Ocho de cada 10 docentes padecen el 'síndrome del maestro quemado', según un estudio de CC OO

Ocho de cada 10 docentes españoles padecen lo que en psiquiatría se conoce como el síndrome de Burn-out o del maestro quemado. Esta dolencia afecta principalmente a los profesores de enseñanza secundaria y educación especial que, con los años, se ven superados por su situación socio-laboral. Su aparición obedece a la acumulación de una serie de síntomas previos, como el estrés, la ansiedad o la depresión, derivados de su insatisfacción profesional. El deterioro mental y físico, el absentismo, la pérdida de autoestima y el abuso del alcohol y de los fármacos son algunas de las consecuencias asociadas al Burn-out.

Trastornos

El 80% de los docentes señala los problemas psicológicos como el mayor riesgo derivado de su actividad profesional, dato que se desprende del estudio sobre la salud laboral y la calidad en la enseñanza pública elaborado por CC OO en 17.157 centros público no universitarios de todo el país. En él se recogen más de 60 medidas para combatir las causas que generan el síndrome de Burn-out, una dolencia que se manifiesta en los colectivos profesionales cuya actividad se realiza atendiendo a personas (sanitarios, policías, etc.), y cuya incidencia es cada vez mayor sobre el colectivo docente, que se siente desbordado como fuente de autoridad ante un alumnado cada vez más pasivo y desafiante.Así lo pone de manifiesto el incremento registrado en las bajas laborales -médicas y circunstanciales- solicitadas en los últimos años por el profesorado de enseñanza secundaria y educación especial por enfermedades que, aunque no se especifiquen bajo este nombre, son los primeros síntomas de identificación del síndrome del maestro quemado. En el curso 1997-98, uno de cada tres docentes solicitó una baja médica, siendo más frecuentes en el caso de las mujeres, con un 35% frente al 23% de las solicitadas por hombres. En ambos géneros, las mayores proporciones se dan en las edades comprendidas entre los 35 y 44 años. En total, un 25% de los 600.000 profesores de primaria y secundaria toma una baja oficial o circunstancial cada año, recoge el estudio.

Este síndrome no aparece de forma brusca, sino que es la fase final de un proceso continuo que se identifica con la aparición de unos signos previos, tales como la no adecuación al puesto de trabajo, carecer de recursos para ejercer las exigencias de la labor docente, carecer de formación, no tener tiempo, etc, y que, según apunta el estudio, "suele afectar a los mejores profesores, que se ven frustrados al no obtener los resultados esperados a pesar de haber puesto en marcha todos los mecanismos necesarios". Esta circunstancia provoca que los docentes, con el paso del tiempo, acaben manifestando síntomas que expresan su "desgaste profesional", como la irritación, tensión, miedo al aula, a los compañeros, al alumnado. Todo esto contribuye a aumentar su desazón interna (ansiedad y depresión) y afecta directamente a sus quehaceres profesionales: disminuye su habilidad para manejarse en diferentes situaciones, su capacidad de concentración, de análisis y de razonamiento."No sólo nos estamos jugando la salud de los profesores, sino que también está en juego la calidad de la enseñanza que reciben los alumnos", apunta Rafael Villanueva, responsable de salud laboral de la Federación de Enseñanza de CC OO.

En el estudio, 1.500 docentes de centros concretos, entre un censo de 600.000 profesores de enseñanza pública y privada, fueron encuestados acerca de las condiciones de trabajo que, en su opinión, mayor incidencia tienen sobre la calidad de la enseñanza.

La condición más determinante, según los encuestados, para la calidad es la ratio alumno-aula. En educación infantil y primaria, la media se sitúa en 19 alumnos por aula, pero el número más frecuente es de 25. En secundaria, la media es de 25 alumnos/aula, pero se sobrepasan los 30. La masisficación del alumnado impide la mejora del rendimiento escolar, larealización de los objetivos propuestos en la LOGSE y de los proyectos curriculares de los centros. Además, provoca un mayor esfuerzo físico de los docentes e incide negativamente en su equilibrio psíquico y emocional.

Como solución, el estudio propone una concepción de las ratios menos administrativa que permita adaptarlas a las necesidades de cada centro, aula, alumnado y entorno social y educativo.

El clima de convivencia en los centros ocupa el segundo lugar entre las preocupaciones de los docentes. La cordial relación entre compañeros, con los alumnos, con los padres de éstos son elementos que consideran indispensables para desarrollar sus tareas. Según los profesores la convivencia cordial tiene incidencia sobre su salud psíquica y su equilibrio emocional, pero también en el gusto que encuentran en realizar su trabajo y en el cumplimiento de los objetivos docentes fijados.

La escasez de recursos materiales didácticos, las condiciones físicas (deterioro de los centros y falta de espacio) en las que se desenvuelven a diario y las condiciones medioambientales encabezan también la lista de circunstancias que los docentes consideran que inciden en sus condiciones de trabajo y, por tanto, en la calidad de la enseñanza que se ofrece.