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LA OFENSIVA TERRORISTA

El obispo de Vitoria exige a ETA que respete la pluralidad de los vascos

Miles de vitorianos dieron ayer el último adiós en la capilla ardiente y en un emotivo funeral al funcionario de prisiones Máximo Casado. A diferencia del último funeral celebrado en la capital alavesa por un asesinato de ETA, el del dirigente socialista Fernando Buesa, en esta ocasión no se vivieron escenas de crispación contra el PNV ni contra el lehendakari Juan José Ibarretxe. Sólo un pesado silencio y una dolorosa tristeza embargó a la ciudad.

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Fortaleza, serenidad y, sobre todo, esperanza. Sobre estos tres conceptos giró la homilía del obispo de la Diócesis de Vitoria, José Miguel Asurmendi, durante el funeral de Casado, que ofició junto a otros cuarenta sacerdotes en la Catedral Nueva de la ciudad. Asurmendi exigió a ETA el fin de la violencia y una declaración de paz basada en la pluralidad de las convicciones sobre las que se asienta la sociedad de Euskadi.Media hora antes de que comenzará el acto religioso, cientos de compañeros del funcionario asesinado empezaron a concentrase en las inmediaciones del templo. Ondeando banderas de Comisiones Obreras, aguardaron pacientemente la llegada de las cenizas del difunto para saludarlas con un cálido y prolongado aplauso. Fue el único que se escuchó ayer en Vitoria. La llegada de las principales autoridades, el vicepresidente, Mariano Rajoy, y los ministros Jaime Mayor Oreja y Rafael Aparicio, así como la del lehendakari, fue recibida con silencio.

El obispo, que ensalzó la figura de Máximo Casado al destacar su "sensibilidad con los presos y por las justas reivindicaciones sindicales", pidió fortaleza a la sociedad para que no desfallezca en el camino que lleva a encontrar la paz. "La mayoría de los ciudadanos está en contra de la violencia. Más allá de los sentimientos encontrados que ahora nos aturden compartimos un camino: la condena del terrorismo como un atentado a la conciencia humana".

Asurmendi apeló también a la serenidad, porque en un momento en el que el corazón está "caliente y lleno de tensión" y en la mente se agolpan preguntas de "¿por qué y para qué esta cadena de muertes?" es preciso seguir creyendo que la reconciliación y la paz son posibles en las sociedades alavesa y vasca.

La palabra esperanza es la que más pronunció el obispo durante su intervención. En un momento especialmente dramático, cuando la escalada de violencia de ETA se ha endurecido (con tres asesinatos en apenas 15 días), Asurmendi quiso insuflar ánimo a la sociedad. "Hay que tener esperanza porque el bien siempre triunfa sobre el mal. Rezo a Dios para que derrame esperanza sobre la sociedad vasca porque ahora está falta de ella. Los vascos quieren vivir en libertad, sin miedo a la extorsión y a la amenaza. Es necesario confiar en un futuro de paz para nuestro pueblo", enfatizó en su mensaje.

Solidaridad con la familia

Miles de vitorianos pasaron durante la mañana de ayer por la Subdelegación del Gobierno central, donde se instaló la capilla ardiente con los restos mortales de la última víctima de ETA, para rendirle un homenaje y expresar su solidaridad con la familia. Desde las diez menos cuarto de la mañana, la viuda, Concepción Jaular, y los hijos, Marino de 18 años y Zulaika de 11, permanecieron junto al féretro. Sólo en los momentos de máximo abatimiento, la viuda fue retirada y alojada en una habitación contigua.En el transcurso de las horas no pararon de llegar coronas de flores enviadas desde todos los puntos de Euskadi y del resto de España, entre ellas las de Comisiones Obreras, las del Colectivo de Víctimas del Terrorismo, las de todos los partidos que acudieron a saludar a la familia y las de los amigos de la víctima.

Un centenar de compañeros de Casado se concentra ante la cárcel de Nanclares

Un centenar de compañeros de trabajo de Máximo Casado en la prisión de Nanclares de la Oca (Álava) se concentró ayer, al mediodía, ante la puerta del centro para protestar en silencio contra el asesinato del funcionario. Junto a ellos y tras una pancarta con el lema Libertad, ETA no, se situaron los secretarios generales del PP, Javier Arenas; de los sindicatos CC OO, José María Fidalgo, y UGT en Euskadi, Carlos Trevilla, así como el delegado del Gobierno en el País Vasco, Enrique Villar; parlamentarios socialistas; el director general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste, y el director de la cárcel, Jesús Moreno.Según Moreno, Casado solía tomar sus propias medidas de seguridad, como hacen la mayoría de los trabajadores de las prisiones, y "tenía su cuota de preocupación" ante un posible ataque de ETA, pero peseo a ello no pudo detectar la bomba adosada a los bajos de su coche que acabó con su vida.

José Monía, sindicalista de CC OO y amigo de Casado, corroboró que su compañero tomaba precauciones, pero, admitió, que "las medidas de seguridad al ciento por ciento no existen". En su opinión, en Nanclares (12 kilómetros al suroeste de Vitoria) "habrá un antes y un después del atentado". "No es lo mismo entrar a trabajar todos los días con una serie de compañeros que entrar y ver que te falta algo", dijo.

Fidalgo, el líder de CC OO, central a la que pertenecía el asesinado, constató que los funcionarios de prisiones se mantienen "muy enteros y muy dispuestos no sólo a acompañar a la familia de Máximo en su dolor y en el desprecio que han sufrido, sino también para seguir bien situados en su puesto" a pesar de que ETA "no discrimina".

"El objetivo de la banda", recalcó Fidalgo, "es toda la sociedad democrática". Por eso cree necesario "asegurar a los asesinos y a quienes les disculpan, soportan, mantienen y legitiman que estamos enfrente de ellos".

A la misma hora, cientos de personas se concentraban frente a las demás cárceles españolas, también en silencio. En la de Burgos participó el ex funcionario José Antonio Ortega Lara, que permaneció secuestrado por ETA durante 532 días.

Pese a las movilizaciones, Euskal Herritarrok (EH) mantuvo su discurso. En el Ayuntamiento de Vitoria, la coalición radical se abstuvo de adherirse a un comunicado que condena el atentado y emitió su propia versión, en la que expresa su "pesar" por "este hecho doloroso" a la vez que recuerda su insistencia en pedir "el cumplimiento de la legalidad vigente en materia penitenciaria" y advierte de que la dispersión de los presos etarras "no ayuda nada a que situaciones como la del domingo se hubieran evitado".

Santi Kiroga, parlamentario navarro de EH, ahondó aún más al criticar al Gobierno central y a "determinados sindicatos" porque colaboran en la "situación triste y terrible en torno a las cárceles" y sólo obstaculizan "la humanización del conflicto". En concreto, aseguró que estos agentes, además de los medios de comunicación, "van exactamente en sentido contrario de la solución" del problema.

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