Alumnos de Medicina de Cádiz concluyen las clases de anatomía sin practicar con cadáveres
La falta de donaciones y la negativa docente a usar formol impiden completar la formación
En la Facultad de Medicina de la Universidad de Cádiz no hay cadáveres desde hace tres años para que los alumnos realicen las prácticas académicas. Una promoción completa ha concluido sus estudios de anatomía, que se imparten en primero y segundo de licenciatura, sin diseccionar o explorar un cuerpo humano. Otras dos promociones van por el mismo camino. Los futuros médicos comienzan sus prácticas hospitalarias sin "saber" lo que es un cadáver, según explica José María Castro, director del Departamento de Ciencias Morfológicas, encargado de las clases de Anatomía.
"Las prácticas que han recibido han sido muy precarias", lamenta José María Castro. Y es que, en las contadas ocasiones que los alumnos han acudido a la sala de disección, no han visto restos humanos sino láminas, vídeos, o modelos de plástico que reproducen el cuerpo humano o partes de éste. La situación se repite en el resto de universidades del país debido a la reticencia de las personas a donar sus cuerpos o los de sus familiares para este fin.En esta ocasión, este déficit, se ha visto agravado por la negativa de los profesionales académicos de Cádiz a emplear formol para conservar los cadáveres habilitados para las prácticas. Según una gran mayoría de profesores y sanitarios, el contacto directo y continuado con este ácido durante un largo periodo de tiempo puede provocar cáncer.
La relación causa efecto no está confirmada científicamente, aunque el fallecimiento el pasado mes de julio de Manuel Alcázar, empleado de la Facultad de Medicina de Cádiz, a causa de un cáncer de pulmón ha reabierto el debate. Este trabajador, que fue el encargado del depósito de cadáveres de la facultad, estuvo expuesto durante 23 años a altas concentraciones de formol, 150 veces por encima de lo permitido, según el jefe del departamento, José María Castro. Cuando le fue diagnosticada esta dolencia, en 1997, Castro, convencido de que la exposición al formol fue la causante directa de la enfermedad del empleado, ordenó cerrar la antigua sala de disección y los depósitos.
Esta medida llevó aparejada la incineración de los 12 cadáveres que se almacenaban en las piscinas de formol, ante la elevada concentración de este producto. "Hemos estado utilizando incorrectamente una sustancia peligrosa", sostiene Castro.
Desde entonces, a la escasez de donaciones se une la negativa del Departamento de Ciencia Morfológicas a tratar con cuerpos que sean conservados en formol. Castro defendió ante el Comité de Salud Laboral de la Universidad de Cádiz su decisión.
Así, los alumnos, que son los principales perjudicados, han amagado en varias ocasiones con promover movilizaciones de protesta. "Está muy bien el material audiovisual, los muñecos y los vídeos que analizamos, pero ya está bien. Queremos estudiar y practicar con cadáveres. Necesitamos tener un enfoque más tridimensional mediante un contacto directo con material cadavérico", demanda Manoli Fernández, representante de la delegación de alumnos de la Facultad de Medicina de Cádiz.
Dos son las soluciones por las que abogan los doctores en Anatomía. La primera tiene una proyección puramente jurídica. Los profesionales exigen que el ordenamiento recoja una norma, al margen de ya existente, que regula la utilización de los cadáveres no reclamados. En este sentido, la esperanza de los profesores recae en la aprobación futura de la Ley de Policía Mortuoria, que debe auspiciar la Junta de Andalucía. La segunda solución es más complicada. Se trata de lograr un producto inocuo que sustituya con garantías al formol. El profesor Castro acudirá, en breve, a unas jornadas en Murcia en las que se abordará la técnica de la plastinización, por la que se extrae líquido del cadáver para conservarlo. Su alto coste no será obstáculo si se demuestra su efectividad.
El decano media con ayuntamientos y funerarias
El decano de la Facultad de Medicina, José Vilches, afirma estar preocupado por la falta de cadáveres para prácticas y no ha cejado en su empeño de remediar esta situación desde que tomó posesión del cargo, hace año y medio. En este tiempo, ha auspiciado una serie de iniciativas que se ajustan a las exigencias que la Sociedad Anatómica Española enumeró en 1996 como indispensables, según el Acta de Barcelona, que aborda los problemas que rodean a las salas de disección y su entorno. A finales del año pasado, se inauguró la nueva sala de disección, cuya reforma ha costado siete millones de pesetas. Las nuevas instalaciones responden a las condiciones exigidas por los profesionales: modernas, funcionales, seguras e higiénicas."Existe un tabú incierto en España que hay que tumbar cuanto antes. La gente piensa que las salas de disección son lugares tétricos y lúgubres donde alumnos y profesores se manejan entre restos de vísceras, como si fuera una película de Frankenstein. Nada más lejos de la realidad. Un buen ejemplo es nuestra sala", explicó Vilches.
Ante la falta de cadáveres, el decano ha conjugado la triple fórmula de dedicación, voluntad e ingenio para tratar de acabar con la penuria actual. Diversos acuerdos con ayuntamientos de la provincia y con funerarias pretenden garantizar la donación, municipal y privada, de cadáveres con fines académicos en el futuro. Las demás iniciativas están orientadas directamente a incrementar las donaciones de cadáveres. Así, el decanato interviene para facilitar a los familiares los trámites burocráticos y los costes económicos. La facultad abona todos los gastos del traslado de los cuerpos, gestiona el papeleo notarial, se encarga de los certificados médicos y se compromete a dar un trato "respetuoso" al cadáver durante las prácticas de los alumnos. También se hace cargo del enterramiento o incineración posterior de los restos. Esto ha posibilitado que en el último año se hayan registrado siete donaciones que cumplían las condiciones sanitarias exigidas. Todas estas actuaciones procuran al decano "una sensación de cierta tranquilidad", como él mismo admite. "Los familiares deben entender que es para un fin tan noble como el de formar a los que serán futuros médicos, para que realicen correctamente sus prácticas", concluye.
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