El presidente electo nombra a un hispano como asesor jurídico

Alberto Gonzales, el nuevo asesor jurídico de la Casa Blanca, es un ejemplo de la incipiente integración de los hispanos en el establishment estadounidense. Y de lo difícil que resulta a veces esa integración. Ayer, al nombrarle, George W. Bush evocó las duras condiciones de la infancia de Gonzales y afirmó que tanto él como la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, nacida en el epicentro del racismo (la localidad de Birmingham, en Alabama), eran pruebas vivientes de que con trabajo y con las decisiones correctas todos pueden abrirse camino en EE UU. El nombramiento de Gonzales demuestra, en todo caso, que Bush quiere ganarse, como en Tejas, a la comunidad hispana, que suma 31 millones de personas. Gonzales, de 45 años, nació en San Antonio (Tejas) en una familia mexicana. Los padres y ocho hijos vivían en una casa de sólo dos habitaciones y Alberto, al que sigue conociéndose como Al, estudió con becas, primero en Houston y luego en la universidad de Austin. Formó parte de la Fuerza Aérea entre 1973 y 1975, posteriormente se graduó como oficial en la Academia Militar e ingresó en Harvard, donde obtuvo el doctorado en Derecho.

Al regresar a Tejas conoció a George W. Bush, dedicado al negocio petrolero, y ambos se mantienen próximos desde entonces. Cuando Bush fue elegido gobernador de Tejas por primera vez, integró a Gonzales en su equipo como asesor y le utilizó con frecuencia como interlocutor con la comunidad mexicana. En 1997 le nombró secretario de Estado y responsable de las relaciones con México. En 1999 le dio una plaza en el Tribunal Supremo del Estado.

Gonzales es un hombre de gran simpatía personal y políticamente se alinea con los republicanos moderados, aunque se le considera partidario de una justicia inflexible. Formaba parte de los candidatos a ocupar una plaza en el Supremo de EE UU y su nuevo empleo mantiene intactas sus posibilidades.