José Mercé vive entre feliz y escéptico sus días de gloria
El cantaor jerezano presenta el próximo martes en el Teatro Real su nuevo disco con un concierto que suena a consagración definitiva: "Después me ingreso en la UVI"
"Una cosa es cantar y otra es trabajar, y muy pocas veces te gustas cantando cuando trabajas. Muy pocas". Esta frase, que podría haber firmado Curro Romero, es de José Mercé. El cantaor jerezano la suelta como al vuelo, sin darse importancia. Quizá por eso, es la frase que mejor define su actitud: ante el flamenco ("ese misterio inexplicable"), ante la vida ("que te lleva a donde quiere"), y, sobre todo, ante sus días de gloria.¿Pero qué es la gloria? Pues según. Para algunos será todo esto: el pelotazo de Del amanecer, su anterior disco, que ha vendido 150.000 pilas alcalinas; el éxito en la Bienal de Sevilla (cinco bises en el Maestranza); la edición de un nuevo disco, Aire (en el que Mercé canta incluso un blues), y el gran remate por siguiriyas: el cantaor lo va a presentar en el Teatro Real el martes próximo.
Promete ser un concierto extraordinario, y no sólo porque Mercé cantará 12 canciones sin micrófonos ("el Real tiene una acústica preciosa, pero luego me vais a tener que ir a ver a la UVI"), sino porque, pase lo que pase ese día, la cita supone varias cosas importantes: "Un ataque de nervios continuo, aunque yo hago como que me evado"; la consagración definitiva de Mercé, y un precedente histórico (el nuevo Real se abre por fin a un recital flamenco, aunque sea en régimen de alquiler).
Pero ocurre que para Mercé la verdadera gloria es el sofá de su casa. Fuera de él están los bancos ("debo más que Alemania") y, casi peor, toda esa cosa moderna que acarrea ser una estrella, el despliegue de recursos de Virgin (la multinacional con la que graba), el súbito reconocimiento de la gente, el acoso de las quinceañeras, la promoción aburrida...
Se diría que todo eso le coge un poco mayor a Mercé, porque rechaza el potaje de garbanzos, elige los pimientos rellenos de morcilla y berenjenas, y dice: "A mí, la compañía ésta me va a matar".
Exagera un poco, claro: está hecho un pincel, contento, rápido, sembrao. Aunque se le nota un poco nostálgico de los tiempos del anonimato, porque enseguida se pone a hablar de "cuando era joven" (ahora tiene 45 años), de cuando Camarón y él cogían "el Morris Mini rojo que tenía José" y se iban de madrugada a El Palomar (vieja venta madrileña que hoy ocupa la Clínica López Ibor), "a ver si salía una fiestecita".
"No teníamos una peseta, pero cuando llegaban los señoritos nos daba mucha vergüenza cantar para ellos, o no nos daba la gana, así que nos poníamos muy serios, muy estiraos, y pedíamos un pollo. 'Titi, un pollo'. Y la Titi, que nos adoraba, siempre nos lo ponía".
Ahora es otra cosa. Mercé vuelve a protestar por tanta promoción, y Carlos Herrero, su hombre para todo en Virgin, le interrumpe: "Eres un vago, José". Luego cuenta que lo levantan a las ocho de la mañana (hora prohibida para un flamenco), y le llevan a las radios, y a las teles, y a ensayar (otro viejo problema), y a hacer un bolo...
Las fotos de Corbijn
Para este disco, además, Mercé tuvo que hacerse las fotos con Antón Corbijn, el fotógrafo holandés de las estrellas del rock. "Eso fue en Cádiz", recuerda resoplando, "en el mes de agosto y con 42 grados a la sombra. Me subió a una colina, me caí tres veces, nos recorrimos la provincia entera para localizar y al final el gachó me llevó a hacerme las fotos al cortijo donde nació mi padre. Qué arte. Pero salieron preciosas. Parece que él nunca había hecho nada fuera del rock, pero conmigo se ve que flipaba: me veía y se reía".Las fotos, magníficas, ocupan todo el cuadernillo de Aire. El disco, no muy largo (40 minutos y 10 temas), se grabó en los estudios La Kaleta, junto a la playa donde pescaba Pericón. "Al lao del bingo del Cádiz", dice Mercé con pasión: lo que más le gusta del mundo, aparte del sofá, son los bingos y el Real Madrid. La grabación duró desde junio a septiembre: "Despacio, muy despacito", afirma. "Es que Isidro Sanlúcar es así. Cuando trabaja parece que está durmiendo. Pero, luego, qué va".
Ha llegado el momento de la autopromoción. Le sale de un tirón y bastante convincente, por cierto: "El disco es muy flamenco pero tiene de todo y todo suena muy nuevo aunque en el flamenco no hay nada nuevo, claro. Hay una bulería, una rumba cubana con el Cuarteto Patria; el martinete con esa letra genial de Isidro...". Cuenta una breve historia de amor. Empieza así: "Ella, funcionaria, / me había enseñaíto su oficina". Y termina: "Aún me parece mentira / que se fuera para siempre / en un tren de cercanías". Sigue Mercé: "Una soleá muy bien rematá por Caracol, unas alegrías de compás muy raro que si te sales la cagas; los tangos; los fandangos del Gloria de Jerez, la versión mía de Al alba, que desde que Aute la oyó ya no la quiere cantar... Ah, y el blues. Fue culpa mía, Isidro no quería".
Isidro Sanlúcar es el productor, un hombre de genio en todos los sentidos. Cuando produce un disco, produce un disco. La composición, los arreglos, las letras (frescas y profundas), los músicos (Moraíto Chico y Tino di Geraldo, más el Quinteto Volvogrado en La tía maría), las palmas, los coros, el clima del equipo... "Hace como que dormichea, sí, pero se ocupa de todo. Y cuando te saca lo mejor se va a acostar sus tres horitas".
Sanlúcar está actualizando el flamenco a base de buen gusto y rigor. Casi nadie lo sabe, porque se esconde: el hermano de Manolo Sanlúcar no quiere cámaras ni periódicos. Ahora va a dirigir la gala del Real. Mercé está asustado: "Es que es muy pesao, lo cogí del pescuezo 12 veces. Pero a la vez es la hostia, la perfección, una cabeza privilegiada. Siempre lleva razón. Te da coba, te mima, te pide más y más. Y siempre saca lo que quiere. Pero te jarta a trabajar".
Llega el café.
-¿Y el éxito, cómo lo lleva?
-Bua, el éxito. Yo sigo siendo el mismo. Un poco más popular, pero todavía no he hecho ná, estoy empezando. Tengo mucho por hacer. Pagar las letras, por ejemplo, porque entro en el banco y suenan las alarmas.
-¿Y qué dice Moraíto?
-Mi Manuel ya no puede tocar mejor la guitarra. Se ha raspao él solo todo el disco, y le suena la guitarra de lujo, te arrastra a cantar. Es el que más ha disfrutao de todos. Tiene gracia, el padre de los Sanlúcar nos llama el mudo y el manco.
-¿Lo del Real hace ilusión?
-Responsabilidad. Fui a ver el teatro y me quedé loco cuando lo diqué. Los directores eran reacios a que fuéramos, se creían que éramos del Tercer Mundo. Desde luego, no sabían quién era yo. Mi mánager les dijo que era el número uno, y tragaron. Se debieron de informar un poco sobre el flamenco, esa música que tenemos en España, porque dijeron que a partir de ahora siempre habrá flamenco en el Real".
"Y ahora me voy a dormir la siesta, Carlitos", empalma. "Que yo doy dinero por quedarme en mi casa, Calle Arquitectura, barrio de Santa María de la Cabeza de Madrid. Allí me entero de todo, no necesito salir. Hay 2.000 obreros, y hasta los que trabajan 14 horas votan al Aznar. ¿Es eso la democracia, Carlos? Aquí ya no hay más principios que el principio de los talegos. Los jurdoses, eso es lo único que le importa a la gente. Eso y la tele de mierda. Te lo digo yo".
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