Iglesias románicas de Boí, un patrimonio que conservar JOSEP PONT I SANS
La declaración de las iglesias románicas del valle de Boí como patrimonio de la humanidad ha sido un objetivo compartido y celebrado por muchas instituciones y entidades, en especial por la Diputación de Lleida. Durante los años que ha durado el proceso, la candidatura del valle de Boí ha tenido que hacer lo indecible para que lo que en un principio parecía imposible se convirtiera finalmente en una realidad. Los trámites para la declaración comenzaron a principios de la década de los noventa y han culminado ahora gracias a la perseverancia de todo un territorio y de unas instituciones (Generalitat, Consejo Comarcal de la Ribagorça, Ayuntamiento de La Vall de Boí y la propia Diputación de Lleida) que desde siempre han confiado en las posibilidades de un entorno natural extraordinario y un patrimonio arquitectónico y artístico excepcional y único (de hecho, siempre he defendido que el valor arquitectónico y paisajístico del valle de Boí es incuestionable, independientemente de la declaración desfavorable de la Unesco).Las iglesias del valle de Boí, como grupo, representan una especialidad pura y un sólido ejemplo del arte románico. Europa posee muchas iglesias románicas y muchos más edificios importantes, tan bellos desde el punto de vista arquitectónico como los del valle de Boí (en la Provenza, el Languedoc y en el norte de Italia encontramos el ejemplo). Asimismo, la importancia de las iglesias del valle de Boí radica en su valor de conjunto: no se encuentra en ningún otro lugar del mundo una agrupación similar de iglesias tan excepcionales y que, a la vez, pertenezcan al mismo periodo histórico, relativamente corto. Tampoco existe un grupo que ilustre gráficamente la transmisión de un movimiento cultural a lo largo de una barrera montañosa, dentro de una región hasta entonces dominada por otra cultura distinta como era la de los conquistadores árabes de la península Ibérica. Además, las poblaciones que configuran actualmente el valle conservan todavía las características de la vida rural de la Cataluña medieval. Cabe tener en cuenta además, como muy acertadamente recoge el dictamen de los expertos del ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Lugares), que el conjunto de las iglesias y sus pueblos es de capital importancia en el renacimiento de la identidad cultural y nacional catalana durante los siglos XIX y XX.
Todas las iglesias del valle de Boí han recibido atención en cuanto a conservación se refiere, aunque unas más que otras (algunas de ellas se incluyeron en programas más importantes de restauración y renovación en la segunda mitad del siglo XX). A pesar de que los principales trabajos sobre arte mural y la mayor parte de los muebles y ornamentos más antiguos han sido trasladados, por razones de seguridad, al MNAC, en Barcelona, ninguna de las justificadas intervenciones de traslado, según el ICOMOS, ha mermado la autenticidad del valor de las iglesias, de los pueblos y de los paisajes.
Ahora bien, la declaración del valle de Boí como patrimonio de la humanidad no es, en absoluto, una finalidad en sí misma, sino un primer paso para la conservación y promoción global y definitiva de uno de los patrimo-nios arquitectónicos, culturales y paisajísticos más importantes de Cataluña y de Europa. El futuro desarrollo social, económico y turístico del valle debe hacerse a partir de una gestión racional y equilibrada de los propios recursos y absolutamente con el compromiso de la sostenibilidad. Es muy importante que se respeten de forma absoluta los materiales y las técnicas originales en todos los proyectos de restauración relacionados con las iglesias y con los edificios históricos que las rodean. Es esencial también que el crecimiento del valle responda a criterios sólidos y equilibrados que huyan de resultados immediatos. Por lo tanto, cada esfuerzo que se haga a partir de este momento debe garantizar que el arte románico de las iglesias del valle de Boí sea protegido y conservado en condiciones de completa seguridad y revisión constante.
Este patrimonio de la humanidad en que se ha convertido el valle de Boí, que la Unesco ha evaluado desde la estricta importancia arquitectónica de la zona, representado por sus iglesias románicas, es un testimonio pétreo del profundo intercambio cultural en toda la Europa medieval y, en particular, a lo largo de la sierra pirenaica. Y evidentemente también, un ejemplo puro y consistente del arte románico en un lugar rural y virtualmente intacto.
El ICOMOS también propone una ligera modificación del nombre de este patrimonio que no puede más que enorgullecernos a todos juntos porque, con la declaración, salen ganando las comarcas de Lleida en particular, pero también todo el país en general. Y para hacer más representativa e idiosincrática su exacta naturaleza, el patrimonio del valle de Boí será universalmente considerado y conocido como las Iglesias Románicas Catalanas del Valle de Boí.
Josep Pont i Sans es presidente de la Diputación de Lleida.
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