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Putin viaja a Cuba para recuperar el espacio perdido tras la desaparición de la URSS

Una década después del cataclismo socialista, el presidente ruso, Vladímir Putin, inicia hoy una visita a Cuba, cuyo propósito declarado es recuperar las posiciones perdidas por Moscú en la isla caribeña, aunque de ella se espera más contenido simbólico que resultados concretos. Fidel Castro y Putin se entrevistarán en varias ocasiones y firmarán un protocolo comercial que establecerá el marco para las relaciones económicas bilaterales en los próximos cinco años. Sin embargo, los escollos para reactivar los vínculos entre Moscú y La Habana parecen demasiado grandes.

Putin viaja acompañado de una delegación de seis ministros, incluido el de Defensa, Igor Sergueev, y cerca de 80 empresarios y hombres de negocios. En declaraciones a la televisión cubana en vísperas de su viaje, el mandatario ruso (que dedicará dos de los cuatro días de su visita a actividades privadas en Varadero) afirmó que el deterioro de las relaciones con Cuba por motivos ideológicos había sido un error. "Cuba es nuestro antiguo y tradicional aliado", afirmó Putin, tras expresar su deseo de recuperar el espacio ocupado por empresas canadienses, francesas y españolas.Sin embargo, convertir en realidad este deseo no parece sencillo. En abril de 1989, fecha en que visitó la isla por última vez un líder del Kremlin, Mijail Gorbachov, el Gobierno de Fidel Castro realizaba el 70 % de sus intercambios comerciales con la URSS y colocaba en ese mercado el 80 % de sus productos de exportación, fudamentalmente azúcar, níquel y cítricos. Existían entonces decenas de proyectos de colaboración económica, para cuyo desarrollo Moscú concedió dos créditos de 2.500 millones y 4.500 de rublos en la etapa 1985-1989. La mayor parte de estos fondos se destinaron a la construcción de tres obras gigantescas: la central electronuclear de Juraguá, una gran planta procesadora de níquel en la provincia de Holguín y una refinería de petróleo en Cienfuegos.

¿Qué queda hoy de todo esto? En lo que se refiere al intercambio comercial, cuyo volumen en 1990 llegó a sobrepasar los 8,8 billones de dólares, las cifras cubanas y rusas difieren. Según declaró a la televisión cubana Vladímir Putin, el año pasado el comercio entre ambos países alcanzó 970 millones de dólares y este año será mayor. La Habana, sin embargo, evalua estos intercambios en unos 400 millones de dólares.

Lo cierto es que el comercio entre Cuba y Rusia, como heredera de la URSS, se ha reducido en más de un 90 % en estos años. Y eso que en los últimos dos años el comercio cubano-ruso creció más de un 25 %, admite el jefe de la misión comercial rusa en La Habana, Oleg Podolko.

Podolko asegura que uno de los obstáculos más grandes para recuperar el terreno perdido es la inexistencia de mecanismos financieros. "En la actualidad no existe ningún tipo de seguro estatal para cubrir las exportaciones a Cuba, ni líneas de crédito oficial a corto y medio plazo para financiar la compra de productos rusos", afirma. Pese a este desalentador panorama, Rusia considera que el mercado cubano es importante. "El 70 % del mercado cubano esta dirigido a nuestra tecnología y esto representa un gran potencial y despierta el interés de los empresarios rusos", dice el funcionario.

Muestra de este interés, indica Moscú, es que entre la delegación de empresarios rusos estén representantes de la compañía minera Nirilt, que desde hace tiempo negocia con Cuba la inversión de 300 millones de dólares en la planta de las Camariocas. Sin embargo, la posibilidad de echar a andar la central nuclear de Juragua es remota debido a lo cuantioso de la inversión.

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Mantener la sintonía en asuntos estratégicos y políticos será, paradójicamente, mucho más fácil que resucitar las relaciones económicas. Un ejemplo es la Base de Telecomunicaciones de Lourdes, el centro de escucha que Moscú tiene en territorio cubano desde 1967 para espiar a EEUU y que jamás fue desactivado, pese a la decisión de Moscú de retirar sus últimas tropas de la isla en 1992. La base sigue siendo operada por militares rusos y su arrendamiento le cuesta a Moscú 200 millones de dólares al año, pagados puntualmente.

Durante la visita de Putin se firmarán un acuerdo de cooperación en materia de salud, otro de asistencia jurídica y otro para evitar la doble imposición y prevenir la evasión de impuestos. Eso es todo lo que hay, oficialmente.

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