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Reportaje:HISTORIAS DEL COMER

Un viejo nuevo café

El 'cura' Lezama desembarca en San Sebastián abriendo el Café Iruaritz en el local del antiguo Gaviria

"Por fin vamos a abrir este viejo nuevo café". Esas fueron las palabras con las que encabezaba la invitación para la presentación en sociedad de la última de las aventuras hosteleras de un vasco universal, Luis Lezama Barañano,o sea, el padre Lezama y del formidable grupo por el liderado. Se trata del Iruaritz, un café que viene a sumarse a los más de veinte establecimientos del Grupo Lezama.El lugar elegido no puede ser mas significativo; situado en el centro de la capital guipuzcoana (Avenida de la Libertad, 40), en el mismo local de otro café histórico, el Gaviria, aunque bastante mas espacioso, dado que han adquirido la esquina contigua, ocupada otrora por la relojería Girod y, más recientemente, por una entidad de ahorros. Con ello se ha logrado invertir el nefasto proceso, iniciado hace más de un cuarto de siglo, de la sustitución de los viejos y entrañables cafés donostiarras por bancos y otras entidades financieras.

Iruaritz toma prestado su nombre del caserío familiar de Amurrio (en el barrio de Lezama) donde nació hace 64 años nuestro personaje y que hoy es un preciosa casa rural. Ése es también el nombre que este cura, periodista y hostelero incansable, creador en 1993 de la Escuela de Hostelería de Sevilla, dio a la fundación de carácter social que puso en marcha el año pasado.

Y es que Luis Lezama ha llevado a la práctica la frase de Santa Teresa de que "Dios también anda entre los pucheros" juntándola con esa otra de que obras son amores. Tras su paso por la parroquia de Chinchón, en 1965 recaló en el barrio de Entrevías, en Vallecas, uno de los suburbios más problemáticos entonces de la periferia madrileña, donde se dedica a sacar a los jóvenes de la marginación a través de las escuelas de formación profesional acelerada. Allí comienza a tomar cuerpo la filosofía de Lezama, que se plasmaría en sus diversos negocios hosteleros para reinsertar a la juventud marginal por el trabajo comunitario.

Con esa idea se plantó, siendo párroco de la localidad madrileña de Pinto, ante en mismísimo cardenal Enrique Tarancón para solicitar su permiso de convertirse en tabernero. El entonces arzobispo de Madrid, que no era desde luego ningún pusilánime, se echo a temblar ante esta locura y le negó inicialmente su respaldo. Al fin, en el año 1974, renunció al sacerdocio y creó como medio de vida independiente para él y sus jóvenes acogidos un bar restaurante en pleno centro de Madrid, La Taberna del Alabardero, que pronto se haría un lugar famoso, citado por los principales eventos del cambio político, encuentro de intelectuales y artistas; sobre todo músicos, ya que la taberna está situada frente al Teatro Real. A esta primera taberna del Alabardero le han seguido las de Puerto Banús (Marbella), Washington, Sevilla, así como el buque insignia de la empresa, el Café de Oriente madrileño. Y eso por no hablar de la rehabilitación de la antigua Taberna Carmencita o la gestión de La casa del salmón noruego y de uno sus últimos establecimientos, el restaurante italiano Don Giovanni.

Estamos ahora de enhorabuena con el desembarco del cura Lezama en el País Vasco, que, sin duda, va a intentar ser profeta en su tierra con este café Iruaritz. Ongi etorri.

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