¿Dónde están las fronteras de Europa?
La próxima ampliación deja al otro lado de la barrera de la UE a Rusia, Ucrania y Bielorrusia. ¿Qué significa ese paso?
¿Deben fijarse ya de forma clara las futuras fronteras orientales de la Unión Europea o debe seguir la ambigüedad en el Este para evitar que los países como Ucrania, Bielorrusia o Rusia, con los que la UE no cuenta como socios en un plazo previsible (o no cuenta en absoluto) pierdan las ilusiones y se sientan marginados?Los políticos alemanes abordan ya este delicado tema. El tiro de salida lo dio el ministro de Exteriores, Joschka Fischer, en mayo, cuando dijo que las fronteras exteriores de la futura UE fueron "más o menos trazadas" en la cumbre europea de Helsinki. En lenguaje no diplomático, lo que el ministro quiso decir es que las fronteras orientales de la UE pueden llegar como máximo a coincidir con los contornos orientales de los 12 o 13 (si se incluye Turquía) países que hoy son candidatos. Núcleos de la cultura centroeuropea tan importantes como Lvov o Kiev se quedarían así fuera de la UE, que llegaría, sin embargo, hasta Siria, Irak e Irán.
Las ideas que se gestan en París y Berlín alarman en Varsovia, en Kiev y en Moscú. Por su percepción de seguridad, Polonia no quiere transformarse en el bastión oriental de la UE. Por las mismas razones, Ucrania no quiere quedarse al otro lado de una barrera muy real, que estará equipada con todos los controles de Schengen y todos los monitores de infrarrojos necesarios para luchar contra la emigración ilegal, el contrabando y el crimen. Kiev considera injusto tener que lidiar en solitario con los afganos o vietnamitas que, en lugar de llegar a la Europa rica, se quedan atascados en los Cárpatos. Aunque no se plantee el ingreso en la UE, Moscú se ve reforzada en sus ideas sobre la connjura occidental y en su propia marginación, y Bielorrusia, en su condición de agujero negro en la construcción europea.
Los analistas del Ministerio de Exteriores de Alemania y de Francia agitaron los ánimos orientales el pasado verano cuando se filtró el contenido de un documento interno redactado en conjunto por los centros de planificación de ambos ministerios. El documento, que no es considerado una posición oficial pero que ahondaba en las ideas del ministro, advertía que no hay que confundir Europa con la UE. Bruselas no reparte certificados de aptitud europea, sino que decide en función de sus intereses y del deseo soberano de sus Estados miembros, si puede aceptar a nuevos socios. Por primera vez, los expertos ministeriales dijeron claramente que Ucrania, Rusia y los otros Estados procedentes de la descomposición de la Unión Soviética, con excepción de los bálticos, deben quedarse al otro lado de la barrera. En lugar de orientarse hacia la Unión Europea, esos países deberían desarrollar el máximo nivel de cooperación en la Comunidad de Estados Independientes (CEI), y actuar desde ese marco frente a la UE. Una UE demasiado ampliada, advertían, podría despertar susceptibilidades en Estados Unidos y ser percibida como un contrapeso al vínculo atlántico.
El documento franco-alemán suscitó reacciones en contra en el seno de Los Verdes, el partido de donde procede Fischer. El portavoz de política internacional de Los Verdes, Helmut Lippelt, advirtió de que resulta "irresponsable" trazar hoy las fronteras orientales de la UE. El consejo para que Rusia y los Estados de la CEI se organicen de un modo análogo a la UE no tiene en cuenta las tendencias imperiales que existen aún en Rusia ni la ambivalencia de el presidente ruso, Vladímir Putin, ante Occidente. "Si Europa traza definitivamente sus fronteras orientales, es inevitable un efecto negativo polarizador", señalaba Lippelt. "Lo peor que podría hacer la Europa de la UE ahora es crear parias en su frontera oriental", añadía.
También el viejo canciller socialdemócrata Helmut Schmidt se ha sumado al debate sobre las fronteras orientales de Europa. En un capítulo de su nuevo libro (La autoafirmación de Europa), Schmidt ha dicho que Rumania, Bulgaria, Eslovaquia y Malta dejan "algunas dudas" sobre su pertenencia cultural a Europa y lo mismo vale también para los Balcanes, Rusia, Ucrania y Bielorrusia. En cambio, está "fuera de toda duda razonable" que Turquía está fuera del círculo cultural europeo. El que quiera integrar a Turquía en la UE deberá saber "con qué argumentos rechazará en el futuro las peticiones de ingreso de Egipto, Marruecos o Argelia", señala. Los dirigentes de la UE, advierte, deben evitar influir en el futuro de los países del ámbito cultural ruso (Rusia, Bielorrusia y Ucrania) con "discursos no reflexionados sobre la integración".
"No queremos que Ucrania sea una zona gris entre el territorio de Schengen y Rusia", afirmaban medios diplomáticos ucranios, preocupados por la introducción de visados para los ciudadanos de Ucrania en Hungría y Eslovaquia. Polonia se resiste a las presiones de Bruselas para que haga lo mismo. En las fronteras orientales polacas, los empresarios recurren a la mano de obra barata de Ucrania, como los alemanes recurren a los polacos en las suyas.
Bruselas tiene miedo a que los países del Este de Europa no puedan asegurar por sí mismos su frontera oriental. De ahí las consideraciones sobre un Servicio Europeo de Protección de Fronteras, que podría proteger la demarcación de hasta 4.000 kilómetros que surgirá cuando entren los 12 candidatos con los que se negocia actualmente. Alemania actúa ya para reforzar las fronteras orientales de la UE. En octubre, el responsable de las tropas de fronteras de Ucrania fue invitado por el Ministerio del Interior alemán, y Berlín ha enviado ya oficiales de enlace que se ocupan de fronteras a los Ministerios del Interior de Polonia, Bulgaria y la República Checa. El ministro de Asuntos Europeos del land de Brandeburgo, por su parte, ha dicho que Alemania podría poner 10.000 funcionarios a disposición de un cuerpo de guardafronteras europeos.
"Hay que poner límites, hay que decir stop, pero a los países que se quedan fuera de la UE hay que hacerles ofertas para que participen también del bienestar", afirma el profesor Christoph Bertram, director de la Fundación de Ciencia y Política de Ebenhausen. Bertram apunta hacia una mayor cooperación en el terreno energético.
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