_
_
_
_
_

Investigación de campo

A Manuel Castillo (Almería, Ocaña, 1958) lo de hacer la mili destinado en el Ministerio de Marina le vino bien para darse cuenta de la contaminación atmosférica en una ciudad como Madrid y para percibir cómo la lluvia limpiaba el aire. Sin saberlo, esa experiencia de sus años mozos fue el embrión de lo que Castillo patentó el pasado mes de enero en la Oficina Española de Patente y Marca. Este agricultor de Campohermoso, sin estudios primarios, ha ideado una máquina que transforma todo tipo de humo controlable en aire limpio a través de un proceso en el que los gases se baten enérgicamente con agua. "Hay muchísimas máquinas que hacen esto, pero ninguna transforma el humo al 100%. La que más depura lo consigue en un 60%. Por eso, este invento es único", explica.La idea le sobrevino trabajando un día en el campo, rodeado de columnas de humo procedentes de la quema indiscriminada de plásticos de invernaderos y materiales orgánicos de los cultivos intensivos que se dan en la provincia de Almería. "Fue entonces cuando me dio por pensar", rememora.

Castillo encendió un pitillo y cogió una botella llena de agua hasta la mitad. Dio unas cuantas caladas al cigarro y metió el humo en la botella, lo mezcló con fuertes meneos y comprobó que todo el humo "se quedaba" en el agua. "Lo más importante de todo es que el agua puede filtrarse y volver a utilizarse. No se desecha ni se deposita en ningún lugar donde pueda contaminar", matiza el campesino.

El mecanismo que hace desaparecer todo tipo de humos consiste en una turbina que recoge el aire enrarecido y lo conduce a un depósito con agua (unos 80 litros). Unos batidores, impulsados por un motor, mezclan las dos sustancias. "Se supone que este aparato tiene unas dimensiones proporcionales al uso y al tipo de empresa en el que se instale. Yo no tengo los conocimientos ni estudios para sacar la relación entre humo y turbina. Pero la base principal ya está hecha", sostiene.

Han sido muchas las puertas institucionales tocadas por Manuel Castillo tras patentar su idea que, aún hecha pública en el BOE el pasado 16 de agosto, no ha merecido la atención de políticos municipales. "En Medio Ambiente me dijeron que no existe nada igual, pero no me han hecho caso. Les dejé una cinta de vídeo y otra al alcalde de Níjar, pero no la han visto todavía y me toman por loco. También he hablado con el perito industrial del Ayuntamiento de Almería. Él ha sido el único que se comprometió a ver la máquina y los papeles. Lo que yo quiero es ver si ponemos algo para intentar limpiar este campo", afirma el agricultor.

De momento, la patente de la idea ya ha captado el interés de la empresa Gefor, que ha ofrecido a Manuel Castillo la colaboración "para el diseño, prototipo y puesta en marcha del invento".

Filtromás, nombre con el que Castillo ha designado a su máquina, podría adaptarse a cualquier tipo de empresa: grandes fábricas, cocinas de bares o incluso vehículos. La utilidad del invento en locales de hostelería contaría, además, con la incorporación de un nivel al depósito que permitiera recuperar los aceites de fritura para hacer jabones y ser reutilizados. "En el caso de automóviles no necesitaría siquiera de la turbina. Desde el tubo de escape se inyectaría el humo hasta el agua", matiza el inventor, que se lamenta de los prejuicios con los que habrá de luchar para comercializar la idea. "Ése es el tema: si dices que lo ha sacado un agricultor no tiene credibilidad. Si lo inventa un ingeniero o lo sacan los japoneses, entonces sí", ironiza.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_