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Más de 800 kurdos llegan a Italia en un barco sin tripulación

El Profesor Kolesnikov, un ruinoso transbordador matriculado en Sebastopol (Ucrania), desembarcó ayer en la costa del sureste italiano a un nuevo y masivo contingente de inmigrantes clandestinos, casi 821 hombres, mujeres y niños -la mayoría de origen kurdo- ansiosos de pisar Europa. El barco, procedente de Turquía y abandonado a la deriva por la tripulación, hubo de ser remolcado por una fragata hasta el puerto de Otranto, donde hace menos de un mes atracó otro carguero similar con más de 400 ilegales.

La llegada masiva de clandestinos ha reabierto el debate sobre las medidas que tomar para hacer frente al fenómeno. La actual ley de inmigración ha sido puesta en entredicho por jueces milaneses que han dictado sentencias en contra, dejando en libertad a decenas de inmigrantes ilegales en los últimos días.La Guardia Costera y las fuerzas de policía italianas detuvieron ayer a cinco personas, supuestamente miembros de la tripulación del Profesor Kolesnikov, que zarpó del puerto turco de Estambul hace ocho días. Los pasajeros, la mayoría kurdos iraquíes, se hacinaban en los 40 camarotes del barco, la bodega y la cubierta, escasos de alimentos y aterrados por el estado del mar. El viaje de pesadilla, que cuesta entre 2.000 y 6.000 dólares por cabeza (casi 400.000 y 1,2 millones de pesetas, respectivamente), concluyó en centros de acogida en los que los inmigrantes están obligados a permanecer hasta ser identificados y desde donde, cuando esto es posible, son devueltos a sus países de origen. Estas medidas de detención, que pueden prolongarse durante un mes, han sido puestas en discusión en los últimos días por tres sentencias de jueces de Milán que han considerado inconstitucional la ley de inmigración vigente y han puesto en libertad a decenas de inmigrantes clandestinos retenidos en centros de acogida.

La oposición de centro-derecha reclamó ayer del Ejecutivo medidas efectivas para cortar la incesante llegada de clandestinos y pidió que se plantee una enérgica protesta al Gobierno turco, que, supuestamente, consiente este tráfico de seres humanos. El Gobierno tiene establecido un cupo anual de inmigrantes legales (60.000 personas este año) que no cubre las demandas de mano de obra de las empresas del país. Para el bienio 1999-2000, las empresas italianas calculan asumir 200.000 trabajadores de fuera de la UE.

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