María Schneider califica el cine francés de duro y triste
La actriz, jurado del Festival de Gijón, está aburrida de 'El último tango en París'
GREGORIO BELINCHÓN María Schneider es el ejemplo del encasillamiento. En su tercer filme, en 1972, la parisiense rodó El último tango en París. Da lo mismo que después haya trabajado en una treintena de películas, con Michelangelo Antonioni, Roger Vadim, Luchino Visconti... Los españoles sólo recordamos a Schneider, que fue jurado en el último Festival de Gijón, por la escena de la mantequilla.
Toda una generación ha encasillado a la actriz en su Jeanne de El último tango en París. Y María Schneider (París, 1952) lo aborrece. Está harta de que no se reconozca su labor posterior. Asegura que no le importa "este encasillamiento". De lo que está aburrida es de hablar de la película: "Es que llevo 30 años comentando el rodaje".Sin embargo, Schneider, que la semana pasada formó parte del jurado del Festival de Cine de Gijón, cree que esa imagen sólo forma parte del público español. "Depende de cada país. En España casi no se han visto mis posteriores trabajos. Y encima aquel largometraje se estrenó mientras España vivía un momento político especial. Lo que pasa aquí con El último tango en París no ha ocurrido en ningún otro país".
No se arrepiente de ésta ni de ninguna de sus siguientes películas, pero sí de haber rehusado trabajar con Franco Zeffirelli en Jesús de Nazaret. "Tenía que haber rodado ese filme. Franco me propuso ser su María y si lo hubiese hecho habría cambiado radicalmente mi carrera. Fue justo después de El último tango... y un papel se habría superpuesto al otro".
A Schneider le disgusta el cine galo: "Es duro y triste. Se hacen muchas películas y nadie las recuerda. Me interesa más el británico"; confiesa que ha trabajado en lo que ha querido: "Soy una artesana, necesito poder hablar con el director y que haya un diálogo creativo"; y se apunta a las quejas de las actrices maduras: "Sobrepasas la cuarentena y se acabó. Mientras, los actores siguen de galanes. Suerte que nunca trabajé para la gloria o el dinero".
Su último filme, Los actores, de Bertrand Blier, ha sido un éxito en Francia. El director ha mezclado la realidad con la ficción, un recorrido surrealista por la vida de los actores. "Me interpreto a mí misma, con un carácter y unos diálogos inventados. Y ha sido el personaje más difícil de mi carrera".
Babelia
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