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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Delirio y delito

Hace dos días, el "Comando Central de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO)" anunciaba su voluntad de no cejar hasta que el "Estado terrorista de la oligarquía financiera" sea destruido, y auguraba una pronta extensión de "las llamas de la resistencia". Ayer, los miembros de ese comando eran detenidos en París por la policía francesa tras una investigación de la Guardia Civil española, según explicó el ministro del Interior.Todo en los GRAPO, empezando por el nombre y el lenguaje grandilocuente, suena a tebeo. Excepto la muerte que siembran. En el comunicado que difundieron el miércoles se encuentran expresiones como "asalto relámpago", retirada "en perfecto orden", "operativos" que "les cogieron desprevenidos", etcétera. Pero las más de ochenta víctimas que han ido dejando en su camino son reales: no van a levantarse cuando termine el juego siniestro organizado por ese tal Camarada Arenas, supuesto jefe máximo de esta empresa de atracos y explosiones, detenido ayer, y al que sus compañeros encarcelados se referían como El Gran Demente.

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También figura entre los detenidos Fernando Silva Sande, la persona clave para conocer el destino del empresario Publio Cordón, secuestrado en junio de 1995 y del que nada ha vuelto a saberse. Otros miembros de la organización detenidos señalaron a Silva como el activista que tenía que haber puesto en libertad al secuestrado una vez cobrado el rescate. Es de esperar que su captura permita ahora esclarecer el asunto. En 1996, un intento de disolución pactada negociado entre Interior y algunos presos de la organización fracasó por la incapacidad de estos últimos para responder del desenlace del secuestro.

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La búsqueda de pretextos para justificar su permanencia había conducido a los GRAPO a una especie de terrorismo parasitario, en el que la batalla "contra las firmas esclavistas de trabajo temporal" y la solidaridad con el mundo de ETA ocupaban un lugar central. Pero esa relación se establecía sólo en sus cabezas: colocaban una bomba o atracaban un furgón, y pensaban que eso era una contribución a tal o cual causa. Un delirio de unas pocas personas que ha llevado a la cárcel a bastantes y costado la vida a muchas más.

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