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Entrevista:JUAN MANUEL SANTOS: MINISTRO DE FINANZAS DE COLOMBIA

"Hacemos un ajuste para concentrarnos en lo social"

Colombia debate un severo plan de medidascuyo objetivo es equilibrar las cuentas públicas

mediante el recorte del gasto en pensiones

y la lucha contra el fraude fiscal

Colombia se enfrenta a un ambicioso plan de ajuste que persigue atraer capitales del exterior y el equilibrio de las finanzas públicas mediante el recorte del gasto en pensiones y la lucha contra el fraude fiscal. Juan Manuel Santos, ministro de Finanzas desde el pasado mes de julio, es el encargado de sacarlo adelante. Tiene el apoyo financiero del Fondo Monetario Internacional (FMI) para una economía que lucha por salir del túnel.

Pregunta. El presidente del Banco Mundial ha dicho que en Latinoamérica los datos económicos han mejorado, pero se han ampliado las distancias entre ricos y pobres...

Respuesta. Comparto totalmente ese punto de vista. América Latina ha tenido tradicionalmente una malísima distribución de la riqueza. Uno de los objetivos más importantes que tenemos es alcanzar un desarrollo sostenible. En el caso de Colombia ha habido una mejoría importante en los indicadores económicos pero, después de nuestra crisis económica, se ha producido un nuevo deterioro y por eso proyectamos una serie de reformas estructurales que nos van a permitir mejorar la situación social.

P. Cuando usted entró en el Gobierno dijo que iba a dar un sentido social a su política y unos meses después afirmó que se abría un periodo de sudor y lágrimas. ¿Cómo lo explica?

R. Se explica muy fácilmente. Queremos hacer una serie de ajustes para que la política económica se concentre en lo social. Si el Estado no tiene recursos no puede hacer una política social. Lo primero es la condición necesaria para lo segundo.

P. ¿Y convence a la gente con este argumento?

R. Poco a poco hay que ir convenciendo a la gente porque la alternativa es un coste social mucho más alto. Colombia está empezando a entender que, si no hacemos nada, el coste para todos los sectores sociales va a ser altísimo. Necesitamos poner nuestras finanzas en equilibrio. Hoy nadie discute que es la mejor forma de garantizar el bienestar social.

P. ¿Cuáles son esas reformas?

R. El déficit público es ahora el 3,6% del producto interior bruto y la deuda, es el 40%. De ese déficit, 1,8 puntos lo vamos a corregir con la reforma tributaria que presentamos en el Congreso hace unas semanas. El otro 1,8 lo vamos a corregir reduciendo el gasto público mediante una reforma de las pensiones y del sistema de transferencias desde la Administración central hacia las regiones. Con eso quedamos totalmente saneados en las finanzas públicas.

P. ¿Cuál es su fórmula para reducir el gasto en pensiones?

R. Estamos en conversaciones con las centrales obreras pero las alternativas no son muchas: o aumentamos la edad de jubilación, o aumentamos las cotizaciones.

P. No se va a hacer muy popular con estas medidas...

R. En estos momentos soy el ministro más impopular. Yo espero que en lugar de un coste político, a la vuelta de unos años esto sea una inversión. Pero si no hacemos esto, el coste para el país será inmenso.

P. ¿Qué parte de ese plan es cosecha propia y qué parte imposición del Fondo Monetario Internacional?

R. Nosotros necesitamos hacer ese ajuste, con o sin Fondo Monetario. No estamos con el FMI obligados. Estamos por nuestra propia voluntad. Nos sirve para tener una especie de marco de referencia. Establecimos unos compromisos, unas metas, que hemos venido cumpliendo. Pero sanear las finanzas públicas era algo que con o sin Fondo Monetario Internacional había que hacer para que nuestra economía sea viable.

P. ¿Hasta qué punto la situación en los países de Latinoamérica no está provocada por los propios planes de ajuste del Fondo Monetario?

R. A mí me gusta el enfoque que le da el Banco Mundial en el sentido de que los planes de ajuste, si son necesarios, deben tener un amortiguador social. Deben tener mucho más en cuenta los costes sociales de esos planes de ajuste.

P. Eso es una autocrítica.

R. Es una autocrítica constructiva y necesaria en estos momentos. Si esas reformas no tienen en cuenta los costes sociales se vuelven como un boomerang.

P. Supongo que ayuda el hecho de que Latinoamérica haya evolucionado hacia sistemas democráticos ¿no?

R. Si los costes sociales de esos planes de ajuste son demasiado altos, los propios sistemas políticos reaccionan contra ello. Con una dictadura, esa capacidad de reacción no existe.

P. ¿Qué opina sobre el movimiento en favor del perdón de la deuda externa?

R. Hay algunos países que por su propia estructura llegaron a un punto en el que les resulta prácticamente imposible pagar la deuda. Son países demasiado pobres. Pero ahí el problema es dónde pone uno el límite. Porque hay países con unos niveles de pobreza que no son muy altos que también podrían aducir que a ellos también se les debería perdonar la deuda. Es un problema casi universal. Países como la India, Brasil o Colombia, que tienen una tasa de población muy alta sumida en la pobreza, también podrían ser incluidos entre los que se les podría perdonar la deuda. Pero el problema es que la cultura del no pago puede deteriorar mucho el sistema financiero internacional. Creo que hay otras formas mejores y más efectivas de lograr salir del subdesarrollo. Colombia es un país que nunca ha dejado de pagar su deuda. Todo lo contrario, somos el único país que no reestructuró su deuda en la crisis de los años ochenta.

P. ¿Qué opina de los movimientos de protesta que se han hecho notar otra vez en Praga?

R. Ahí hay de todo. Todo tipo de intereses. No creo que ese tipo de movimientos esté representando a los países en vías de desarrollo.

P. Pero sí parece que están provocando ese giro social en las instituciones multilaterales ¿no?

R. El cambio de mentalidad del Banco Mundial o del FMI no es fruto de ese movimiento sino de la presión de los países afectados, algo que se viene gestando ya hace tiempo. Ese tipo de manifestaciones ni las estamos estimulando ni nos sentimos representados, aunque podamos tener algunos puntos comunes. Pero en términos generales, son movimientos de países ricos. Los manifestantes no vienen de África o América Latina, sino que vienen de Alemania.

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