La incursión más comprometida de Francfort
El mercado cree que aún es pronto para juzgar la estrategia de apoyo a la moneda única del BCE
Las intervenciones a goteo en favor del euro, mientras la moneda europea hace oídos sordos, amenazan con erosionar el ya tocado prestigio del Banco Central Europeo (BCE). Pero el guardián de la política monetaria de la zona euro parece dispuesto a mostrar a los mercados que no permitirá que la divisa marque otro mínimo, aunque sea a costa de su credibilidad, más que intentar hacer un milagro por el euro en solitario. "Es una pequeña batalla en una gran guerra", señala Kevin Gaynor, economista en UBS Warburg. Una batalla arriesgada, pero no imposible, según los analistas consultados.Las criticas contra Wim Duisenberg, el responsable del BCE, se suceden, pero los analistas estiman que es pronto para saber si se equivoca. De momento, el banco da señales de desesperación en un intento de romper la insensibilidad del mercado. La sombra de la intervención sirve para mandar un mensaje a los operadores: "Que no sean tan agresivos vendiendo euros", explica José Manuel Amor, de Analistas Financieros. La divisa ni se ha imutado a las últimas incursiones del banco. Aún así, se ha estabilizado en las cercanías de los 86 centavos de dólar tras caer hace dos semanas a 0,8230 dólares. Pero, dada la capacidad de anticipación del mercado, lo peor que le puede pasar al BCE es que pierda el factor sorpresa. Los brokers sólo tienen que esperar a que Francfort compre euros y, cuando suban, vender. Dinero fácil para ellos y el efecto de la intervención se diluye. Arriesgado, dicen los expertos
Para evitarlo hay que distinguir entre estrategia y táctica, aclara Han de Jong, analista en ABN Amro: "Interviniendo repetidas veces, el BCE confirma su estrategia: está comprometido con la intervención y aún confía en ella". ¿Y la táctica? Primero una gran intervención, la de septiembre, junto a los principales bancos centrales. Después, otras más pequeñas y en solitario. "Sugiere que es impredecible". La estrategia debe ser clara; la táctica, cuanto más oscura, mejor.
Pero sin la ayuda de los bancos centrales, poco hará el BCE. De Jong insiste en que, en Francfort, eso ya lo saben. "Criticar a los bancos centrales es una práctica popular entre los economistas del sector privado", reconoce. "Hay que comprender que estos banqueros no están locos".
No parece que las críticas vayan a frenar las intervenciones. Técnicamente es un buen momento: la economía estadounidense da signos de enfriamiento. El diferencial de crecimiento entre EE UU y Europa es el origen de la caída del euro. Políticamente, la situación es delicada. La inflación, que ya ha rebasado el objetivo para este año, presiona al BCE. Un problema de difícil solución con un euro débil que ha encarecido las importaciones de forma insoportable.
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