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Sabores serranos

La mejor cara del pueblo

Lia Neuman y Anna Zoeckler, dos jóvenes estudiantes alemanas de 24 años, acaban de llegar pasado el mediodía al mercado de abastos de la localidad serrana de El Pedroso, en Sevilla. Están un poco desbordadas por la enorme oferta gastronómica que les entra por la vista, el olfato y el gusto. Por ahora, recién aterrizadas, sólo saben que de aquí saldrán muchos de los regalos de Navidad que lleven a sus familias dentro de unos días.Ramón Guerrero y María Dolores Martín lo tienen más claro. Junto al grupo de 10 o 12 amigos con los que se han desplazado a El Pedroso, salen del mercado bien cargados de productos típicos de la comarca. Sus bolsas están llenas de cañas de lomo, chorizos, longanizas, piñonates, miel, y hasta una paletilla. Es la primera vez que vienen a la feria de muestras de la Sierra Norte. Llenarán las despensas de sus casas, en El Viso del Alcor, aunque dudan de que nada de lo que llevan llegue hasta Navidades.

Negocio inducido

El mercado de abastos de El Pedroso es el centro neurálgico del pueblo desde ayer y hasta el próximo domingo. Se celebra la V Feria de Muestras de Productos Típicos y Artesanales de la Sierra Norte de Sevilla y la gastronomía es la reina. Los quesos, el aceite de oliva virgen, la carne y los embutidos de venado y jabalí, los licores y anises, el mosto, la miel, la chacina de cerdo ibérico y la carne de membrillo han desplazado de sus puestos durante el puente a las tradicionales carnicerías, pescaderías y fruterías.

Aunque a la hora del aperitivo era difícil moverse por entre los puestos del mercado, el alcalde, Rafael Rosendo, espera mucha más afluencia de público durante el fin de semana. "Hoy es el primer día y la cosa está normal. Además, el mal tiempo y la niebla retraen un poco a la gente. Si queréis comprar algo, aprovechad hoy y no esperéis al domingo, no sea que no quede nada", aconseja Rosendo a la prensa.

La feria, que espera este año más de 60.000 visitantes (en un pueblo de 2.422 habitantes), no se centra sólo en los alimentos de la comarca, aunque sea ése el mayor atractivo para los visitantes. En otras tres zonas expositivas, los 10 pueblos de la zona muestran su riqueza ganadera, turística y artesanal. El quinto punto de interés es una casa tradicional que, abierta como museo, permite imaginar como era la vida en la sierra durante el siglo pasado.

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Visitantes y vecinos se mezclaron ayer desde primera hora de la mañana por las estrechas y empinadas calles del pueblo. La ubicación de las diferentes sedes de la muestra obligaban al turista a recorrer a pie casi toda la localidad que, aunque no engalanada para la ocasión, sí lucía recién limpiada, perfectamente preparada para recibir con su mejor cara al público, que necesitaba de las indicaciones de la gente de El Pedroso para no perderse.Los coches habían quedado a las afueras del pueblo, junto a la estación de tren, donde uno de los 21 vigilantes traídos de Sevilla, de los conocidos como vovis, había cobrado 200 pesetas por controlar el aparcamiento. Señal inequívoca de que el progreso termina llegando hasta el último rincón de la sierra.

En el Instituto Cervantes están los artesanos de la comarca, junto a algún otro invitado venido de algo más lejos. Allí están a la venta artículos de caza y artesanía cinegética de Guadalcanal, mantelerías bordadas y pintadas a mano de La Puebla de los Infantes, mantones bordados a mano y guarnicionería de Cantillana o suelos de cemento prensado pintados a mano en el mismo El Pedroso. José Gallego, gerente de materiales Vergara, explica el proceso de fabricación y orienta a la clientela de precios y medidas. "El metro cuadrado sale entre 5.000 y 8.000 pesetas". ¿Y la gente se lo lleva puesto? "Hombre, aquí, más que encargos concretos lo que hacemos es darnos a conocer. Luego, eso se traduce en negocio en los meses siguientes", explica Gallego.

Es lo que la organización llama negocio inducido y que, en la edición del año pasado, superó los 225 millones de pesetas. Ése es el mayor beneficio de la feria de muestras: la promoción que artesanos y productores hacen de sus negocios. "Eso es mucho más importante que las ventas que hacemos. En la feria, sólo en degustaciones se nos va un dineral", afirma Joaquín, uno de los encargados del puesto de embutidos serranos de Jamones Caballero.

En el apartado de negocio inducido habría que incluir, además del que hacen los 43 empresarios expositores, el que supone la feria para todo el pueblo que, durante estos días, se mueve entero en torno a este acontecimiento. Los bares y restaurantes aparecen llenos a rebosar, sus terrazas incluidas pese al ligero calabobos que cae, cualquier garaje sirve para instalar una tienda de bocadillos y refrescos, e incluso la parroquia organiza una tómbola para recaudar fondos con los que restaurar la iglesia de Nuestra Señora de Consolación.La guinda se la llevan los chicos del instituto que, para abaratar sus viajes de fin de curso, han instalado en un zaguán una consigna donde guardan las bolsas de los visitantes, repletas de chorizos, miel, etc..., al módico precio de 200 pesetas los tres bultos.

Al borde de las tres de la tarde, con los pies cansados, las bolsas llenas y los bolsillos quejosos, los turistas llenan la calle de la estación. Bajan desde el centro del pueblo en riadas, en busca de un buen lugar donde sus estómagos puedan reponerse, aunque sus bolsillos sigan lamentándose. Lo propio es probar la carne de caza: el venado, el jabalí, etc. Entonces, con el cuerpo satisfecho, la jornada ha concluido.

Entre la niebla, los visitantes dejan El Pedroso y vuelven a casa. Llenarán sus despensas con los ricos productos de la Sierra Norte, algún recuerdo artesano completará la decoración del salón y ellos esperarán al próximo año para volver a dar gusto a sus paladares con los sabores serranos. O se lo piensan mejor y vuelven antes del domingo para que algo les dure hasta Navidad.

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