Los obispos exigen a Manos Unidas "comunión con la Iglesia"
"Candidata de los obispos"
La Conferencia Episcopal exigió ayer, como "punto irrenunciable", que los miembros de Manos Unidas (MU) sean "voluntarios", "católicos" y "en comunión con la Iglesia". En carta abierta "a los miembros, socios, colaboradores y amigos" de ese "organismo oficial de la Iglesia", el secretario de la Conferencia, Juan José Asenjo, y el obispo consiliario de Manos Unidas, Juan José Omella, se pronunciaron ayer sobre la crisis de una ONG que cumple 40 años y cuyos ingresos en el último ejercicio fueron de 7.500 millones de pesetas.El conflicto estalló el pasado abril, cuando tres vicepresidentas y el tesorero dimitieron en desacuerdo con los nuevos estatutos que los obispos finalmente lograron hacer aprobar. En julio, ante el veto de los obispos a cinco candidatas a la presidencia, dimitió de ese cargo Consuelo Lobo, y fue elegida Ana Álvarez de Lara, con 24 delegaciones a favor, abstención de 31, inasistencia de 8 y dimisión de 11 delegadas. En la crisis fueron claves los "puntos irrenunciables" de la Conferencia, como la prohibición de que el personal contratado acceda a órganos de gobierno o elija a los cargos directivos.
La carta de los obispos exige además a Manos Unidas "clara eclesialidad e identidad como Asociación Pública de Fieles", y la necesidad de "formación espiritual y doctrinal" para los miembros. En cuanto a los fondos, los obispos desmienten que pretendan "orientarlos a proyectos pastorales y de evangelización".
Los obispos aportan datos elaborados en septiembre por la nueva dirección de Manos Unidas: 18 contratados dimitidos de un total de 72 trabajadores; 47 voluntarios dimitidos de "un total próximo a 300"; baja de 48 socios, y alta, entre agosto y noviembre, de 333.
La carta se anticipó en horas a una comida con periodistas montada por el nuevo equipo. "Desde hace meses habíamos pedido a la Conferencia que hablara", dice la presidenta, Ana Álvarez de Lara, que niega, con Guadalupe Martín Laborda, vicepresidenta, y Ángeles Lacalle, secretaria de la comisión permanente, ser "candidata de los obispos". El equipo, que achaca el conflicto a "una falta de diálogo interno", estima que la exigencia de los obispos de "comunión" significa que los miembros de Manos Unidas no deben "hacer públicamente nada contra la Iglesia". Sobre la nueva normativa interna para el personal contratado, matizan que "profesionalización no significa remuneración", y que "la dirección y la filosofía deben estar en manos de los voluntarios, que se apoyarán en los profesionales". Tras asegurar que la línea de Manos Unidas no cambiará, indican: "Haremos campañas puntuales de denuncia, pero la lucha contra las estructuras y el convertirnos en grupo de presión contra las estructuras no es nuestro camino, sino el desarrollo de proyectos concretos en el Tercer Mundo".
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