La libertad no tiene precio
Los asesinos han vuelto a demostrarnos su desprecio por la vida humana. Sus palabras de muerte han vuelto a sonar en Cataluña recordándonos a todos la voluntad de ETA y su entorno político de someternos a su chantaje.Paco Cano era un exponente de la labor callada e inestimable que realizan los concejales en nuestros pequeños municipios. Lejos de los oropeles y sinecuras del poder, ajenos a los grandes debates políticos, sin otra compensación que la satisfacción de ayudar a construir el futuro de su pueblo, estos concejales son la cara más humana de nuestra política local.
Por eso, querría recoger en estas líneas una breve semblanza de Paco Cano, como símbolo de la generosidad de estos miles de concejales anónimos, de todos los partidos, que desde 1979 han construido y fortalecido la democracia desde sus municipios.
Paco Cano era un concejal entregado a su labor municipal, cuyo sentido humano era apreciado por sus compañeros de consistorio y conciudadanos, por encima de las barreras partidistas o ideológicas. Como ocurre en muchos de los pequeños consistorios de Cataluña, las necesidades del pueblo difuminaban en gran medida las diferencias entre el gobierno y la oposición. Y Paco, como era conocido por todos en Viladecavalls, era el primero en arrimar el hombro para apoyar al gobierno municipal en aquellas ilusiones que todos compartían.
Sus asesinos golpean los valores de convivencia que Paco y tantos miles de concejales están haciendo realidad día a día. Porque quienes matan no creen en la convivencia democrática, en la posibilidad de discrepar políticamente sin tener por ello que convertirnos en mutuos enemigos. Ellos no aceptan otro juego político que la sinrazón del terror, que la imposición de sus objetivos por la fuerza.
Por eso, en estos momentos de dolor, con el alma rota, con las lágrimas en los ojos, con el sentimiento de impotencia ante la pérdida de nuestro amigo y compañero, hemos de reafirmar nuestro compromiso democrático. Nuestro compromiso por los valores de nuestro Estado de Derecho, que no tiene precio y que no puede ser prenda de negociación partidista ni tampoco rehén de los violentos.
No podemos aceptar, sin echar por la borda el valor mismo de nuestra democracia, la pretensión de poner precio a la vida humana y de condicionar el cese de la violencia a la ruptura de los principios del Estado de Derecho. El nacionalismo vasco tiene la gran responsabilidad de rectificar los errores del pasado y de unirse a la causa de la defensa de la democracia, sin pretender obtener ventajas políticas de la negociación con los asesinos.
Nuestra historia nos demuestra que sobre la violencia no se puede construir nada sólido. Quien pretenda construir sobre la violencia verá amenazado lo construido por otras violencias, y con ello lo único que se conseguirá es destruir el marco de libertades de que disfrutamos hoy en día. Por eso mismo, afirmamos que la Constitución es y debe seguir siendo la bandera común de todos los demócratas, y que no debemos abandonar o rebajar su defensa por ninguna causa ni por ningún precio..
Alberto Fernández Díaz es presidente del PP de Cataluña
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