El 'mal de Filadelfia' pasó por Benidorm en 1973

Sólo por inhalación

En julio de 1976, los soldados veteranos norteamericanos asistieron a su tradicional congreso en un hotel de Filadelfia, y la celebración se oscureció con la repentina enfermedad de 180 congresistas, de los que 29 fallecieron a los pocos días. Tras una exhaustiva investigación, el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades, de Atlanta, logró identificar al patógeno responsable del mal de Filadelfia: una bacteria a la que se denominó legionella por haberse cebado con los legionarios. Sin embargo, este agente no era tan nuevo, como fueron demostrando las investigaciones. Existían antecedentes de epidemias similares en 1943, 1947 y 1968, que fueron descubiertos con el estudio del suero congelado de las víctimas. En España, los antecedentes datan de 1973, cuando un grupo de turistas escoceses alojados en un hotel de Benidorm se infectó con una bacteria que entonces resultó desconocida, puesto que no crece con facilidad en los medios de cultivo habituales, pero que, como se diagnosticaría retroactivamente por métodos serolíticos, no era otra que la legionella.La legionella pneumophila, según la definición de los especialistas, es la especie principal del género de bacterias conocidas como legionella, y que sobrepasan las tres decenas. La infección que provoca con mayor frecuencia es la neumonía, esporádica o en epidemias, con una mortalidad considerable, aunque a menudo presenta un cuadro más benigno como la conocida fiebre de Pontiac, que suele confundirse con un cuadro gripal. El período de incubación es corto, y va acompañado de fiebre alta. Los individuos más susceptibles de infectarse son los varones, mayores de 50 años, bebedores, fumadores, diabéticos e inmunodeprimidos. Una vez superada la enfermedad no suelen quedar secuelas y el riesgo de recaída es mínimo. Sin embargo, esta neumonía presenta una elevada mortalidad, que oscila entre el 16 y el 21% en las epidemias americanas y entre el 21 y el 31% en pacientes inmunodeprimidos.

El germen se contrae por inhalación, difundido por aerosoles (suspensiones de partículas microscópicas de un líquido o un sólido en el aire), nunca de persona a persona, y las fuentes de contagio son lugares cargados de humedad y calientes como las duchas y las conducciones de aire acondicionado. La creciente peligrosidad de este organismo se debe a la enorme proliferación de reservas artificiales de agua, tanto para uso doméstico como industrial, y a la gran divulgación de numerosas prácticas que generan aerosoles infectados. Se ha demostrado peligrosa la formación de aerosoles infectados en los circuitos de aire acondicionado de los hoteles y oficinas, y hay, además, múltiples procesos industriales que comportan la formación de aerosoles, como por ejemplo las torres de refrigeración, como prueba el caso de Alcoy, o los métodos de humidificación de cultivos vegetales en invernaderos.