Blanqueo
El haber sufrido una larga dictadura nos aisló del mundo y nos hizo perdernos muchas cosas. La mayor parte de las cosas que nos perdimos eran buenas; pero también nos ahorramos algunos problemas. Por ejemplo, ni aquí ni en Portugal hubo durante cuarenta años más mafias que las que gobernaban el país. Ni portugueses ni españoles conocimos durante este tiempo ese viscoso fenómeno que termina invadiendo el Estado y poniéndolo en manos de mafiosos. Aquí tenemos una idea peliculera de las mafias, una visión trivial y caricaturesca que se acerca más al universo de Mariano Ozores que al de Francis Ford Coppola.Quizá por eso no sea casual que los abogados portugueses y españoles sean los que más pegas han puesto a la directiva de la Unión Europea que prevé que abogados, contables, agentes inmobiliarios, marchantes de arte, anticuarios y casinos tengan la obligación de denunciar las operaciones de blanqueo de dinero de sus clientes.
Los abogados españoles y portugueses se oponen a esta directiva porque dicen es contraria al secreto profesional. Sin embargo, sus colegas de la Unión Europea sí parecen distinguir que una cosa es guardar secreto de lo que se conoce sobre un cliente que llega para que se le defienda ante los tribunales y otra, muy diferente, planear operaciones de blanqueo, albergar sociedades instrumentales en los despachos profesionales, actuar de testaferros y facilitar a los clientes -sin reparar en la legalidad- las tretas necesarias para escapar al fisco.
Como es sabido, la Costa del Sol es centro de operaciones de blanqueo de dinero. También es sabido que el número de abogados de la zona supera lo estadísticamente razonable y que muchos despachos de abogados figuran como sede de sociedades que nada tienen que ver con la actividad de sus titulares, lo cual, dicho sea de paso -y aunque resulte común- no deja de ser fraude de ley, ya que ésta dice que las sedes de las sociedades ha de estar donde tengan su actividad mercantil.
A lo largo del tiempo, este tipo de prácticas se ha terminado convirtiendo en rutinarias. Nadie parece poner en duda su legitimidad. Nadie en la Costa del Sol, naturalmente, ya que en el mundo hay ya muchos frentes abiertos contra el blanqueo de dinero: la mencionada directiva de la Unión Europea es sólo uno de esos frentes.
En este ambiente no es extraño que se considere perfectamente normal que políticos de la Costa del Sol que ejercen como abogados asesoren e incluso den albergue a este tipo de sociedades que podríamos llamar "opacas". El asunto es delicado: conviene guardar distancias frente a estas actividades ya que una de las finalidades de las mafias consiste precisamente en infiltrarse en los círculos de poder.
Todo esto no sucede sólo en el universo de la derecha o de los partidos populistas tipo GIL. Recientemente, el asesor fiscal del despacho profesional del alcalde de Estepona, el socialista Antonio Caba, ha sido procesado por la Audiencia Nacional en relación con un asunto de blanqueo de capitales. Sería deseable que el incidente fuera sólo un malentendido y un caso aislado, porque la cercanía a este tipo de actividades no parece muy compatible con la idea que se tiene de cómo debe de comportarse un dirigente socialista.
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