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La campaña de Nueva York se convierte en un crispado referéndum sobre Hillary

El candidato republicano acusa a la primera dama de estar vinculada con el terrorismo árabe

Enric González

En mayo, cuando Rudy Giuliani renunció a aspirar al Senado, se dio casi por hecho que el escaño libre en Nueva York sería para Hillary Clinton. El recambio del carismático alcalde neoyorquino era un congresista desconocido llamado Rick Lazio, a quien la primera dama sacaba más de 20 puntos en los sondeos. A falta de una semana, el resultado ya no es previsible. Lazio está dispuesto a jugar sucio, vincula a su rival con el terrorismo árabe y ha convertido la elección en un crispado referéndum sobre la figura de Hillary Clinton. En Nueva York, el voto del asco será decisivo.

"Votaré a Lazio. Me parece un tipo lamentable, pero no soporto la idea de tener a Hillary Clinton pavoneándose durante cuatro años como senadora". Richard Ramires, de 42 años, de origen colombiano, residente en Queens y propietario de una empresa de limpieza, encarna una actitud muy común en estas elecciones. Según los sondeos, 2 de cada 10 votantes de Lazio le apoyarán, exclusivamente, por odio a la primera dama.Pero Lazio ha conseguido, con sus ataques personales, que se dé también el caso contrario. A Gloria Ganato, gerente de la empresa de Ramires, tampoco le gusta Hillary; sin embargo, votará por ella. "Estoy harta", dice, "de que la ataquen con tanta saña".

Las elecciones del día 7 constituyen un referéndum sobre la persona de Hillary Clinton. Lazio ha sido hábil. Consciente de que él entró en liza sin apasionar a nadie, ni a favor ni en contra, y de que a su rival le ocurre todo lo contrario, propone que con el voto se diga "sí" o "no" a la esposa del presidente. Se trata de un arma eficaz, porque Hillary puede resultar muy antipática, nunca se había sometido al sufragio y todo su capital político proviene de su condición de primera dama durante ocho años.

¿Saldrá políticamente viva Hillary Clinton de esta prueba? Una derrota sería catastrófica para los Clinton, que han basado todos sus planes de futuro en el escaño de ella. Sin Senado, no tendría sentido su residencia en Nueva York. Y deberían volver a la abogacía, algo que no les apetece en absoluto. Por el momento, los sondeos no ofrecen indicios sólidos. El de The New York Times otorga a la candidata demócrata una ventaja de ocho puntos. Pero el del tabloide de The New York Post dice que gana Lazio por cinco puntos. "Creo que el resultado es impredecible", comenta John Zogby, un veterano especialista en sondeos políticos. "La victoria", añade, "se decidirá por 45.000 votos. Y me parece que Lazio tiene posibilidades de ganar". La clave radica, según Zogby, en los indecisos. "Nadie que a estas alturas se defina como indeciso votará por Hillary, porque el suyo es un voto visceral y definido".

Nadie esperaba que la batalla de Nueva York fuera un modelo de buenas maneras. Lazio es un especialista en campañas negativas, y Hillary es políticamente despiadada. Además, ambos han dispuesto de cantidades asombrosas de dinero: Hillary, porque ha contado con el talento recaudador de Bill Clinton y porque su victoria es considerada esencial por la maquinaria electoral demócrata; Lazio, porque es fácil obtener fondos entre los muchos enemigos de los Clinton. Gracias a esas tesorerías, que suman en conjunto casi 60 millones de dólares (12.000 millones de pesetas), Nueva York sufre un martilleo de propaganda sombría.

La última maniobra de Lazio supera todo lo visto hasta ahora. Los republicanos han hecho medio millón de llamadas en las que se dice: "La señora Clinton aceptó dinero de una organización que pregona su apoyo a un grupo terrorista de Oriente Próximo; el mismo tipo de terrorismo que mató a nuestros marinos del Cole". En realidad, la contribución de 50.000 dólares de la Alianza Musulmana Americana, vinculada a Hamás, fue devuelta; el candidato republicano a la presidencia, George W. Bush, recibió dinero del mismo grupo y lo devolvió; y ninguna pista vincula a Hamás con el Cole.

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