibilidad del país, de sus dirigentes, de la transición que llevamos a cabo. Aquellos que me critican es porque no quieren ver el fondo del asunto, lo que escribían esas publicaciones.

P. ¿Cuál ha sido el detonante de su decisión?

R. En contra de lo que se escribe, he de decirle que no ha sido la carta. La carta, disculpe la expresión, me importa un bledo. Las invectivas contra mi persona no me preocupan mucho. La gente que me conoce sabe que no presto atención a los infundios que se propagan sobre mí. La razón de mi decisión es la actuación concertada desde hace meses de esas tres publicaciones que han llegado a arremeter contra la monarquía y contra el Ejército. Esas publicaciones han osado atacar al Ejército que es una institución respetada en todos nuestros países. Es inadmisible. En España no sucedió nada parecido durante la transición ni tampoco creo que podría pasar algo así hoy en día.

P. ¿No le parece que su decisión contradice su larga trayectoria de luchador a favor de las libertades?

R. Mi principal motivación a lo largo de mi vida ha sido el interés de mi país. Al tomar esta decisión he tenido ante todo en cuenta el interés de mi país. La prohibición ha sido además legal porque se ha tomado en virtud de un artículo del código de prensa. Créame, la libertad de expresión no está amenazada. En Marruecos se distribuyen más de 700 publicaciones. La prohibición no es un paso atrás, es una mera corrección a gentes que se la merecían.

P. En los países democráticos el Gobierno, cuando considera calumnioso un artículo, lleva al periódico ante los tribunales.

R. Los juicios por difamación tardan mucho tiempo. Nuestra Justicia es lenta. Era necesario pararles los pies rápidamente. Algunas personas indulgentes me han descrito a los directores de estas publicaciones como niñatos que se habían emborrachado con los aires de libertad que soplan en Marruecos y jugaban con el fuego. Antes de que arda toda la casa había que quitarles el juguete. Era urgente. No podemos permitirnos que un grupúsculo de periodistas inmaduros ponga en peligro la transición. Hemos optado por una transición suave, estamos construyendo un nuevo Marruecos en medio de enormes problemas como, por ejemplo, la sequía que asola al país desde hace dos años y lastra nuestro desarrollo económico.

P. El PSOE no le ha criticado por la prohibición pero sí lo ha hecho, y con dureza, François Hollande, el primer secretario de los socialistas franceses. ¿Le duelen las críticas de su correligionario francés?

R. Supongo que se ha dejado llevar por sus reflejos democráticos. Lo lamento. No ha debido de tener tiempo para leer lo que publicaban esas revistas. Si se informa mejor es posible que cambie de opinión. En Marruecos casi nadie ha manifestado su solidaridad con esos semanarios, casi nadie compartía lo que escribían.

P. Los semanarios se hicieron, por ejemplo eco de la petición de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos de que sean depuradas las responsabilidades de algunos altos cargos de las fuerzas armadas o de seguridad que aún conservan sus puestos y que durante los "años de plomo" estuvieron a la cabeza de la represión contra la oposición de izquierdas y sindical.

R. Los marroquíes hemos optado casi unánimemente por una transición suave, por una reconciliación general. Hemos estudiado los ejemplos de países europeos que han llevado a cabo transiciones pacíficas. No queremos que se produzcan ajustes de cuentas. No es oportuno. Vamos, eso sí, apartando poco a poco a personas que puedan causar perjuicios. En el marco del Estado de derecho que estamos erigiendo estamos indemnizando rápidamente a las personas, o sus familiares, que sufrieron detenciones arbitrarias, que fueron secuestradas, torturadas o que desaparecieron.

P. ¿Qué hacía usted en 1972 cuando, según su correligionario Basri, los líderes socialistas marroquíes respaldaban el proyecto de golpe de Estado del general Oufkir contra el rey Hassan II?

R. Representaba a mi partido en el extranjero dónde vivía exiliado. Había obtenido un mandato de la Unión de Abogados Árabes para desplazarme a Ginebra y defender allí, ante un órgano especializado de la ONU, los derechos humanos. Mientras tanto, en mi país había sido juzgado y condenado en varias ocasiones, incluso a muerte, a veces en rebeldía, un montón de veces. En aquellos años no teníamos un problema con el rey sino con el poder que no era democrático. Cuando empezó a llevar al país por la senda del cambio respondimos positivamente a su llamada. Estoy orgulloso de haber contribuido a la alternancia.

P. Las elecciones en Marruecos siempre han estado en mayor o menor medida amañadas por el Ministerio del Interior. ¿Serán diferentes las que se celebrarán dentro de algo más de un año?

R. Estoy trabajando para que sean transparentes. Esa es una de las razones de ser de este Gobierno. Sueño con ser el primer ministro que organice unas elecciones generales totalmente limpias.

P. ¿Concluirá entonces su carrera política?

R. Probablemente. A los 76 años es hora de ir pensándoselo.

P. Si son limpias las elecciones de principios del año 2002, ¿conseguirán los islamistas una gran victoria?

R. Espero que no. Confío en que la mayoría los marroquíes opte por los partidos que han hecho la transición. A veces los ciudadanos se dejan llevar por su emotividad y se inclinan por fórmulas nebulosas que las hacen creer que la solución es el islam. El islam es nuestra religión pero no es un programa político. Los islamistas carecen de programa.

P. En primavera deberán entregar a la ONU su oferta para el Sáhara que obvia el referéndum de autodeterminación. ¿En qué consistirá?

R. No le voy a anticipar los detalles pero se trata, a grandes rasgos, en el marco de nuestra descentralización, de tomar en consideración las características de esa región. Se trata de que los habitantes de esa provincia puedan gestionar sus asuntos. Estamos estudiando los modelos de regionalización que existen en otros países.

P. ¿Le preocupan las maniobras que el Polisario efectúa preparándose, supuestamente, a una reanudación del conflicto armado?

R. No creemos que todas las amenzas que se formulan se vayan a poner en práctica. Confiamos en que los dirigentes de los países de la zona sean sabios y no les permitan tomar esa iniciativa.

P. Hace más de un año que expiró el acuerdo de pesca entre Marruecos y la UE. ¿Habrá algún día un nuevo acuerdo?

R. Nuestros recursos pesqueros han sido esquilmados. Por eso deseabamos un acuerdo de índole diferente que hiciese hincapié en la cooperación y no en la extracción. No se ha aprovechado este año para iniciar la reconversión de la flota europea, española. Los pescadores deberían por eso pedir cuenta a sus gobiernos, a Bruselas. En octubre pasado, respondiendo a la preocupación de algunos sectores sociales en Europa, hicimos el esfuerzo de poner sobre la mesa una nueva oferta que, esta vez, incluía la extracción. Esperábamos encontrar cierta comprensión por parte de nuestros interlocutores. En lugar de eso nos han pedido que firmemos un acuerdo de cinco años de duración, todo un récord.

P. Nunca tantos inmigrantes ilegales han llegado a las costas andaluzas como este año. ¿Hace su Gobierno suficientes esfuerzos por impedir este fenómeno?

R. Nuestro interés es que nuestros hijos se queden aquí, tengan un porvenir en su propio país. Por eso intentamos, a través, por ejemplo, de la Agencia del Norte desarrollar las áreas más pobres del país. Hemos padecido dos años consecutivos de una tremenda sequía y eso no contribuye a asentar a la población agrícola que en Marruecos es aún numerosa. Dicho esto, nosotros también padecemos la inmigración. Hay aquí una creciente población flotante subsahariana, e incluso chinos, a la espera de poder cruzar. Hasta que lo consiguen, sobreviven trabajando en negro, dedicándose a pequeños tráficos, etcétera. Suponen una carga para nuestro sistema sanitario, policial, judicial. Estamos en una situación bastante peor que España.

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