El mundo de la escena destaca la talla profesional y la generosidad de Jesús Puente
El actor, fallecido en la madrugada de ayer en Madrid, será incinerado hoy en Tres Cantos
El actor Jesús Puente falleció en la madrugada de ayer, a los 70 años, en una clínica de Madrid en la que fue ingresado el pasado martes tras sufrir un infarto. Numerosos compañeros y amigos del actor destacaron ayer su generosidad y su talla profesional. Puente, que tuvo una larga carrera en el teatro, el cine y la televisión, actuó por última vez ante el público el pasado mes de agosto en el Teatro Romano de Mérida, donde interpretó el personaje de Pistetero en la obra Las aves, de Aristófanes. Entre sus proyectos figuraban las obras de teatro Historia de un caballo y Usted tiene ojos de mujer fatal. En el cine, su último papel fue en la película You're the one, de José Luis Garci, que se estrena hoy. Jesús Puente, del que su viuda, Licia Calderón, declaró ayer que le quedará sobre todo el recuerdo de "su forma de ser", será incinerado hoy a las 13.00 en el cementerio de Tres Cantos.
Se podría empezar la semblanza del actor que desaparece con una frase real, tópica y desde luego insuficiente: "El prolífico actor". En efecto, su rostro lleva años apareciendo en los lugares mas insólitos, en las películas menos recomendables, en los anuncios de televisión. Quizá la mayor parte de las personas le recuerden como el presentador de Su media naranja, o como el calvo simpático del atún claro.Pero esta clasificación es insuficiente. Para mí es el espléndido Alcalde de Zalamea, que dirigió José Luis Alonso en la Comedia, sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Es un papel que he visto, creo, a todos los actores de España, sin olvidar a Ricardo Calvo o a Manuel Dicenta, y desde luego a uno de sus más próximos creadores, como Fernando Fernán-Gómez; y en la primera fila de estos recuerdos que se agolpan está este Jesús Puente comedido, moderado, firme, irónico: tierno en los consejos a su hijo, brillante en el diálogo de igual a igual con Don Lope, servidor pero no servicial ante el Rey. El espíritu de esta obra generalmente mal entendida fue descifrado muy bien por este otro gran desaparecido que fue José Luis Alonso, y Jesús Puente lo comprendió y lo transmitió con una seguridad que pocas veces se ven en un escenario.
Puede que sea uno de los últimos grandes comediantes de este tinglado español, en el que se salta de la comedia (Violines y tambores, un diálogo con Juanjo Menéndez, que recorrió España durante años) y de las películas más absurdas -una cara frecuente en los spaghetti western; una interpretación importante en otras películas como alguna de Mario Baba- al teatro clásico, sin dejar de pasar por la bendita televisión, hada madrina de los cómicos, a los que ha dado una buena vida: Él la tuvo, la aprovechó, amó y fue amado, gozó con el arte.
Claro que la televisión y el mal cine a otros les ha destrozado, les ha hecho retorcerse y aullar en lugar de hablar, y perder la cara: pero el buen cómico es de goma, y puede rebotar de esas series malditas y remunerativas a una gran interpretación teatral. No recuerdo a Jesús Puente devorado por la televisión, sino diligente en ella, capaz de sostener su personaje y su tipo. Y sobre todo en el teatro: nunca falló, nunca se equivocó en un papel, nunca nos dejó una impresión desagradable.
Babelia
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