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Explicando con las manos

25 intérpretes del lenguaje de signos enseñan desde hace cinco años en diversos centros de Andalucía

Mercedes Medina va cada día a clase arremangada. Dispuesta para el trabajo. Sus manos son el medio para comunicarse con el grupo de tres alumnos con deficiencias auditivas en distintos grados y ella es la encargada de ponerles en conexión con el resto del sistema educativo, con su entorno, con sus compañeros y con los conocimientos. Medina trabaja en un centro educativo de Linares (Jaén) desde hace dos cursos como intérprete del lenguaje de signos gracias al convenio suscrito entre la Consejería de Educación y la Federación Andaluza de Asociaciones de Sordos (FAAS). Como ella hay otras 24 personas en centros de enseñanzas medias o formación profesional distribuidos por el conjunto de Andalucía. La experiencia comenzó en el curso 1995-96 y se está generalizando con la incorporación de nuevos intérpretes."Mi trabajo consiste en que el niño esté situado, que se sienta parte del aula, que sepa qué está diciendo el profesor y que pueda participar con preguntas o aportando opiniones", explica Mercedes Medina. La mayoría de los niños sordos estudia en colegios específicos, pero cada vez son más los padres que optan por que sus hijos se eduquen en el colegio del barrio en el que viven para que la integración sea total.

Los intérpretes de la lengua de signos traducen las explicaciones del profesor en cada una de las asignaturas. Una explicación fácil que tiene detrás un complicado entramado, entre otros motivos porque el lenguaje de signos no tiene una equivalencia total con el oral. Medina encuentra dificultades para traducir determinados conceptos.

"Explicarles que el profesor está hablando de un volcán es fácil, pero decirles las rocas que hay dentro y que lo configuran es muy complicado". La situación se hace aún mucho más confusa cuando es necesario traducir algunas asignaturas, como la filosofía. Los tres alumnos de Mercedes, estudiantes de tercer curso de ESO, aún no dan la asignatura, pero cuando llegue tendrán ante sí un problema de complicada solución.

Todos los intérpretes andaluces mantienen contactos periódicos para intercambiar experiencias y para intentar buscar signos conjuntos que expliquen un concepto. Una comisión investigadora del lenguaje de signos español es la que tiene la capacidad de trasladar esas palabras a las manos. Es la forma de conseguir un lenguaje consensuado y lo más universal posible. "Es complicado porque incluso hay diferencias entre comunidades autónomas, pero al menos en Andalucía intentamos unificar", resalta Medina. "No es que haya una diferencia abismal, pero se nota mucho si habla un catalán o si lo hace un andaluz con el lenguaje de signos".

El primer requisito imprescindible para que todo marche bien es que exista conexión entre intérprete y profesorado. Mercedes Medina necesita que los docentes le den con anterioridad el material que se va a utilizar durante la clase para que ella ya sepa enfrentarse a los conceptos. "Particularmente creo que he tenido mucha suerte porque todos están colaborando en este centro, pero no todos mis compañeros tienen tan buen panorama por delante", asegura la intérprete de Linares

Ella se siente gratificada por su trabajo. Su figura dentro del aula, asegura, se ha asumido bien tanto por parte del profesorado como por parte del resto de alumnos de la clase. "Tengo que mantener un discreto segundo plano para no entorpecer o distraer al resto de estudiantes, pero hasta ahora todos se han adaptado sin problemas", explica.

Los compañeros de los tres niños con problemas auditivos han aprendido, incluso, algunos signos del lenguaje de gestos y los utilizan para comunicarse con sus compañeros.

"Es una experiencia nueva que va prosperando", señala la intérprete, que resalta que el aprendizaje de los niños es más sencillo si los padres hablan y practican el lenguaje de signos con sus hijos. "Algunos se resisten y eso no es bueno porque este lenguaje hay que practicarlo mucho para hablarlo y entenderlo con agilidad".

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