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Tribuna:LA OFENSIVA TERRORISTA
Tribuna
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Odisea vasca

La peculiar versión de la Odisea que los hermanos Cohen ofrecen en O Brother! se inicia con un problema de liderazgo. Dos de los tres reclusos que se han fugado de la prisión reclaman para sí el liderazgo del grupo en la aventura que acaban de empezar y lo hacen en términos particularmente rotundos. La decisión, puesto que la democracia se da por supuesto, queda en manos del tercero, que se pronuncia menos salomónicamente de lo que a primera vista parece, pues si bien afirma expresamente que está de acuerdo con ambos, lo que en realidad afirma es que no está de acuerdo con ninguno.No muy distinta de la posición en la que los hermanos Cohen sitúan a sus tres reclusos es en la que se encuentran los partidos democráticos en el País Vasco en la Odisea que tienen por delante en lo que al problema del liderazgo se refiere y no muy distinta debe ser tampoco la respuesta que debe dársele al problema. Tanto el PNV como el PP reclaman el liderazgo y lo hacen en términos particularmente rotundos y excluyentes el uno respecto del otro. El tercero en discordia, el PSOE, debe hacerles saber que está de acuerdo con ambos, esto es, que no está de acuerdo con ninguno y que no es ésa la forma de dar respuesta al problema que tiene planteado el País Vasco.

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Debe hacerles saber que está de acuerdo con ambos, porque ambos son indispensables para dar una respuesta a la crisis política y social en el País Vasco. Pero debe hacerles saber que no está de acuerdo con ninguno, porque no es el momento del choque frontal de trenes, sino de recomponer la unidad frente al terrorismo de ETA. Y ésa es tarea de todos los partidos democráticos sin excepción. De la misma manera que la Odisea de los reclusos evadidos de la prisión de Tejas puede acabar bien porque se mantiene la unidad entre ellos, acudiendo incluso a rescatar al que había sido detenido de nuevo, como consecuencia de haber sucumbido a la tentación de una sirena, la Odisea política vasca sólo puede acabar bien si los partidos mantienen la unidad, aunque para ello se tenga que acudir al rescate del que se haya dejado arrastrar por una tentación poco recomendable.

El PSOE tiene toda la legitimidad para desempeñar ese papel. Dejó el Gobierno vasco meses antes de la celebración de las últimas elecciones autonómicas vascas, con la incomprensión tanto del PNV como del PP, que lo acusaron de electoralismo, cuando el PNV empezó a votar en el Parlamento con HB. Tras las últimas elecciones municipales, a pesar de que se vio sometido a las presiones del PNV para que impidiera el acceso del PP a la Diputación de Álava y a la alcaldía de Vitoria y a las del PP para dejar fuera del gobierno de todos los municipios posibles al PNV en todo el País Vasco, el PSOE aguantó la presión y permitió que el PP y el PNV gobernaran allí donde había sido cada uno el partido mayoritario, evitando con ello que la fractura social cada vez más visible en el País Vasco adquiriera carta de naturaleza política. Y más recientemente ha sido el único partido que ha estado tanto en la manifestación de San Sebastián como en la de Bilbao, teniendo que soportar por ello descalificaciones intolerables por parte del Gobierno de la nación y por "sus" cada vez más innumerables medios de comunicación.

La trayectoria del PSOE ha sido ejemplar. Y tiene que seguir manteniéndola, por mucha presión a la que se vea sometido. Hay que evitar que la fractura social se consolide políticamente. Éste ha sido el núcleo esencial de la política del PSOE en el País Vasco desde que se aprobó el Estatuto en general y en los últimos tiempos en particular y tiene que seguir siéndolo. Ha habido dudas y ha habido voces discordantes, lo que ha generado alguna que otra confusión. Pero la trayectoria ha sido inequívoca y, además, acertada. El PSOE tiene que hacer ver tanto al PP como al PNV que tienen que rectificar su estrategia de choque frontal. Con dicha estrategia la Odisea vasca no puede acabar nunca bien.

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