"La investigación básica es la clave de la futura innovación"
"La innovación es la clave del futuro, pero la investigación básica es la clave de la futura innovación". Jerome Friedman dijo esta frase en su charla en un curso sobre innovación celebrado el mes pasado en la Universidad Menéndez Pelayo (Santander). Todos los ponentes que le sucedieron esa mañana en el curso le citaron con aprobación, y la frase prendió en un auditorio con amplio predominio de gestores y responsables de la política científica española. ¿Por qué cree que manifiestan estar de acuerdo con usted cuando luego establecen líneas estratégicas de I+D con claro sesgo hacia la investigación aplicada en detrimento de la básica? "No conozco los detalles de la situación española, pero en términos globales creo que la sociedad tiene muchas necesidades y hay unos presupuestos limitados. La cuestión es cómo se establecen las prioridades", responde Friedman. "Parte del problema es que la sociedad no comprende del todo la importancia de la ciencia y no presiona lo suficiente a los gobiernos para que la apoyen como se apoya el deporte u otras cosas".Este físico de partículas estadounidense, de 70 años, que compartió en 1990 el premio Nobel por el descubrimiento experimental de los quarks (las partículas que forman el núcleo atómico), sigue trabajando en su especialidad en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (EE UU).
Pregunta. ¿Cuál es la clave de la innovación?
Respuesta. El apoyo a la investigación de todo tipo, la básica, la aplicada y eso que la gente llama innovación. Pero hay que prestar especial atención a la ciencia fundamental porque mucha gente y muchos líderes políticos no entienden su valor. Sin el apoyo debido a la investigación básica no se produce la innovación más importante, la que cambia la forma en que vivimos, porque esa innovación procede de nuevos conocimientos que se aplican en nuevas tecnologías.
P. Aunque, en principio, no se sabe a dónde conducirán...
R. No podemos comprender con antelación cómo será utilizada la investigación básica. Pero piense en la revolución del transistor, que se convirtió después en microchip y en toda la tecnología moderna, desde los ordenadores hasta los teléfonos celulares, las televisiones, las comunicaciones... El transistor se desarrolló fundamentalmente porque a finales del siglo pasado se quería comprender la estructura del átomo, lo que condujo a la mecánica cuántica; y la investigación de la electricidad a nivel atómico, interpretada en términos de mecánica cuántica llevó al transistor. ¿No es increíble que tal revolución tecnológica se fundamente en algo tan abstracto como la mecánica cuántica?
P. Y algo similar sucede con la biotecnología.
R. Sí. Un largo camino de investigación fundamental para comprender la estructura de la doble hélice, de la molécula del ADN, se ha convertido en la base de la revolución biológica que presenciamos, con la terapia génica, la asociación de genes a enfermedades, la modificación de organismos, etcétera. Todo esto, todas las aplicaciones, no estaban en la mente de quienes desarrollan el conocimiento molecular básico. Con la investigación aplicada el problema es que si sabes lo que estás buscando estás muy limitado por lo que ya sabes.
P. ¿Qué propone para defender la ciencia?
R. Las organizaciones científicas deben apoyar la libertad de investigación para los jóvenes científicos, que tienen mayor probabilidad de generar nuevas ideas; los jóvenes son escépticos, se cuestionan las ideas establecidas y persiguen otras nuevas. También es muy importante tener investigación universitaria fuerte porque ahí se produce la ciencia que alimenta la innovación futura. Y es fundamental tener un sistema educativo que estimule la creatividad y que introduzca la ciencia en la enseñanza, como un método de averiguar cosas.
P. Usted insiste en la urgencia de recabar el apoyo social.
R. Es esencial. Debemos persuadir a la sociedad de que la ciencia es relevante, tenemos que escuchar las preocupaciones sobre algunos problemas que pueden asociarse a la tecnología y hacerles frente. Pero sin la participación de la sociedad en el debate careceremos de interlocutores y de apoyo.
P. A menudo las personas manifiestan una gran curiosidad por la astronomía, por ejemplo, o por la física de partículas, que no tienen una aplicación directa en sus vidas más allá de la curiosidad...
R. Sí, a la gente le gusta mirar al cielo y que le expliquen lo que pasa allá arriba. Es fascinante. Pero no es sólo eso, la investigación básica tendrá un efecto muy positivo en la riqueza del país.
P. No recuerdo haber escuchado comentarios negativos por la construcción de un nuevo telescopio o por el coste de un acelerador de partículas excepto entre los propios científicos, cuando algunos se quejan por las inversiones en especialidades que no sean la propia.
R. Lo mismo sucede en Estados Unidos. La comunidad científica tiene que aprender a superar esto. Cuando en mi país se criticó la construcción del SSC [gigantesco acelerador de partículas que no se llegó a concluir], muchos esperaban que si se mataba el proyecto, el dinero iría a sus ramas de investigación. Se canceló el SSC y ni un centavo fue a parar a sus proyectos... al contrario, porque una vez que matas un proyecto es muy fácil matar otros.
P. Hay que tener miras más amplias a este respecto.
R. Sí. En Estados Unidos hay un consejo de sociedades científicas y representamos a más de un millón y medio de investigadores. Fuimos a Washington a pedir más dinero para la ciencia pero el mensaje no fue pedir más financiación para física o para química... sino para investigar en general, porque todo está cada vez más interrelacionado y no puede prosperar un área sin que prosperen las otras. Por ejemplo, para resolver muchos problemas de biomedicina se necesitan la química, la física, las matemáticas...
P. En su país el énfasis en la ciencia básica es mayor que en Europa. ¿Qué efecto tendrá eso?
R. Sin una apropiada investigación fundamental, Europa puede encontrarse en el futuro con la fuerza laboral técnocientífica mermada. Esa fuerza laboral del futuro, los jóvenes, se entrena ahora en universidades y en laboratorios. La ciencia es cultura y cuando empiezas a erosionarla, deterioras todo lo que conlleva.
P. ¿Usted sigue trabajando en física de partículas?
R. Sí. Estoy en un grupo del MIT que trabaja en el nuevo acelerador de partículas protón-antiprotón que empezará a funcionar en Fermilab el año que viene con la idea de ver si hay nuevas partículas... También colaboramos en el detector CMS del nuevo acelerador LHC [en construcción en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas, CERN], que será absolutamente esencial para explorar todo eso. Ahora soy más una ayuda que un participante en los proyectos y son los jóvenes los que realmente llevan el grupo. Mi función es garantizar que ellos puedan hacer el trabajo, que tengan recursos y libertad para investigar. Cuando yo era joven tuve libertad y medios para trabajar y disfruté muchísimo... y ahora es mi turno de ayudar a los jóvenes.
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