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El Archivo de Compositores Vascos-Eresbil tendrá nueva sede en Rentería en 2002

El Archivo de Compositores Vascos-Eresbil, auténtico guardián del patrimonio musical vasco, mira a 2002 con nuevas expectativas. Ese año dispondrá de una nueva sede - en el centro Niessen de Rentería- para desempeñar en condiciones óptimas su labor de recuperación y conservación de partituras y documentos sonoros. Serán necesarios 450 millones de pesetas para hacer realidad el proyecto de esta entidad, que asume el depósito legal de los materiales musicales vascos y que ayer homenajeó a su fundador, José Luis Ansorena.

Eresbil no ha trabajado en vano desde su nacimiento en 1974. Comenzó tímidamente a recopilar partituras de compositores vascos de todos los tiempos. Y aquella primera lista de 300 autores ha engordado a 1.700 músicos en poco más de un cuarto de siglo. Los locales, cedidos por la orden de los Capuchinos, ya no dan abasto; no reúnen las condiciones necesarias para albergar este pequeño tesoro de 76.000 partituras, 70.000 grabaciones, 420 microformas, un sólido centro documental y una biblioteca de más de 8.000 libros especializados. Lo reconocía ayer el fundador y responsable del archivo hasta el pasado mes de mayo, José Luis Ansorena: "Eresbil es ahora como la cueva de Aladino. Es imposible encontrar un hueco para investigar. El nuevo edificio es totalmente necesario", dijo. Máxime ahora que ha firmado un convenio por el que se responsabiliza a partir de este año del depósito legal de los materiales musicales vascos, una tarea que hasta ahora desempeñaban las diputaciones. El Archivo de Compositores Vascos ha logrado reunir en esta empresa al Gobierno vasco, la Diputación foral de Guipúzcoa y el Ayuntamiento de Rentería, que financiarán con 450 millones de pesetas la puesta a punto del edificio, cuyas obras acaban de comenzar. La nueva sede de Eresbil estará ubicada en el solar que ocupaba la antigua fábrica Niessen en Rentería. Serán 1.300 metros cuadrados útiles, repartidos en cuatro plantas, al servicio de la música. La planta baja albergará la sala de máquinas, las instalaciones generales de archivo y el almacén de duplicados de libros y partituras. En la primera, la planta de acceso al público, se atenderán las consultas de los investigadores, se habilitará una sala con piano para el estudio y una zona destinada al trabajo técnico de Eresbil. El segundo piso, con dos cabinas de audición y una sala polifuncional, estará dedicado a los materiales audiovisuales. Y la última planta se destina al depósito climatizado de material de soportes tradicionales, papel fundamentalemente.

La labor de Eresbil no sólo ha servido para preservar el legado de los compositores vascos, sino que ha revertido en el impulso de la música a través de actividades como Musikaste. Todo, gracias a José Luis Ansorena, un capuchino donostiarra que puso los cimientos de lo que hoy es Eresbil. "Un hombre que ha dejado su impronta allá por donde ha pasado", destacó ayer Jon Bagüés, su mano derecha en el pasado y su sucesor en el cargo desde que Ansorena se jubiló en el mes de mayo. El capuchino ha dejado una huella imborrable en Rentería. En 1966 creó la Coral Andra Mari y un año después el Coro infantil Orereta. Lideró el proyecto del festival Musikaste en 1973 y la fundación de Eresbil doce meses después, entre otras entidades y agrupaciones musicales. Ayer, -coincidiendo con la jornada de clausura de los actos conmemorativos del 25 aniversario del archivo- recibió un sentido homenaje en el Palacio Miramar de San Sebastián. Ansorena continuará vinculado a Eresbil y a sus proyectos; entre ellos el diccionario de músicos vascos.

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