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Enrique Múgica afirma que el nacionalismo vasco inventa un país imaginario y una raza inexistente

El defensor del pueblo, Enrique Múgica, afirmó ayer en Sevilla que el terrorismo español es consecuencia de la deificación de una nación "imaginaria" y una raza "inexistente." "La deificación de clase, de raza, de nación o de religión en manos de fanáticos adquiere dimensiones terroristas", dijo ayer Múgica, que pronunció la lección inaugural delas II Jornadas por la Paz organizadas por la Fundación Alberto Jiménez Becerril. El defensor del pueblo acusó al PNV de crear una historia prefabricada del País Vasco, "que margina la realidad histórica".

"No existe una historia del País Vasco antes de la vinculación a la Corona de Castilla, habrá una historia de los vascos. Es ese silencio el que permite todos los ruidos que ahora se hacen de una historia inexistente", manifestó Múgica, que disertó sobre la formación del nacionalismo vasco y los orígenes de la banda terrorista ETA. En su opinión, el nacionalismo que surge de los carlistas ("Unos señores que ven amenazados su poder político y económico por el liberalismo") inventa la nación vasca e "inventa a su enemigo, el maketo, el extranjero". El defensor del pueblo calificó de afortunados los "pueblos mestizos que no necesitan de la violencia" para reafirmarse´.Múgica considera que el pragmatismo del movimiento nacionalista se rompe cuando surge ETA, cuyos asesinatos, aseguró, "están dirigidos a que España se canse de los vascos". Esta estrategia de la banda terrorista se fracturó, dijo, cuando asesinó al ex presidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente y en las manifestaciones consiguientes apareció el lema "ETA no, vascos sí".

El defensor del pueblo acusó al Gobierno vasco de "frenar, con una inerte pasividad", la acción de la Ertzaintza en la lucha antiterrorista. "Los ertzainas quieren realizar su función de mantener la seguridad, pero son frenados por la cúpula nacionalista", declaró, y añadió que el 70% de ellos pertenece a sindicatos no nacionalistas.

Sobre la lucha antiterrorista, señaló que es preciso doblar la eficacia policial ("La policía hace lo que puede"), reforzar la cooperación internacional y mantener la movilización popular "para que se convierta en un clamor". También indicó que la unidad democrática debe ser un medio para que las administraciones coordinen las diversas fuerzas de seguridad.

El que fuera ministro de Justicia socialista resaltó que ha surgido un nuevo "patriotismo constitucional", que no tiene que ver con el nacionalismo español, y que "nos une a todos, pensemos como pensemos y vivamos como vivamos". Sobre el asesinato del concejal Miguel Ángel Blanco, destacó una consecuencia: que el entonces lehendakari, José Antonio Ardanza, se atrevió a decir que había que aíslar política y socialmente a ETA y a su entorno. "Por ello fue repudiado por su partido y reemplazado por un hombre mediocre, un nacionalista radical", aseveró en referencia a Juan José Ibarretze.

Múgica, que calificó de "camino increíblemente falso" las declaraciones de Xabier Arzalluz de que la violencia terrorista cesaría con la autodeterminación, comentó que la aparición de ese "patriotismo constitucional y democrático" ha llevado al fundamentalismo al PNV, que ha establecido alianzas non santas con Herri Batasuna y Euskal Herritarrok". Las II Jornadas por la Paz, que tienen como objetivo analizar las múltiples causas de la violencia para poder combatirla, son organizadas por la Fundación Alberto Jiménez Becerrril, promovida por el Ayuntamiento de Sevilla a raíz del asesinato del concejal y su esposa en enero de 1998.

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Gérmenes y antídotos de la violencia

Las II Jornadas por la Paz llevan este año como lema Los virus de la violencia. Para Fernando Iwasaki, comisario de la Fundación Alberto Jiménez Becerril, la violencia es una lacra que como los virus, "crece, germina y carcome a las sociedades" y puede transmitirse por contagio. "Tan repugnante es un atentado terrrorista como una agresión xenófoba o una violación", sostiene. Y como cualquier mal, tiene sus gérmenes y sus orígenes, y también sus antídotos e inmunizantes. De ahí que en estas jornadas que concluyen hoy diversos especialistas hayan abordado las causas y posibles soluciones de las agresiones más diversas, desde el terrorismo a la violencia doméstica, y su relación con la religión, los nuevos medios de comunicación, Internet o la pedagogía.El filósofo y ensayista José Antonio Marina, centró su intervención en la cultura, "que bloquea, alienta, moldea o favorece" determinados comportamientos y sentimientos. El filósofo se refirió a la unanimidad de los pensadores orientales que califican la cultura occidental de violenta por su actitud intervencionista, que busca la eficacia inmediata.

Marina considera que en la enseñanza de la Historia, más que centrarse en "alabanzas nacionales" hay que contar la historia de los conflictos y los modos de resolverlos, pues el conflicto es intrínseco a la convivencia". El ensayista planteó el problema ético que surge de la reivindaciones justas que se logran con procedimientos violentos. "La violencia no es inevitable. Hay que inventar modos aceptables de resolver las situaciones conflictivas, poniendo a salvo los valores esenciales de la sociedad".

Enrique Gil Calvo, profesor de la Universidad Complutense, habló de la violencia como rito y de su origen sociocultural. Dijo que los rituales son indispensables en la sociedad, son metáforas de una ideología, esquemas de comportamiento que forman parte del tejido social.

"No se puede acabar con los rituales. Los necesitamos para vivir. Se pueden corregir, reprimir la parte cruenta", indicó y habló de varios tipos de violencia ritual, en los que el sujeto que la practica "sale de su propia identidad, atraviesa los límites, se despersonaliza y pierde conciencia de su responsabilidad", como si fuera un actor que representa un papel o un juego de rol. La ex secretaria de Estado de Asuntos Sociales, Amalia Gómez, se refirió a la violencia que padece la mujer.

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