"No tengo ninguna estrategia"
Dijo ayer el representante de Sergi López que el actor se tendrá que cambiar el número del móvil. Para seguir conservando la privacidad tan buscada. En París, donde la noche del sábado Sergi López recibió el premio al mejor actor europeo por su papel en Harry, un amigo que os quiere, un filme francés dirigido por la alemana Dominik Moll, el teléfono del actor catalán se colapsó ayer con llamadas y felicitaciones. Asimilando esta rendición de Europa a sus pies. Él, que casi sin buscarlo llegó al cine en Francia de la mano de Manuel Poirier y ya está tocando el cielo. Después de sus cinco filmes con Poirier llegó el éxito de Western en 1997, y a partir de ahí, ofertas de todo tipo y su participación en una veintena de películas. Desde ese teléfono móvil que pronto dejará de ser suyo, Sergi López, nacido hace 35 años en Vilanova y la Geltrú, afirmó que la jornada parisina de ayer fue divertida, después de que el sábado viviera más sensaciones de nervios y desbordamiento.Pregunta. ¿Qué supone este premio en su carrera?
Respuesta. No lo sé. No sé hasta qué punto sirve de verdad. Es un galardón muy prestigioso, pero no sé cómo me puede afectar.
P. Pero está claro que le abrirá más puertas.
R. No tengo ninguna estrategia en mi carrera. Mi única estrategia ha sido la de escoger guiones e historias. Supongo que, a partir de ahora, recibiré más guiones y me dará más oportunidades para elegir. Creo profundamente que mi vida la controlo yo. De un tiempo a esta parte se me abren muchas puertas. Yo, que he llegado al cine casi sin buscarlo y sin darme cuenta...
P. ¿Le ha acompañado la suerte?
R. Sí, el azar existe. Creo mucho en que las cosas se hacen solas. Desde mis cinco películas con Poirier hasta Western he tenido la suerte de tener buenos guiones y de que confiaran en mí. Pero me resulta supercurioso y superrealista lo que me está ocurriendo. No hay un sistema para llegar donde estoy. A mí lo que me gusta es actuar. La popularidad y el éxito nunca han sido un objetivo.
P. ¿Qué le debe a Francia como actor?
R. No me siento en deuda con nadie, y tampoco con Francia. Debo mucho a Poirier, que me dio la oportunidad de aprender el oficio, la mecánica del rodaje y el trabajo en libertad.
P. ¿Su triunfo en Francia le ha ayudado en su carrera en España?
R. A mí me da igual trabajar en Francia, en España o en Tombuctú. Es muy simple, escojo los guiones que me gustan vengan de donde vengan. Este último año he trabajado en España en dos películas que se estrenarán a primeros de año, El cielo abierto, de Miguel Albaladejo, y Hombres felices, de Roberto Santiago
P. Los premios en París demostraron que el cine europeo es todo un encuentro de culturas y usted es un vivo ejemplo de ello.
R. La idea de Europa me resulta familiar, pero no quiero ser ejemplo de nada. Yo llegué a Francia a estudiar teatro y poco después me di cuenta de que me había convertido en un actor de cine. Ahora tengo proyectos de otros sitios.
P. ¿Hollywood entra en sus planes?
R. Yo vivo en Vilanova i la Geltrú y no contemplo la posibilidad de vivir en ninguna otra parte del mundo. Lo bueno del trabajo de un actor es que cogiendo un avión puedes estar en Buenos Aires, en Hollywood o cualquier otra parte. Veo guiones e intento no saber si son de Hollywood o de otro sitio. Acaba siendo institintivo, es como leer libros, algunos te interesan y otros no. Pero Hollywood no sé lo que quiere decir.
P. En su opinión, ¿qué estrategia debe seguir el cine europeo para hacer frente a la maquinaria americana?
R. Creo que estamos en vías de cambiar. Está claro que el cine es una industria, un negocio y que los números tienen que salir, pero nuestra baza está en las historias, en los autores. En este sentido, las iniciativas conjuntas y las coproducciones son de una lógica aplastante. En Estados Unidos, la primera premisa es la rentabilidad. Nosotros tenemos que luchar por mantener el sello del autor, que haya alguien que quiera contar una historia, independientemente de si la actriz de turno se tiene que poner una falda más corta para conseguir más público.
P. ¿Cúales son sus próximos proyectos?
R. Ahora estoy haciendo en Francia Reinas de un día, que dirige Marion Vernoux, y en primavera volveré a trabajar, también en Francia, con Poirier.
P. ¿Entra el teatro en sus planes más inmediatos?
R. Sí, porque lo necesito como terapia personal. Voy a escribir una obra con un amigo para representarla, pero sin pretensiones, ni fechas, ni ideas preconcebidas.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.