Violencia de género: un problema colectivo

La violencia que están sufriendo miles de mujeres en todos los rincones de España es uno de los atentados más graves contra el derecho a la vida y constituye una violación de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. Es necesario tener claro que la violencia de género ha de ser interpretada desde los distintos roles sociales que se les asignan a hombres y mujeres.El problema, por tanto, ni responde a comportamientos puntuales ni se limita a ambientes socioeconómicos, culturales o educativos. Es una consecuencia derivada de las relaciones de poder, históricamente desiguales, entre hombres y mujeres y se produce en todos los niveles y sectores sociales.

Es en ese contexto en el que creo hemos de situar nuestra actuación contra la violencia contra las mujeres. Se trata de un problema "colectivo" que afecta a toda la sociedad, de una cuestión de ciudadanía, de derechos fundamentales y de valores democráticos.

Es preciso conocer la dimensión real de esta lacra social, de un terrorismo que se oculta en el ámbito doméstico -en la privacidad- y que no hace sino aumentar día a día, contándose ya las víctimas mortales por centenares. En concreto, durante este año, ya podemos hablar de más de 60 mujeres muertas.

La protección a las víctimas debe, sin duda, seguir siendo el eje principal de las medidas y acciones que se desarrollan desde las instituciones y la ciudadanía. Ahora bien, los esfuerzos que, desde los Ayuntamientos, las Comunidades Autónomas, el Gobierno y muchas ONGs se vienen haciendo para erradicar la violencia hacia las mujeres, siendo muy importantes, tampoco han resultado suficientes.

Es necesario y urgente dar un salto cualitativo en las políticas contra la violencia de género.

La respuesta, social e institucional, que esperan tantas y tantas mujeres maltratadas ha de ser mucho más "ambiciosa", ha de ofrecerles instrumentos eficaces. Uno de esos instrumentos es, sin duda, una "ley integral" que abarque el problema en su totalidad, desde la prevención hasta las medidas sociales de apoyo a las víctimas, o las sanciones penales a los agresores.

Puesto que la invisibilidad y también la impunidad con la que actúan los agresores ponen de relieve el fracaso de la respuesta legal y judicial a las mujeres que sufren malos tratos, se hace imprescindible una ley que preserve, por encima de cualquier otro derecho, el de la vida; vida que, lamentablemente, muchas mujeres pierden cuando deciden poner fin a su relación de pareja.

Hoy, día 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, es responsabilidad de las instituciones públicas y privadas, del movimiento asociativo y de toda la sociedad, acabar con la tolerancia que aún existe, rechazar la aceptación de las agresiones como algo inevitable y trasladar el problema del ámbito privado al público.

Es un día en el que queremos y debemos hacer visible nuestro compromiso con el respeto a la dignidad de las mujeres y a su nuevo papel en la sociedad. Gritar una vez más, y con toda la fuerza que nos da la unión de nuestras voces, "basta ya".

De esta tarea nos vamos a seguir ocupando desde el Instituto Andaluz de la Mujer y queremos contar con la complicidad y voluntad decidida de todos los hombres y mujeres que aspiran a conseguir una sociedad más democrática, basada en el respeto mútuo y libre de violencia.

Teresa Jiménez Vílchez es directora del Instituto Andaluz de la Mujer.