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Bruselas advierte de que el ritmo actual de consumo de energía provocará una grave crisis

Panorama pesimista

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La crisis actual del petróleo es sólo una muestra de la vulnerabilidad de la Unión Europea en el ámbito del aprovisionamiento energético. Las previsiones pintan mal. La Comisión Europea estima que la dependencia global de la economía europea hacia las importaciones de energía crecerá hasta el 70% en las próximas dos décadas (desde el 50% actual), situándose por encima del nivel que se tenía cuando estalló la primera crisis del petróleo en los años setenta. "Si no se frena el crecimiento del consumo en sectores en expansión como el transporte y el hogar, la dependencia energética de la UE será cada vez más preocupante", según indicaron fuentes comunitarias.La ampliación al Este y el abandono de la energía nuclear no harán más que acentuar esta tendencia, si no se adoptan políticas activas de forma coordinada en la UE. Además, el desarrollo de las fuentes de energía renovables tendrá un efecto muy limitado y ayudará a cubrir simplemente el incremento del consumo.

La subida brutal del precio del petróleo ha puesto en evidencia, una vez más, la fragilidad de la estructura de aprovisionamiento energético global de la economía europea, a lo que se suma el escaso margen de maniobra del que dispone la UE sobre las condiciones de oferta de energía. Por este motivo, la comisaria europea de Energía, Loyola de Palacio, presentará el próximo miércoles en Bruselas un documento con el que pretende lanzar por primera vez un debate sobre las cuestiones más polémicas para afrontar al problema de dependencia energética de la UE.

El panorama que se dibuja es muy pesimista. La UE importa cada vez más productos energéticos debido a que la producción comunitaria es insuficiente para cubrir las necesidades internas. En 1998, el consumo total de energía alcanzó los 1.436 millones de tep (toneladas equivalentes de petróleo) frente a una producción comunitaria de 753 millones de tep. La demanda de electricidad crecerá a un ritmo comparable al del crecimiento económico (3% del PIB) durante los próximos 20 años. El consumo de energía por parte de la industria se ha estancado, pero en el sector del transporte seguirá creciendo a un ritmo del 2% anual.A todo esto hay que añadir que las reservas energéticas europeas son modestas y que si continúa el nivel de consumo actual, las reservas de hidrocarburos en el Mar del Norte resistirán ocho años y las de gas natural algo más de 20 años. El problema de dependencia se agravará aún más con el abandono parcial de la energía nuclear.

La UE ocupa en la actualidad la segunda plaza en el escalafón de consumidores de energía y la primera entre los importadores. Tras la primera crisis petrolífera, los países europeos lograron reducir del 60% (1973) al 50% (1999) su nivel de dependencia energética gracias a las políticas que se adoptaron para la gestión de la demanda y para el desarrollo de las energías domésticas como la nuclear. Pero ante este panorama de incremento del consumo, la Comisión Europea prevé que la dependencia energética global de la economía europea se acentúe de nuevo y alcance en las próximas dos décadas el 70%.

El nivel de dependencia para el petróleo se situará en el 90%, para el gas natural en el 70% y para el carbón del 100%. La ampliación de la UE hacia la Europa del Este reforzará esta tendencia y se estima que las importaciones de gas natural podrán llegar hasta el 90% y las de petróleo hasta el 94%. El efecto, sin embargo, será positivo para el carbón a corto plazo ya que los países candidatos son exportadores netos.

Las energías renovables ocupan hoy una plaza modesta en la economía europea, pero su potencial es una de las claves para invertir esta tendencia y conseguir una mayor diversificación. La UE se ha fijado como objetivo que el 21% de la producción eléctrica comunitaria se obtenga a partir de estas fuentes en 2010 (12% del consumo final). El problema es que en las condiciones actuales, gran parte del aumento de la producción a partir de fuentes renovables será absorbido por el crecimiento del consumo.

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