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I+D para ganar mercado

De al borde de la quiebra a la conquista del mercado europeo. Ése parece ser el destino de Puleva, la empresa granadina que hace cinco años estaba a punto de hundirse y que se ha convertido, gracias a su fusión con la sociedad Azucarera Ebro Agrícolas (AEA), en la primera firma española de productos agroalimentarios. Ebro Puleva, el nombre que ha nacido tras la fusión, tiene una facturación de 400.000 millones de pesetas y se encuentra entre las 25 empresas más importantes de Europa en su sector. ¿El secreto? Posiblemente cinco años de apuestas por la investigación, la innovación y el desarrollo (I+D).

La noticia saltaba el pasado lunes, en Madrid. AEA, la primera empresa española y europea en comercialización de arroz, se fusionaba con Puleva, la principal empresa española en productos lácteos, mediante un proceso de absorción que daba un valor a la sociedad granadina de 100.000 millones de pesetas. Los consejos de administración de ambas firmas aprobaron la operación por unanimidad. A partir de ese momento, los accionistas de Puleva canjeaban ocho de sus antiguas acciones por una de la nueva empresa, Ebro Puleva. Y salían ganando.

"Se trata de una operación de fusión, no de compra, ni de OPA hostil", se apresuró a aclarar el presidente del Consejo de Administración de Puleva, Javier Tallada, ante el recelo que despertó en Granada la noticia y que hizo temer por puestos de trabajo o pérdida de presencia en la ciudad de una empresa de toda la vida. "Se trata de dos sociedades que se complementan, y no es una fusión defensiva, para recortar costes, sino de ataque".

Primero se reunió con el comité de empresa y luego con los trabajadores. Más tarde, con los periodistas. A todos vino a decir lo mismo: que Puleva no había sido absorbida por Azucarera Ebro; que no había ningún peligro ni nada que temer, sino todo lo contrario. Que ante la empresa se abría el horizonte no sólo del mercado nacional, sino del mercado europeo y, en algunos casos, el hispanoamericano. Todos tuvieron la impresión de que había ciertas razones para el optimismo.

Temor de la Junta

Tallada aprovechaba para decir que Puleva no sólo no perdía nada, sino que salía reforzada de la operación y que muchos de los proyectos que tenían en cartera, como la creación de una planta para productos fermentados, como el yogur, iban a acelerarse. Salía así al paso del temor expresado por Paulino Plata, consejero de Agricultura, que recordó que la Junta de Andalucía había invertido 2.000 millones de pesetas en un momento crítico en Puleva, destinados, precisamente, a proyectos como ése.Ese momento crítico se produjo en 1994, aunque ya venía larvado de comienzos de los noventa, cuando el anterior presidente de Puleva, Rafael Pérez Pire, emprendió una política de expansión por todo el país, con la apertura de nuevas plantas en diferentes ciudades, que dejó a la sociedad con una deuda de 26.000 millones de pesetas. Cuando tuvo que hacer frente a ella, se encontró que no disponía de capital suficiente. Puleva terminó en suspensión de pagos, huelgas y tensión.

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La crisis estuvo sacudiendo a la sociedad hasta la llegada de dos accionistas, Javier Tallada y Guillermo Mesoneros Romanos, que lograron convencer a otros pequeños accionistas para acumular fondos y hacerse con el control. La Junta de Andalucía apostó por esta salida y Tallada y Mesonero emprendieron una nueva política, centrada en la investigación y la aparición de nuevos productos, como la leche enriquecida con calcio, de enorme impacto publicitario. El uso de las nuevas tecnologías, la modernización de la sociedad y las campañas de promoción terminaron salvando a la empresa.

Puleva ha sido una empresa ligada a Granada desde siempre. Nació en 1910 con el nombre de Unión Vinícola Industrial para coordinar el abastecimiento de los productores locales de vinos, alcoholes y aguardientes. En 1950, a raíz de una legislación que obligaba a garantizar el suministro de leche higienizada, apareció Uniasa (Unión Industrial y Agroganadera), y su producto estrella: Puleva (Pura Leche de Vaca). Era por entonces, la segunda central en España.

Instalada primero en el Camino de Ronda, entonces a las afueras de Granada, y más tarde en plena Vega, Puleva se convirtió en la principal fuente de abastecimiento de los granadinos, tanto en la leche en polvo como en la del día o en los batidos de cacao, fresa y vainilla. Las enormes expectativas que desarrolló a lo largo de cuarenta años, hasta los noventa, fueron la que hicieron que la empresa decidiera expansionarse sin tener en cuenta sus posibilidades.

En los últimos cinco años, la apuesta ha sido diferente. El nuevo equipo director abogó por la investigación y el desarrollo, la tecnología, la publicidad y los nuevos productos. Entró a participar en el mercado del aceite y a cuidar su mercado. De pronto resultó una empresa apetitosa. AEA se fijó en ella. Ahora ya no es sólo deseable, sino que está dispuesta a engullir mercado. Y ha puesto sus ojos en Europa.

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