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¿Dónde está la coyuntura?

Joaquín Estefanía

Hace escasas semanas casi todos los informes de los organismos multilaterales, por ejemplo el de la OCDE, marcaban un sesgo hacia la subida de los tipos de interés. Casi de repente, la tendencia ha cambiado de sentido. La pasada semana, el presidente de la Reserva Federal (FED), Alan Greenspan, en una intervención ante la comunidad de banqueros de Nueva York, avisaba de que su punto de vista es diferente y permitía deducir a los analistas que, más temprano que tarde, la FED bajará el precio del dinero en Estados Unidos, con el consiguiente efecto arrastre sobre la economía mundial.Casi cuatro años después de su aviso sobre la exuberancia irracional de los mercados, Greenspan desnudaba los peligros de lo contrario: que las bolsas de valores se desplomen ante una desaceleración más rápida de lo previsto de la economía americana. El maestro (en expresión de Bob Woodward) declaraba que "el crecimiento en EE UU se ha moderado de forma apreciable... En una economía que ya ha perdido algo de su fuerza, hay que mantener la vigilancia porque un debilitamiento de los valores de los activos en los mercados financieros puede señalar o precipitar una reducción excesiva del gasto de los hogares y empresas". En efecto, los datos de la coyuntura empiezan a ser explícitos: el crecimiento del tercer trimestre del año fue del 2,4%, la mitad del registrado sólo tres meses antes (5,6%), se han desacelerado la demanda de consumo y los pedidos industriales, muchas empresas están dando resultados manifiestamente por debajo de lo previsto (las últimas, Motorola o Apple), caen las bolsas, se reduce la construcción de viviendas o las compras de automóviles y, por el contrario, aumentan las peticiones del subsidio de desempleo.

Greenspan ha hecho uso de esa flexibilidad en el uso de la política monetaria que tanto envidiamos los europeos, acostumbrados a las acciones más tortuosas, más ineficaces y más ortodoxas del BCE. La pregunta es si la FED hace uso de una política monetaria más laxa y menos antiinflacionista y baja los tipos de interés en su reunión del próximo día 19, o lo deja para más adelante. Sería el primer recorte de tipos después de seis subidas consecutivas desde junio de 1999. Para Greenspan -el mejor apoyo del nuevo presidente- parece claro que en estos momentos el mayor peligro para la economía americana no es la inflación, sino una desaceleración más brusca de lo que se creía; es decir, no el predicado aterrizaje suave, sino la recesión. Se trata, una vez más, de buscar el equilibrio: la FED ha intentado una y otra vez enfriar la coyuntura, y ahora quiere evitar que se congele.

Las palabras del presidente de la Reserva Federal fueron, como casi siempre, bálsamo para las bolsas de todo el mundo. Al día siguiente de su intervención, el índice Nasdaq (que representa los valores de la nueva economía) experimentaron su mayor subida en un solo día desde su creación en 1971. Lo mismo sucedió en Europa (que ve con satisfacción la conjunción de una posible baja del precio del dinero en EE UU y la apreciación del euro -los inversores podrían deshacer posiciones en dólares y trasladarlos a la moneda europea-, más la reducción del precio del petróleo por debajo de los 30 dólares por barril), y en España. La Bolsa de Madrid vivió su semana más loca, llegando un día a su mínimo anual (la mayor caída en los dos últimos años) y el siguiente, tras las palabras de Greenspan, a la mayor subida del año 2000.

Una palabra final sobre los mercados emergentes. El mes de noviembre ha sido para los mercados españoles el peor de los últimos 11 años, y han sido los más volátiles de Europa. Atención a los problemas de Turquía y Argentina, no sea que, como en 1997, los inversores huyan de los países periféricos en busca de más calidad y seguridad.

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