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El bloqueo de Florida impulsa el debate sobre el sistema de elección indirecta de presidente

La batalla por los 25 delegados del Estado de Florida, que abren la presidencia de Estados Unidos al candidato que logre la mayoría, ha reabierto el debate sobre el Colegio Electoral y la necesidad de una eventual reforma constitucional que elimine la elección indirecta, un mecanismo que data de 1787. No es la primera vez que se pone en solfa: desde el siglo XVIII ha habido más de 700 intentos de reforma. En 1969, la Cámara de Representantes aprobó una enmienda a la Carta Magna que lo suprimía, pero el Senado, la Cámara alta que defiende los intereses de los Estados, la rechazó.

El 1 de noviembre, una semana antes del día de la votación, entró en el Congreso una nueva propuesta para abolir el Colegio Electoral. "Debería ser el pueblo el que decida", sostiene el senador Dick Durbin, demócrata de Illinois, coautor de la medida. "Éste no es modo de dirigir un país".Los padres de la Constitución de 1787 crearon el colegio como una garantía contra el voto popular y un compromiso entre quienes defendían el sufragio personal y quienes abogaban por una elección indirecta del presidente. Este sistema obedeció, además, a un pacto con los Estados de menor peso demográfico, que exigían igual voz en la elección presidencial. George Washington lo definió gráficamente como el platillo que permite sostener la taza de un café hirviendo.

La idea de retocar la Constitución suena a palabras mayores en EE UU, aunque en los dos siglos largos transcurridos desde su redacción se le han añadido 27 enmiendas. Los partidarios de la eliminación del Colegio Electoral lo tildan de reliquia propia de una época en la que no sólo había una profunda desconfianza de las élites hacia los votantes, sino de unos tiempos en que votaban los varones, pues las mujeres carecían del derecho al sufragio y los negros no podían ni soñar con las urnas.

"Es hora de volver a pensar en reformar un sistema pensado para las exigencias políticas de finales del XVIII", mantiene Jonathan Koppel, profesor de la Universidad de Yale. Durbin abunda en la idea: "El Colegio Electoral es un invento del siglo XVIII que no debería haber llegado al XXI. Es un dinosaurio que debería estar en el museo".

El Colegio Electoral está compuesto por 538 compromisarios, repartidos por Estados en igual número a la suma de sus parlamentarios en la Cámara de Representantes (435) y senadores (100) más tres electores ofrecidos para la ocasión por el Distrito de Columbia (Washington DC), que, en otro caso de la peculiaridad del sistema electoral, está privado de representación en el Congreso. La representación final de los Estados depende además de su población y varía entre los 54 compromisarios del más poblado (California) a los tres con que contribuyen los siete más pequeños.

Los compromisarios son elegidos por cada partido entre sus seguidores más fieles, y los del candidato ganador son convocados el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre (el 18 de diciembre este año) a la capital de cada Estado para votar por el candidato presidencial.

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El resultado de la votación es secreto y no se conoce hasta el 6 de enero, cuando en sesión solemne del Senado, presidido por el vicepresidente (Al Gore en esta ocasión), se hace el recuento oficial de los 538 votos. La mitad de los Estados, entre ellos Florida, tiene previstas sanciones para los compromisarios que no votan conforme a la mayoría en su respectivo Estado. La otra mitad deja libertad de voto. En siete elecciones de la segunda mitad del siglo XX ha habido lo que se denomina algún elector sin fe, que ha votado por su cuenta. Pero en esos casos no estaba en juego la presidencia.

Esta aparente libertad de voto abre una rendija constitucional por la que el candidato más votado podría llegar a la Casa Blanca. Se trataría de presionar a los compromisarios para que votaran conforme al sufragio popular, pero es improbable que tal estratagema diera resultado, debido a la lealtad política de esos delegados.

La historia muestra que en las tres ocasiones en que ha habido discrepancia entre voto popular y voto del colegio ha primado el colegio, que en 1824, 1876 y 1888 eligió al candidato menos votado. A pesar de la constitucionalidad de la medida, los analistas estiman que tal contradicción hoy crearía una crisis de legitimidad en el próximo presidente de Estados Unidos.

El Senado es el principal obstáculo que deben superar quienes proponen su abolición. La Cámara alta norteamericana nació del llamado compromiso de Connecticut, un Estado pequeño que exigía garantías de igualdad de representación para todos a los Estados, y el Senado defiende celosamente esa igualdad.

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